El expresidente José Mujica, junto a otros expresidentes de países sudamericanos como Rafael Correa (Ecuador), Michelle Bachelet, Ricardo Lagos (Chile), Eduardo Duhalde (Argentina), Dilma Rouseff (Brasil) y Ernesto Samper (Colombia) firmaron una carta dirigida al actual primer mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, con el ánimo de reimpulsar la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

En el documento, que fue compartido por la Cancillería de Venezuela, se expresa que “es en los momentos de crisis y adversidad en que se hace especialmente necesaria la experiencia y sabiduría de los gobernantes”.

“En el escenario actual están en riesgo las conquistas democráticas tan difícilmente obtenidas en América Latina, luego de la secuencia de dictaduras que azotó a la región en la década de los 1970. Tenemos grandes expectativas en los liderazgos que ustedes ejercen frente a sus países. Confiamos en su visión para hacer de nuestra América del Sur un motor impulsor de un nuevo nivel de unidad e integración latinoamericana, anclada en la solidaridad continental y en los valores permanentes de la paz y la democracia”, finaliza la carta dirigida a Maduro.

El documento también fue firmado por excancilleres, exministros, exparlamentarios, docentes, exdirectivos de organismos internacionales y exembajadores.

Además de Mujica, también firmaron otros uruguayos: Constanza Moreira (exsenadora), Mónica Xavier (exsenadora), Javier Miranda (expresidente del Frente Amplio) y Belela Herrera (exvicecanciller).

En diálogo con Montevideo Portal, Xavier informó que una carta igual será entregada a todos los presidentes de la región en los próximos 15 días. La exsenadora dijo incluso que la idea es entregarle la misma carta al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, aunque aún no se ha solicitado la entrevista pertinente.

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— Cancillería Venezuela ???? (@CancilleriaVE) November 14, 2022

Entre otros aspectos, el documento reivindica la integración en América Latina, el bloque regional “más golpeado por la pandemia y la crisis económica y social que la siguió”.

“Con solo un 8% de la población mundial, América Latina registra más de un cuarto del total de fallecidos por covid, experimentó una recesión doblemente más profunda que la de la economía mundial y vio aumentar en cerca de 50 millones el número de personas que viven en condiciones de pobreza. Priman en la región la fragilidad de las estructuras productivas, la acentuación de la dependencia de un número reducido de productos primarios, el debilitamiento de las instituciones democráticas y la fragmentación política que impide levantar una voz común frente a los asuntos globales”, argumentan los firmantes.

En esta línea, agregan que una “América Latina integrada, no alineada y en paz recuperará el prestigio internacional y podrá superar la irrelevancia en que nos encontramos”.

“Los procesos electorales recientes han permitido el triunfo de gobernantes y coaliciones políticas favorables al reimpulso de la integración regional. A partir de enero del 2023 tendremos en todos los países más grandes, sin ninguna excepción, gobiernos partidarios de retomar y fortalecer los procesos de integración. Es una oportunidad que no se puede dejar pasar. Juntos podemos hacer oír nuestra voz. Divididos nos invisibilizamos y no somos escuchados. Los esfuerzos en materia de integración son antiguos y hasta ahora sus resultados modestos”, señala el documento.

Y agrega: “Por otra parte, cambios políticos muy recientes, como los que han tenido lugar en Chile, Colombia y Brasil, están generando en esta subregión un nuevo impulso transformador. Las potencialidades de América del Sur solo podrán concretarse en la medida en que los países que la componen generen un espacio que les permita concertarse, identificar proyectos en común y desplegar iniciativas conjuntas. Esta necesidad fue bien visualizada en su momento y llevó a la conformación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) a través del Tratado Constitutivo suscrito en Brasilia en 2008, que entró en vigencia en el 2011”.

Además, en la carta se destaca el rol que cumplió la Unasur durante los siete años que funcionó, con especial valoración “en sus esfuerzos en materia de manejo de crisis política-institucionales”.

“Unasur todavía existe y es la mejor plataforma para reconstituir un espacio de integración en América del Sur. No se trata, sin embargo, de una reconstitución puramente nostálgica de un pasado que ya no existe. Una nueva Unasur debe hacerse cargo autocríticamente de las deficiencias del proceso anterior. La reconstitución de un espacio regional suramericano no es contradictoria con el avance de la integración latinoamericana en un sentido más amplio. Una nueva Unasur puede ser perfectamente funcional a la proyección de la Celac. Más aún, no se puede olvidar que la antigua Unasur fue decisiva en la creación de la Celac. La nueva Unasur puede, en consecuencia, ser una fuerza que potencie la Celac tal cual esta ha venido reconstituyéndose a partir del 2021”, se afirma en el documento, que apunta que el Tratado Constitutivo de la Unasur de 2008 “se mantiene vigente para todos los países que no lo han denunciado y la organización sigue existiendo a nivel internacional”.

Sobre este punto, se afirma que “por lo menos cinco países no denunciaron el Tratado, y entre los que sí lo hicieron hay por lo menos dos, Argentina y Brasil, que lo hicieron de manera irregular, razón por la que podrían optar por anular sus denuncias”.

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