El presidente de Argentina, Javier Milei, anunció este miércoles ante el Parlamento de Israel que en 2026 trasladará la embajada argentina a Jerusalén, en una decisión que reactiva una de las promesas más polémicas de su política exterior y que lo alinea con las posiciones más cercanas a Tel Aviv y Washington.
“En 2026 haremos efectiva la mudanza de nuestra embajada a la ciudad de Jerusalén”, afirmó el mandatario durante una intervención oficial ante la Knéset, el poder legislativo israelí. El gesto refuerza el tono ideológico de su administración, pero también agrava las tensiones diplomáticas con el mundo árabe y con sectores que promueven una solución negociada al conflicto palestino-israelí.
Una promesa cumplida… con dos años de margen
Milei ya había anticipado esta decisión durante su campaña y tras asumir la presidencia, pero hasta ahora no había establecido una fecha concreta. Al fijarla para 2026, el anuncio toma fuerza simbólica pero deja un margen temporal que podría estar condicionado a factores políticos, logísticos o diplomáticos, tanto dentro de Argentina como en el contexto internacional.
La ciudad de Jerusalén es considerada capital indivisible por Israel, pero su estatus final es uno de los puntos más sensibles del conflicto con los palestinos, que reclaman Jerusalén Este como la capital de su futuro Estado. Por eso, la gran mayoría de los países del mundo mantienen sus embajadas en Tel Aviv, en línea con las resoluciones de Naciones Unidas que consideran el estatus de Jerusalén aún no resuelto.
Reacciones y precedentes
Solo un puñado de países, encabezados por Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump, han realizado el traslado oficial de sus embajadas a Jerusalén. Guatemala, Honduras y Kosovo siguieron ese ejemplo. En América Latina, Brasil evaluó una medida similar durante el gobierno de Jair Bolsonaro, pero finalmente no la concretó.
El anuncio de Milei podría tener consecuencias diplomáticas en foros multilaterales y complicar la relación con países árabes o con otros actores que apoyan la causa palestina. Al mismo tiempo, lo posiciona como uno de los aliados más incondicionales de Israel en la región, en sintonía con su política exterior abiertamente pro-occidental y proisraelí.
Con información de EFE