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Juan Fagúndez: “Este Código ha metido a más inocentes presos que el anterior”

El abogado penalista critica el nuevo proceso penal, alerta sobre la politización de la justicia y reclama respeto a la profesión.

23.07.2025 09:00

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2025-07-23T09:00:00-03:00
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Por María Noel Domínguez

Juan Fagúndez lleva 34 años ejerciendo como abogado penalista. No solo vio transformarse la profesión: es testigo directo de cómo el sistema judicial uruguayo ha cambiado de piel, de lógica y de ritmo. Y, en su opinión, no siempre para mejor. Fagúndez plantea un diagnóstico crítico y profundo: la justicia se volvió más rápida, sí, pero menos garantista; más visible, pero también más politizada. “Este Código ha metido a más inocentes presos que el anterior”, sentencia.

En entrevista con Montevideo Portal, Fagúndez remarca que el nuevo Código del Proceso Penal —implementado en 2017— transformó radicalmente la forma en que se tramitan los casos penales. “Trajo velocidad, sí, pero también trajo una lógica de acuerdo automático. Está todo, se discute un número, se firma y se remata. Y esa firma no tiene marcha atrás”, explica. En esa lógica, cualquiera puede cerrar un acuerdo con Fiscalía, aunque eso no garantice ni justicia ni equilibrio.

Desde su mirada, una de las principales fallas del sistema actual es la concentración de poder en la Fiscalía. A diferencia del viejo esquema, en el que la Policía era un filtro previo y respondía al juez, hoy todo lo que se denuncia —ya sea ante la Fiscalía o directamente en una comisaría— entra en el sistema. “Cada día que prende la computadora, un fiscal tiene casos nuevos. Hay fiscalías con 500 asuntos activos, y en los turnos pueden entrar 150 más”, describe.

La Fiscalía tiene que buscar la verdad, no el éxito

En ese contexto, el archivo se ha convertido en una válvula de escape. “Pero para mí no es legítima. Y peor aún: el archivo lo revisa otro fiscal, que casi siempre confirma. El resultado es que hay muy pocos casos restituidos. Eso es actividad jurisdiccional disfrazada de administrativa”, critica. Según Fagúndez, esa discrecionalidad, combinada con una lógica de “éxito de gestión” —tal como figura en el artículo 42 del Código—, empujó a la Fiscalía a perseguir resultados por encima de la verdad.

“La Fiscalía tiene que buscar la verdad, no el éxito”, insiste. Y responsabiliza también al Poder Judicial por haber convalidado imputaciones sin pruebas suficientes. “Lo viví yo, lo vivieron colegas: hay personas condenadas que no cometieron el hecho. Y lo más grave es que en el expediente no hay pruebas que las incriminen. Eso antes no pasaba”, asegura.

Uno de los elementos más problemáticos para Fagúndez es el desequilibrio entre las partes. “Los jueces le creen más a la Fiscalía que a los abogados. Como si ser funcionarios públicos los pusiera en el mismo bando. No entienden que, en juicio, las partes deben ser iguales ante el juez. Hoy el abogado entra perdiendo”, sostiene. Y agrega con ironía: “Es como jugar de visitante, pero en la mente del juez”.

Todo preso es político

La politización de la justicia es otro eje que lo preocupa. “Siempre se dijo que no hay que judicializar la política ni politizar la justicia. Pero eso ya explotó. Ahora todo es público. El denunciante avisa que denunció, que hay audiencia, que va a tal hora. Busca la foto del denunciado entrando. Y eso genera en la opinión pública una sensación de culpa anticipada”, afirma. Para Fagúndez, ese juego mediático —en el que los protagonistas políticos ganan visibilidad con denuncias penales— afecta la presunción de inocencia y debilita el sistema.

En cuanto a las presiones, reconoce que existen. Algunas sutiles —como el colega que sugiere revisar un caso— y otras más directas. “Yo no voy a decir que no hubo presiones. Las hubo. Pero una cosa es presionar y otra es lo que hacemos los abogados: tratar de explicar que una persona cometió un error, que no es un delincuente, que hay contextos. Eso no es corrupción. Eso es defensa”, aclara.

No ha lugar

Fagúndez también denuncia una falta de respeto estructural hacia la profesión. “En Uruguay no se respeta al abogado. Ni en Argentina ni en Brasil pasa lo que pasa acá. Se lo prejuzga por cuánto cobra, por qué partido vota, por su cara. Eso termina afectando el derecho, la justicia y a toda la sociedad”, afirma.

En Uruguay no se respeta al abogado 

Hoy, en pleno año de debates por reformas al Código, el abogado lidera junto a otros colegas un equipo que busca proponer modificaciones que devuelvan garantías al proceso penal. Su objetivo: acercar el modelo a lo que hoy es el Código General del Proceso —utilizado en el fuero civil—, que considera más claro, ordenado y funcional. “Este Código penal vino del norte con plata. Cuando llegó a Uruguay, le metieron el hacha charrúa y quedó algo atroz. Pero se puede corregir”, asegura.

Fagúndez también propone una solución concreta y urgente: fortalecer la Fiscalía con recursos, estructura y personal idóneo. “Hay gente muy capaz ahí adentro que no tiene el apoyo que necesita. Y otros que no deberían estar”, remata. Se opone a la creación de un Ministerio de Justicia —“burocratizaría aún más”— y apuesta por invertir en quienes están en la primera línea: fiscales, defensores, policías.

Ya en el tramo final de la charla, el abogado reflexiona sobre el trasfondo social de muchos delitos: la falta de trabajo estable, el estrés crónico, la frustración. “Eso se canaliza en hurtos, en adicciones, en violencia. La red de contención se rompió. Y todo termina en el sistema penal”, señala.

Para quienes empiezan en la abogacía, su mensaje es tan honesto como el resto de la entrevista: “Elijan algo que les guste. No busquen plata: busquen ayudar. Trabajen bien, sean honestos. Y, si pueden, atiendan a alguien sin cobrarle. Eso también es abogar. Yo ya estoy en la sala de embarque. A los que siguen, solo les deseo suerte. Por el bien de todos”.

Por María Noel Domínguez


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