Seré curioso

Seré Curioso

Gloria Rodríguez: "El FA no tiene ni un negro en el Legislativo ni en el Ejecutivo"

De niña no podía ingresar a bailes de blancos de clase media en Melo. Se acaba de convertir en la primera senadora negra del país.

31.10.2019 07:38

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2019-10-31T07:38:00-03:00
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Por César Bianchi

@Chechobianchi

Fotos: Juan Manuel López

Por estos días, Gloria Rodríguez Santo (59) ha estado hasta en la sopa (César Vega también, sí). Lo curioso es que ella ya era legisladora, fue la primera diputada negra en acceder a la Cámara Baja y desde las elecciones celebradas el 27 de octubre, se convirtió en la primera senadora afrouruguaya electa en la historia del país. Sabe que los periodistas queremos conocer su historia de vida por eso -y dice que ahí radica el racismo-, pero lo aprovecha para visibilizar su lucha contra la discriminación por el color de piel.

No es nueva en ella esta lucha. Empezó a darla cuando era una niña que no podía ingresar al Club Unión de Melo, porque los negros tenían prohibida la entrada, y aquilató la mezquindad humana cuando siendo bachiller por fin pudo ingresar a un baile de graduación, pero como se sentía tan observada (y juzgada) se limitó a quedarse sentada a un costado, viendo cómo los demás -blanquitos todos- bailaban rocanrol. Con ese desprecio y el bullying que arrastraba de la edad escolar, Gloria se planteó ser alguien cuando fuera grande.

Después le pasó de todo: tuvo un hijo con dificultades en el habla y problemas motrices y se vino a Montevideo para atenderlo mejor, compró un apartamentito en un complejo de viviendas en Malvín Norte, empezó a trabajar en el Ministerio de Transporte, pasó en comisión al MEC, empezó a militar fuerte en el Partido Nacional (en el Herrrerismo), dio su primer discurso (un discurso vacío) y pensó que con semejante prueba de vergüenza y nerviosismo no podría nunca llegar a ser una dirigente política respetable.

Hoy es la primera senadora electa negra del Uruguay, y concedió esta charla en su despacho del Anexo del Palacio Legislativo para contar, entre otras cosas, cómo el Mides ha aplicado una política clientelística en sus prestaciones sociales, cómo fue discriminada por otra mujer afro en el Parlamento y por qué cree que tiene una responsabilidad extra a la de los demás parlamentarios.

-¿Cómo fue ser una niña negra en Melo en la década del 60 y 70?

-Yo tuve una infancia feliz. Tengo recuerdos muy lindos de ni niñez, y como me crié en una familia de negros, nunca sentí una diferencia. Cuando sentí la discriminación es cuando estaba en la escuela, al salir de nuestros iguales, ahí sí lo sentí.

-¿Le hacían bullying, como se dice ahora?

-Ah sí, por supuesto. Claro que sí, lo vivimos. Los chicos se enojaban y lo primero que hacían era atacarme étnicamente, era el insulto clásico de los niños. Recuerdo que mi mamá me peinaba y me hacía trenzas largas, y me ponía un moño, ¿y qué hacían los gurises? Me tiraban de las trenzas... era un sufrimiento. Pero era como un juego de chicos. No sé si eran insultos, creo que en esa época no era eso de hoy por hoy, que se dice "negra de mierda". Yo creo que era más "¿por qué sos negra?".

-Más ingenuidad que maldad, ¿dice usted?

-Claro. Yo me acuerdo de una compañera que me decía "tostada". "La tostada" me decía. La discriminación real la empecé a vivir más en la adolescencia.

-En la adolescencia usted no podía ir a bailar al Club Unión de Melo, porque por estatuto, no permitían el ingreso de afrodescendientes. Como en el Club Uruguay solo bailaban los negros y no permitían el ingreso de blancos. Dijo Gerardo Tagliaferro en Montevideo Portal: "Parece cosa de Mississipi, pero sucedía en Cerro Largo, Uruguay, hace 30 o 40 años". ¿Cómo le afectó no poder ingresar a un baile donde iban todos sus compañeros?

-En Melo teníamos tres clubes: Club Unión, clase más bien alta, los hacendados de la ciudad, muchos estancieros, ahí concurría la clase más acomodada; después estaba el Centro Unión Obrero, que era de esa clase media-baja, gente trabajadora; y después teníamos el Centro Uruguay, que era el club de los negros. Y allí bailábamos. Sabíamos perfectamente que ese era el lugar donde nos correspondía bailar. Obviamente, no podíamos ir a bailar ni al Centro Unión Obrero ni al Club Unión. Estaba normalizado, pero yo me lo cuestioné.

-¿Y qué le decían sus padres? ¿Qué le explicaban?

- Que no se nos permitía ir y chau. Para ellos era normal, ellos lo habían aceptado. Era así y se terminó. No se lo cuestionaban. Yo sí. Yo tengo el recuerdo de la piscina del Club Unión, la única piscina de Melo. Nosotros no podíamos entrar a esa piscina. Considero que mi entrega a esta lucha contra el racismo y la discriminación justamente se debe a ese proceso que viví en el paso de la niñez a la adolescencia, que fue el momento de mi vida en que me marcó.

"Mi padre trabajaba para el caudillo, él nunca tuvo aspiraciones políticas. Él me llevaba a las reuniones políticas. Yo siempre sentí admiración por Aparicio Saravia. En mi casa mi papá militaba y en política, mamá era doméstica"

-Pero cuando terminó sexto de bachillerato sí fue al Unión con sus demás compañeros, y la dejaron entrar porque era un evento organizado por el liceo. ¿Cómo se sintió?

-Era una oportunidad de entrar, de sentirme igual. Y ahí fue cuando me sentí diferente. Ahí sentí la discriminación y el racismo, desde el portero a todos... Me miraban raro, me sentí súper observada. Se podía bailar, pero yo no bailé. Me quedé sentada. Fue muy duro para un joven, cuando está con sus compañeros de liceo y todos se divierten con normalidad, y primero, era la primera vez que entré a ese lugar, y después, me sentí observada. No bailé esa noche. No disfruté, porque mis padres habían realizado un gran sacrificio para que yo fuera vestida acorde a esa situación.

-Hija de un padre mimbrero, que después fue policía. Mientras su padre fabricaba muebles de mimbre, su madre fue empleada doméstica. ¿Había privaciones en su casa?

-Hubo sí, claro, pero hambre nunca pasé. Nunca nos faltó la comida. Pero había privaciones... no se pasaba hambre, pero se comía guiso todos los días. ¡Se comía guiso todos los días! Para salir del guiso o el feijao (comidas clásicas de la frontera), quizás algún cumpleaños o una ocasión especial. Y usaba un solo par de zapatos para ir a la escuela, y llegaba de la escuela y había que sacarse esos zapatitos y guardarlos para el otro día, y tener la ropa para pasear. Esas son cosas que para un niño o un adolescente... Yo sentí las carencias y la discriminación en la adolescencia.

-Creció en un hogar politizado, donde se le inculcó el ser nacionalista. ¿Su padre fue dirigente?

-Fue un dirigente del interior típico, no es el dirigente que hoy conocemos que tiene aspiraciones políticas. Mi padre no, trabajaba para el caudillo, él nunca tuvo aspiraciones. Hoy el dirigente trabaja pensando en un crecimiento político. No sé si él me inculcó el ser blanca... sí me llevaba a las reuniones políticas. Yo siempre sentí admiración por Aparicio Saravia, soy saravista, pero en mi casa mi papá militaba y trabajaba en política, pero mi mamá no.

-No es nada raro ser blanco en Cerro Largo, departamento nacionalista si los hay.

-Ah claro, es un departamento blanco. Mi familia es toda del Partido Nacional.

-Usted se fue alineándo con el pensamiento wilsonista (si bien nunca militó en el wilsonismo), mientras que su padre era herrerista de pura cepa. ¿Era solo un matiz ideológico en su casa o derivó en discusiones?

-Discusiones no. Papá (Ramón) fue herrerista herrerista. Era muy estructurado, y por ejemplo, cuando comenzamos la militancia, yo lo acompañaba, y a él le gustaba intervenir y meterse, porque entendía que la política es de varones. Pero discutir no, siempre le tuve mucho respeto a mi papá en el tema político, y no le discutía. En aquella época no estaba el tema del Frente Amplio...

-¿Cómo no estaba el tema del Frente Amplio?

-No, en el interior se decía "los comunistas", el tema eran los comunistas. Cuando se hablaba de otro partido que no sea blancos y colorados, se decía "los comunistas". Y mi padre, cuando yo me quejaba o protestaba por algo, decía: "Esta parece que es comunista". En Secundaria había algún inconveniente, y yo me metía en las coordinadoras de jóvenes, y muchas veces no entrábamos a clase, y mi papá se preocupaba y decía: "Me parece que Gloria es comunista".

-¿En qué momento se decidió a involucrarse de lleno en la actividad política?

-Cuando comencé a militar no comencé a militar pensando en una carrera política. Mi militancia fuerte comenzó en Montevideo, en el 92, en la lista 71. Tenía 32 años.

-¿Y hasta ahí qué hacía? ¿De qué trabajaba o qué estudiaba?

-Hasta ahí yo vivía en Melo. Hice pasantías en Secundaria, porque no teníamos el IPA. Hoy hay otra formación. En aquel momento hacíamos unas agregaturas (sic) al lado del profesor, y después sí podíamos dar clase. Trabajé en un colegio de monjas. Me dediqué en ese rubro de la educación no formal. No hice el IPA, nunca me recibí. Trabajé mucho tiempo en el colegio María Auxiliadora dando clase. Y también le daba una mano a mis padres en el almacén que ellos tenían.

-Lacalle Pou siempre recuerda que su primer discurso fue "breve, pero malo". O al menos, eso le dijo su mejor amigo. ¿Cómo recuerda su primer discurso?


"'Que hable Gloria y nos cuente lo que viene realizando en Malvín Norte', dijo Penadés. Y no pude hablar. ¡Es que no hablé! Sentí que algo me oprimía el pecho, y quería hablar y se me fue la voz. Le dije a una amiga: 'No voy a poder seguir en política'"

-¡Fue horrible! ¡Espantoso! Club Cabrera, la zona de 8 de Octubre y Cabrera. Era una actividad de la lista 71, yo militaba en Malvín Norte. Eran las coordinadoras A y B de Malvín Norte, no estaban los municipios. La B era Malvín Norte. En esa reunión, empezaron a hablar diferentes compañeros, y en un momento dado me mencionaron, que yo estaba trabajando en esa zona. Y ese momento el diputado Gustavo Penadés dice: "Bueno, que hable Gloria y nos cuente lo que viene realizando en la zona de Malvín Norte". Bueno... no pude hablar. ¡Es que no hablé! Todavía tengo la sensación que viví en ese momento: sentí que algo me oprimía el pecho, y quería hablar y se me fue la voz. Abría y cerraba la boca, me trajeron un vaso de agua, tomé el agua y así y todo no podía hablar. Llegué a mi casa con una tristeza tan grande, con una desilusión, que le dije a una gran amiga: "No voy a poder seguir trabajando en política. Qué vergüenza que pasé.... No pude hablar".

-En 1991 usted desembarca en Montevideo, tras separarse de su esposo. Y se va, con sus dos hijos, su bisabuela y su perro Jacinto a Malvín Norte. ¿Qué la trajo a la capital, y por qué comprar una vivienda en Malvín Norte?

-Cuando yo llegué a Montevideo no fue por haberme separado de mi esposo. Yo llegué a Montevideo por un tema de salud de mi hijo mayor. Simplemente teníamos diferentes puntos de vista con mi esposo. Él consideraba que lo de nuestro hijo era una situación irreversible, que el chico tenía una discapacidad severa, no recuperable, y que había que tratarlo solo para que tuviera una mejor calidad de vida; yo tenía otro punto de vista debido a lo que los médicos me decían acá en la capital. El diagnóstico en Melo decía que el niño tenía que ir a una escuela especial, porque no iba a aprender a leer ni a escribir y tenía problemas motrices. (Hoy es motoquero). Entonces, veníamos a Montevideo cada 15 días, era un gasto impresionante. Por eso decidí afincarme acá.

Los médicos de acá decían que teníamos que tratarlo con un equipo multidisciplinario, que tenía un problema de disartria (NdeR: una dificultad para articular palabras causada por una parálisis o una ataxia de los centros nerviosos que rigen los órganos fonatorios), y problemas motrices que tenía que atenderlos con fisioterapia, pero con un coeficiente intelectual normal. Él confundía las palabras para expresarse, para hablar.

¿Y por qué nos vinimos a Malvín Norte? Porque el dinero nos dio para comprar un apartamentito en Malvín Norte. Vendimos en Melo y compramos acá. No había plata para comprar en otro barrio. Ojo, era un barrio de gente trabajadora, era un Malvín Norte muy diferente al que tenemos hoy. Yo me mudé hace muchísimos años, ojo, no cuando salí diputada, mucho antes. Sigo en el barrio, pero no en las viviendas del INVE.

-En Malvín Norte fue activista social, creó un comedor para que 70 niños pudieran tener un plato de comida durante la crisis de 2002. ¿Cómo recuerda ese momento?

-Nosotros ya en el 2002 estábamos militando fuerte. Y en política en la lista 71. Muchísimos de nuestros compañeros perdieron el trabajo, en fin, lo que sabemos todos. La situación se presentó jorobada. ¿Qué decidimos hacer entre todos? Una olla popular. ¿En dónde? En el club que estaba en Iguá casi Gallinal. Pero tenía un cartel que decía Movimiento Viva Aparicio Saravia, bajamos ese cartel y comenzamos con la olla popular. Lo bajamos porque era un cartel político, y si íbamos a dar comida, no era solo para los que fueran nacionalistas. Sacamos ese cartel y comenzamos a cocinar. Se corrió la voz y se empezó a acercar gente. Teníamos cola de gente... y salimos a pedir para poder cocinar. Y así cocinamos durante un tiempo, brindándole la comida a los vecinos. Una camioneta policial, creo que de la seccional 13, iba todos los días a levantar comida para llevarle a vecinos del barrio Ituzaingó.

-Usted seguía militando en el PN; pero ¿de qué vivía? ¿De qué trabajaba?

-Cuando llegué a Montevideo trabajé en una casa de recuperación de personas cuando salen de los posoperatorios, en Carrasco. Ahí trabajé pocos meses. Después hubo un llamado para el Ministerio de Transporte y entré como eventual o zafral. Ahí trabajé un año y medio, se terminó el contrato y quedé desempleada. Fueron momentos jorobados, porque los gurises eran chicos. ¿Qué hice? Me dediqué a coser, porque sé coser, entonces empecé a coser por encargo. Había aprendido en el colegio de las monjas.

Tiempo después hay otro llamado en el Ministerio de Transporte, me presenté y entré. Entré a mesa de entrada, después a contaduría, fui mejorando, y terminé trabajando en proveeduría. Luego salí en pase en comisión con el Ministerio de Educación y Cultura que conducía el ministro Antonio Mercader. Ahí trabajé en los clubes de ciencia. Se terminó la coalición de gobierno y nos dijeron que todos teníamos que volver a nuestros lugares de origen. Nosotros estábamos trabajando con un proyecto y nos dejaron terminar. Pero nunca regresé al Ministerio de Transporte. Estuve en comisión con María Simón, con Jorge Brovetto y con Ricardo Ehrlich, tres ministros de izquierda.

-Lo sabía. Este año estuvo, como nunca, en tela de juicio la herramienta del pase en comisión. ¿Está de acuerdo con ella, o cree que debería eliminarse?

-Si la utilizamos mal, es una herramienta no válida. Pero si la utilizamos bien... En mi caso de pase en comisión yo cumplía mi horario.

-Hay una infinidad de casos, que fueron públicos y notorios, de asesores que cumplen tareas sin horarios fijos. Y eso puede dar lugar a incumplimientos, o por lo menos, es imposible fiscalizar si cumplen su tarea o no...


"No puede ser poner a cualquier mujer (en la lista) solo por serlo, eso es insultante para las que realmente trabajamos. Y ojo, con un tiempo prudencial. Creo que la ley tiene que tener un plazo, para evaluar si resultó o no"

-Bueno, yo creo que son necesarios los asesores para los legisladores, porque no manejamos todos los temas y tenemos que contar con buenos asesores, que desempeñen su tarea. No tienen horario, es cierto. Nosotros tenemos que confiar en el buen criterio del legislador o de quien lo saque en comisión, que realmente lo saca para que cumpla una función.

-Y los uruguayos, que los votamos a ustedes, ¿tenemos que creerles o no que sus asesores en pase en comisión cumplen las tareas?

-Y... si nos votaron, tienen que confiar en nosotros. (Se sonríe).

-Usted estaba en el tercer lugar a la diputación de la lista 71, por Montevideo. Llega a ser diputada por la cuota de género, ¿no es así?

-Sí, estoy por la ley de cuota de participación política, es así.

-¿Es necesaria la cuotificación? Le pregunto porque otros dicen que no es justa, que cada persona debe llegar al Parlamento por sus propios méritos y no por ser mujer.

-Mire, en un principio discrepé con la cuota, porque creía que cada uno de nosotros tiene que llegar por sus propios méritos, por su trabajo, no por el hecho de ser mujer. Después, debido a que la política fue pensada para el hombre, me di cuenta que es muy difícil llegar para una mujer. Ahí tuvimos que recurrir a esa ley. Esa ley de participación política para darle una oportunidad a las mujeres que realmente trabajan y militan, porque debe de ser así. No puede ser poner a cualquier mujer solo por serlo, eso es insultante para las que realmente trabajamos. Y ojo, con un tiempo prudencial. Creo que la ley tiene que tener un plazo, para evaluar, si resultó o no. Voy por la paridad, eh.

-Ha trabajado muy fuerte en la lucha por los derechos de los afrodescendientes. ¿Cree que hoy se respetan un poco más? ¿Le reconoce méritos a los gobiernos del FA en un mayor reconocimientos a la población afro?

-Hemos avanzado. Sí, cómo no, hemos avanzado, no lo deseado, pero sí. He participado desde siempre en la lucha contra todo tipo de discriminación, más allá de la discriminación racial. La ley 19.922 de acciones afirmativas hacia el colectivo afrodescendiente fue impulsada por el Frente Amplio. Nosotros, desde la organización civil, apoyamos dicha ley y participamos en las comisiones, y me reuní con los legisladores de mi partido y les llevé el proyecto de ley, y se trabajó en él. Los legisladores lo acompañaron con su voto. Se avanzó, pero estamos en una meseta. La ley no se aplica, no existen controles...

El FA le dio un impulso a un trabajo realizado por la organización civil. No podemos no reconocer el trabajo de décadas de la organización civil. El FA tomó los proyectos -me parece bien- y los impulsó. ¿Pero sabe una cosa? Se usaron como herramienta electoral, lamentablemente.

-¿Y en el interior son efectivas las políticas para la población afrouruguaya?

-No. Están sumamente postergados. En los departamentos donde se concentran más cantidad de afrodescendientes, el 90% no tiene la menor idea de los avances que hemos tenido, no se les brinda nada... Se ha centralizado. Vas, se hace una charla a través del Mides o una ONG, un seminario, una charla y se terminó el tema. Esto es así, y quien lleva las políticas hacia el colectivo afro es el Mides y no han funcionado. ¿Sabe por qué? Porque se han manejado de forma clientelística. El clientelismo se ve en el manejo de los derechos hacia las minorías todas. Por eso he tenido tantos enfrentamientos con mis corrazáneos (sic), los negros como yo... Porque cuando nosotros no estamos de acuerdo con determinadas políticas que llevan adelante, se molestan.

"Estuve totalmente de acuerdo con el afiche de la Patria Gaucha. Queremos reivindicar nuestra historia, ¿y nos ofendemos por todo? No... yo quiero que se sepa que las mujeres negras amamantaban a los hijos de los blancos"

No me voy a poner como víctima, pero yo no pude participar nunca de nada oficial. "No, porque Gloria es del Partido Nacional. Es blanca, no la podemos invitar". Así se ha manejado un grupo privilegiado que se ha apoderado de lo que son las políticas hacia el colectivo afro. Hace poco me preguntaron cómo me llevaba con el colectivo, y yo corregí al periodista. Le dije: "No es un colectivo, se trata de organizaciones civiles que trabajan ese tema, porque el colectivo somos todos". Esas organizaciones civiles a las cuales hago referencia... a mí un día me declararon persona no grata.

-¿Quién y por qué?

-La Casa Afrouruguaya presidida por Edgardo Ortuño, y porque yo estuve en total desacuerdo con la policlínica Afro Salud. Yo considero que la salud debe ser para todos, que no tenemos que tener policlínicas para los negros. Y dije: ¿los negros vamos a cuarentena? Se molestaron conmigo, como se molestaron cuando el afiche de la Patria Gaucha con la imagen de la ama de leche... yo estuve totalmente de acuerdo con esa imagen. Queremos reivindicar nuestra historia, ¿y nos ofendemos por todo? No... yo quiero que se sepa que las mujeres negras amamantaban los hijos de los blancos.

-Gloria, los negros que estaban en contra de ese afiche, de esa imagen, decían que eso había sido así porque a las negras esclavas se las obligaba a amamantar a los hijos de sus amos, los blancos. No lo hacían por su propia voluntad, sino en contra de su voluntad.

-Ya lo sé, las obligaban... pero el grupo del Mides bajó un lineazo y había que salir en contra del afiche. Mire, yo reivindico que esa mujer estigmatizada, despreciada por sus patrones, ellos le daban lo más preciado que es un hijo, y ella lo amamantaba, les daba su leche, que es la vida. Por eso digo que es una sangre multicolor. Los niños blancos eran amamantados con la leche de una negra.

-¿En el Parlamento vivió algún episodio de racismo o discriminación?

-Sí, desde el oficialismo, con la mae Susana Andrade. Nosotros habíamos recibido una delegación que nos presentó denuncias sobre la violación de los derechos humanos en Venezuela. Solicitaron ser recibidos por la comisión de Derechos Humanos del Parlamento, mis colegas del oficialismo no pudieron recibirlas, yo estaba presidiendo la comisión y las recibimos. Realizamos un informe con documentación, con todo, sobre lo que nos habían denunciado. A la sesión siguiente decidimos sacar una nota para presentarla en el pleno del Plenario diciendo que condenábamos la violación a los derechos humanos en Venezuela. Eso se firmó por todos, lo presentamos, y después nos llamó una diputada del FA (Mercedes Santalla, del MPP) muy acongojada, diciéndonos que querían retirar el documento y que yo tenía que pedirlo, para retirarlo. Yo le dije que no, que ya había sido presentado. "Nos dijeron que no podíamos haberlo firmado", dice ella. Pero frente a la presión recibida por las compañeras, solicitaron el documento y tacharon las firmas. Fue un episodio muy grave.

Nosotros denunciamos que las legisladores del FA habían tachado las firmas. Y Susana Andrade, sin tener conocimiento de lo sucedido, consideró que yo las estaba acusando injustamente a sus compañeras y decía que ellas no habían firmado nada. Y salió a decir "¡esta negra blanca!", "esta negra diputada de los blancos"... cosas lamentables, ofensivo. Mire, ahí en el Parlamento y desde el oficialismo recibí la mayor agresión. Lo presenté como asunto político, por supuesto, y el FA pidió las disculpas correspondientes.

-¿La sociedad uruguaya es racista?

-Totalmente. Lamentablemente sí. ¿Sabe por qué? Ahora que fui electa senadora, ¡se armó un revuelo! ¡Gloria Rodríguez, la primera senadora afrodescendiente!

-Y bueno, yo la estoy entrevistando por ese motivo. Y usted ha estado en todos los medios estos días, por eso...

-Y yo les agradezco. Ustedes me están dando la oportunidad de poner en el tapete nuevamente un tema que me ha llevado la vida, que es la lucha contra el racismo y la discriminación. Llama la atención, por el racismo que existe. ¿Cómo una negra va a llegar al Senado? No debería, la Constitución dice que somos todos iguales ante la ley. ¿Por qué soy la primera? Porque no nos brindan las mismas oportunidades. ¿Las causas? El racismo. No nos dan la oportunidad, no nos permiten crecer.

Yo no voy a dar nombres pero estoy esperando que alguien del FA me conmine a decir quién fue el que dijo que "lo más probable es que a ella la están usando políticamente los blancos". Fue una autoridad, eh.

-¿Quién lo dijo?

-No se lo voy a decir, estoy esperando que el presidente del Frente Amplio, Javier (Miranda), que es mi amigo, me lo pregunte, y se lo voy a decir. Ellos que se embanderan con la defensa de los derechos humanos, y la igualdad... Y como el Partido Nacional tiene una mujer afro, ¿la están usando? Para ellos (en el FA), los negros no tenemos capacidad y a la prueba está, que no tienen ni un negro en el Legislativo ni en el Ejecutivo.

-¿Y Edgardo Ortuño?

-¿Y dónde está? En un momento fue necesario para el crecimiento del Frente. "Mirá qué inclusivos que somos"

-¡Los está acusando de usar a los negros electoralmente, igual que lo que esa persona dijo del Partido Nacional!

-Pero ellos sí... Si yo soy inclusiva, y trabajo para la participación de todos sin distinción, entonces, en el Frente, ¿no hay negros capacitados? Cuando ellos dijeron que abrían las puertas para los negros, y el candombe, y qué se yo... ¿Dónde están los negros?

"Estoy esperando que alguien del Frente me conmine a decir quién fue el que dijo que 'lo más probable es que a ella la están usando políticamente los blancos'. Para ellos (el FA), los negros no tenemos capacidad. Ellos no tienen ni un negro en el Legislativo ni en el Ejecutivo"

-¿Qué sensaciones le produce ser la primera senadora afro del país? ¿La enorgullece? ¿Le da lo mismo?

-No me puede dar lo mismo de ninguna manera. A mí no me da lo mismo. Le doy el valor que corresponde y la responsabilidad que tengo sobre mis hombros. Yo soy una agradecida a mi partido y a mi lista, que me dejó crecer. Nunca me pusieron trabas ni barreras.

-¿Y por qué la responsabilidad que tiene sobre sus hombros? ¿Por qué tendría más responsabilidad que cualquier otro legislador?

-No. Yo tengo más responsabilidad, porque yo tengo que tirar esas resistencias que encontramos hacia los diferentes, las minorías. Y alzar mi voz, porque muchas veces en lo formal nos presentamos con normas hacia beneficiar, hacia buscar avances hacia esas minorías, pero en lo práctico no caminamos, seguimos estancados. Y tengo la responsabilidad junto con lo que no son negros como yo para concientizar de que somos una sociedad multiétnica. Si nosotros no reconocemos que somos una sociedad multiétnica seguimos condenados a seguir con este flagelo terrible que es la discriminación y el racismo.

-Es creyente, pertenece a la Iglesia Nueva Apostólica. ¿En qué ha influido Dios en su vida?

-En todo. Primero, es mi guía. Dios me ha guiado, me ha amparado, me ha protegido, ha protegido a mi familia, a mis hijos, me ha enseñado a respetar, a ser tolerante, me ha enseñado a valorar lo que tengo y me ha enseñado a agradecer por lo que no tengo.

-¿Es feliz?

-Soy feliz.