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Gerardo Núñez: “Podés luchar contra denuncias, pero el daño que te hacen es irreversible”

El dirigente comunista cuenta por qué renunció a su banca, responde sobre el proceso judicial en su contra y adelanta cuál será su rumbo.

23.04.2023 09:00

Lectura: 30'

2023-04-23T09:00:00-03:00
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Por Nicolás Delgado

Gerardo Núñez tiene 38 años, dos hijas, una nieta y un periplo parlamentario de ocho temporadas que se cerró la semana pasada, tras dos denuncias por violencia de género que lo mantuvieron en un profundo y prolongado silencio público.

En 2015 fue electo diputado Óscar Andrade, el entonces dirigente sindical y comunista que renunció a su banca en 2016 para asumir como secretario general del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (Sunca). Así, Núñez, que era su suplente, asumió la titularidad de la banca.

Las dos acusaciones en su contra se presentaron en 2022 y se archivaron en los últimos meses, la primera tras la retractación de la denunciante y la segunda luego de que el legislador cumpliera las medidas cautelares dispuestas por el Poder Judicial. “Vivimos momentos de mucha polarización social y política, donde no siempre importa la verdad ni los resultados judiciales. Importa más la instalación de relatos. En este contexto lo que menos quiero es perjudicar a mi fuerza política y a mi partido”, explicó en una carta difundida el martes, día en el que oficializó su renuncia y la Cámara de Representantes votó un subsidio en su apoyo.

En entrevista con Montevideo Portal, cuenta que tras las denuncias, escraches en su casa y en redes sociales, y procesos judiciales imperfectos, quedó con miedo. Además, responde qué visualiza para su futuro y da su opinión sobre los señalamientos contra el senador herrerista Gustavo Penadés.

¿En qué momento resolviste renunciar a tu banca en Diputados?

Fue un proceso bastante largo. A fin del año pasado, por octubre o noviembre, más o menos había explorado esta posibilidad en lo personal. Había hablado con mis hijas, con compañeros y compañeras del partido para ver cómo lo estaban viendo, y en ese momento entendíamos que era tal vez la mejor salida a mi situación. Después fuimos acercándonos a esa conclusión de manera colectiva, y hacia febrero la decisión ya la teníamos.

¿Al decir que tomaron la decisión de manera colectiva significa que algunos dirigentes te recomendaron dar un paso al costado?

Mi situación, como otros temas, siempre fue objeto de discusión política. Yo integraba la dirección del Partido [Comunista del Uruguay, PCU], por lo que este tema fue monitoreado por la dirección del partido, y las decisiones las íbamos tomando en conjunto. Esta última parte, el desenlace final, también fue parte de una construcción colectiva: fuimos acordando la mejor manera que protegiera al partido, que protegiera al Frente Amplio y que también me protegiera a mí como persona, porque detrás del militante y el dirigente político hay una persona, una familia, seres queridos. Vimos que ese era el mejor escenario.

¿Qué te recomendó Juan Castillo [secretario general del PCU]?

Juan siempre estuvo en el proceso desde el primer día y compartió esta valoración que veníamos haciendo. Él fue parte de esta valoración.

Te recomendó dar un paso al costado…

No fue una recomendación personal, porque eran aspectos colectivos que iban surgiendo en un espacio de discusión y debate. Es un tema difícil de tramitar y discutir, porque a mí hay gente que me conoce desde que tengo 14 o 15 años. Milito desde esa época en el partido y a muchas de esas personas les tengo mucho aprecio personal y ellas hacia mí. Entonces, a veces es difícil separar esos temas, cuando hay, además de una militancia partidaria, aspectos que uno siente por la otra persona.

La mujer que te denunció en redes sociales asumió su error y pidió disculpas. ¿Qué pasó con la otra denunciante? ¿Era tu pareja?

Era una persona con la que salí algunos meses, creo que fueron siete u ocho meses. Digamos que fue mi novia durante ese tiempo. Empezamos saliendo, viéndonos, y después intentamos tener un vínculo más estrecho, con algunas idas y venidas, como cualquier vínculo sentimental que pueda existir en nuestra sociedad.

¿Qué fue lo que sucedió? ¿Hubo un episodio que llevó a que ella te haya denunciado por violencia de género? ¿Hubo violencia verbal o violencia física?

No, obviamente no la hubo. Las razones [de la denuncia] las desconozco y no me gusta especular sobre eso, sobre por qué se realizó, por qué se dijo tal cosa o tal otra. Pero bueno… tendrá sus razones. Lo que sí obviamente niego categóricamente cualquier hecho que me vincule a una situación de violencia.

Los motivos por los que renuncias están vinculados a dos denuncias en tu contra por violencia de género, una en redes sociales y otra ante la Justicia de Familia. En el proceso judicial, una jueza te impuso medidas de prohibición de acercamiento a la denunciante y además fuiste intimado a concurrir a un programa especial para hombres que ejercen violencia de género que dicta la Intendencia de Montevideo. ¿Concurriste a ese curso?

Como todo proceso cautelar, hoy en día, en función de lo que está estipulado en la ley, en cualquier denuncia que se haga y que tenga verosimilitud, no quiere decir que sea verdad, porque no se presentan pruebas, no se analizan pruebas de manera categórica. De hecho, hay medidas cautelares que se toman por teléfono, por la situación y porque a veces se requiere una acción concreta por las dudas. En el derecho le llaman medidas de precaución o prevención, porque lo que se intenta es evitar un mal que pudiera llegar a suceder, aunque no se tenga la convicción de que sea así lo que se está relatando.

Entonces, las medidas de no acercamiento van en ese sentido, al igual que las medidas que me intimaron: ir a un lugar de varones que ejercieron violencia de género, a una fundación que se llamaba Proyecto Dominó, que después se denunció que tenía unas prácticas complicadas, o podía ir a mi prestador de salud. Tenía esas tres opciones. Como yo ya venía haciendo terapia desde mucho antes, continué mi proceso terapéutico por mi vía, porque tenía esas tres opciones, y porque valoré políticamente que ir al proyecto de varones que ejercieron violencia de género que depende directamente de la Intendencia de Montevideo podía complicar a la gente que está en la Intendencia.

Mi objetivo de esto nunca fue generalizar un problema, sino asumirlo yo y hacer lo que correspondiera dentro de las posibilidades que había estipulado la jueza.

¿Qué puedes contar de esa experiencia terapéutica sobre este asunto? Teniendo en cuenta además que sos psicólogo.

Sí, soy psicólogo. Me recibí en 2015. Es una situación muy particular, porque fue un proceso muy doloroso, por el cual tuve que transitar todo este año. Yo ya venía haciendo un proceso terapéutico previo a todo esto, pero obviamente que esto fue un centro de ese proceso, porque mi vida se vio afectada de manera drástica, la vida de mi familia, y de mis hijas, sobre todo. Esto afectó a mi núcleo más cercano, a mis hijas y a la pareja con la que estaba en ese momento, que jugó un papel fundamental en ayudarme a salir de esa situación de angustia, de miedo, cosas que se experimentan y que yo nunca había experimentado con una situación así.

Todas las personas que tenemos algún nivel de exposición pública estamos acostumbrados a recibir críticas, insultos, amenazas, pero no una situación así. Nunca me había pasado de acusaciones que se reprodujeron en redes sociales muy complejas para cualquier persona, en este caso para mí como varón, como padre de dos hijas; realmente fueron cosas que me impactaron muy duro.

Sin esa terapia, sin mis hijas y sin ese acompañamiento de la persona con la que estaba en ese momento teniendo una relación afectiva hubiese sido muy difícil salir, y obviamente el apoyo de mis amigos, mis compañeros y compañeras que siempre estuvieron allí y que agradezco un montón; también de otras personas del ámbito político, del periodístico, que son hechos de solidaridad que capaz que no te los esperás, y que recibí y agradezco. Eso me sirvió para ver un poco más de la tormenta, para ver que puede haber un mañana.

Dijiste que sentiste miedo. ¿Miedo a qué o de qué?

Quedé con mucho miedo a relacionarme con mujeres. Quedé con miedo a sentir vergüenza, a salir al barrio y que dijeran “este es el diputado que acusaron de esto y que acusaron de lo otro”. Y por suerte recibí una contención hasta del propio barrio. Además del escrache en redes sociales, tuve un escrache en mi casa.

¿Quién lo hizo? ¿O quiénes?

Tengo la convicción de quién fue, pero no las pruebas, y no quiero jugármela en ese plano, pero básicamente por el escrache colocaron afiches en la puerta de mi casa, en la vereda, en las columnas, en los contenedores, que me acusaban de violento, y lo retiraron las vecinas. A mí eso me generó como una emoción, al sentir que no estoy solo en esto. Yo ni estaba en mi casa esa mañana. Fue un sábado y me avisó una vecina que tenía eso en mi casa y que se habían encargado con otra persona de retirarlo. Son esas pequeñas cosas, que no son tan pequeñas, que es lo que te sostienen en esos momentos. Porque la verdad que encontrarte con eso en la puerta de tu casa, o que te avisen que está eso, para mí fue terrible. Son de las cosas que no quiero que ninguna otra persona pase.

En la carta en la que explicas los motivos de tu renuncia dices que hoy importan más los relatos que la verdad. ¿En qué medida renunciar a la banca no es una forma de darle la razón a quienes buscan imponer relatos sobre la verdad?

Es una dicotomía que tenía, que estuvo permanentemente arriba de la mesa cuando lo analizamos, porque decís: “Entonces, a partir de ahora, cualquier denuncia que exista contra un compañero o una compañera, por violencia de género o un escrache o lo que fuera, va a terminar en una renuncia”. Bueno, no. En este caso entendíamos que no era dar el brazo a torcer a esa situación, sino que fue un ataque tan voluminoso, aunque fuera por unos días, en redes sociales sobre todo y con la primera denuncia, que el daño que te hacen en un plano es irreversible. Vos podés luchar contra eso, pero el daño que te hacen es irreversible.

¿El daño ante la opinión pública o en términos personales?

En los dos, porque se instala en la opinión pública una idea, se reproduce… Fijate que el posteo que se hace de la denuncia en Instagram fue el 27 de enero del 2022 y se empieza a masificar unos días previos al 8 de marzo. Tengo identificado quiénes fueron los trols y personas que empezaron a largarlo. Te tiran a los leones. ¿Por qué no salió antes?

¿Esas personas perseguían móviles políticos partidarios?

Yo creo que hay un poco de eso, de buscar afectar la imagen, de atacar. No lo ubico en un sector político partidario, pero sí claramente son cuentas que tienen una determinada ideología, un determinado pensamiento, que a mí siempre me atacaron, por otras cosas, por Cuba, por Venezuela. Siempre digo a los compañeros que yo ponía un tuit hablando de cualquier tema, a veces cosas de fútbol, y tenía un par de respuestas que no tenían nada que ver con eso: “Andate para Cuba”; “andate para Venezuela”. La típica, que entiendo que son formas de trabajo que están predeterminadas por una máquina. Pongas lo que pongas va a salir eso. Algunas de las cuentas las denuncié en la Justicia, pero las herramientas que a veces tiene la Justicia para investigar este tipo de cosas son pocas, o no destinan los recursos a esto y sí a situaciones más graves, como han existido.

¿Qué tienes previsto hacer para contrarrestar esos relatos, más allá de dar notas a la prensa?

Dar la cara en este momento. Yo durante un año no hablé, no porque no tuviera qué decir, no porque no quisiera defenderme, sino porque entendía que había que cuidar el proceso que se estaba llevando adelante en la Justicia y no quería que nada entorpeciera esa situación.

Y por otro lado, creo que en esa disyuntiva sobre si era una forma de darle la razón a quienes intentan instalar relatos y no la verdad… en esa disyuntiva creo que el mejor lugar para defenderme hoy es no estando en el lugar. Porque alguien podría decir: “Bueno, está diciendo todo esto porque en realidad quiere quedarse en el lugar, porque no quiere largar la banca, porque quiere seguir siendo legislador”. Hoy creo que se demuestra que no, que no me importa el lugar. Sí lo considero un espacio de trabajo, de lucha, de ideas, para llevar adelante proyectos y para defender los grandes intereses de las mayorías del país, pero no está asociado a mi persona.

Yo no soy solamente eso; no fui solamente legislador. Fui un trabajador de talleres, un trabajador que hizo changas en la construcción, un trabajador que trabajó en vivero, soy padre, soy abuelo, a pesar de mi corta edad; soy psicólogo, todo eso soy. Entonces, lo que quiero y pretendo es de alguna forma dejar claro que mi defensa no pasa por ese lugar. Después habrá quienes te puedan creer y quienes no; quienes puedan empatizar con mi situación y quienes no; y bueno… La forma que entiendo yo de defenderme es esa hoy. No pretendo atacar a nadie, no pretendo victimizarme tampoco, pero sí está bueno hablar de la experiencia y de lo que me tocó pasar, porque además en todo este proceso, pero sobre todo en estas últimas horas, he tenido catarata de mensajes de personas que han vivido situaciones similares, y no solo estoy hablando de varones, también de otras mujeres que no pueden ver a sus nietos, que no pueden ver a sus seres queridos, porque son instrumentos muy valiosos, pero a veces no son bien utilizados.

Gerardo Núñez. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Gerardo Núñez. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

En la carta en la que fundamentas tu renuncia te refieres a este asunto y dices: “Existen herramientas legales muy valiosas que se conquistaron y deben ser protegidas. Sin embargo, algunas veces cuando se producen manejos espurios de las mismas, lo que se hace es dinamitar los avances que protegen a las personas en situación de violencia, aumentando el descreimiento respecto a dichos instrumentos”. ¿Consideras que en la sociedad y el Poder Judicial la palabra del hombre vale menos que la de la mujer?

La Justicia actúa en función de la ley. La ley protege a la posible víctima y me parece que eso está bien, porque ¿qué hace un juez al que le llega una denuncia de violencia de género y la mujer relata que el hombre la hostiga, se le para en la puerta de la casa, cada vez se pone más violento? Frente a esa situación, el juez termina decretando medidas cautelares por las dudas y después desarrolla un escenario judicial donde puede generar algún tipo de investigación y, si corresponde, lo deriva al ámbito penal. El tema no está tanto dado con la ley; yo defiendo el instrumento legal, porque entiendo que frente a esa disyuntiva que plantea la duda, por las dudas, protejo. Ahora, creo que lamentablemente existen denuncias que no son verdad; son denuncias que tienen otros objetivos, que terminan perjudicando a todas las personas que realmente necesitan la protección de la ley.

En 2022 hubo 33.000 denuncias por violencia de género, según los datos del Ministerio del Interior, y viene creciendo esa cifra año a año; vienen creciendo los femicidios año a año. La impresión que yo tengo es que está saturado el sistema por denuncias que a veces tal vez se pudieran resolver de otra manera.

La Justicia se ve saturada, resuelve como puede con los recursos que tiene, e imaginate que 33.000 denuncias por año son casi 100 por día. No dan abasto. Hay creo que 2 mil y pico de tobilleras. Las pericias que realizan, como psicólogo, te puedo decir que técnicamente tienen un montón de aspectos grises que deberían mejorar muchísimo, porque esa evaluación que hacen para ver qué medidas imponen es clave, porque valora el riesgo. Y a veces no está bien valorado el riesgo y terminan poniendo igual una tobillera, y otras veces hay un riesgo gigantesco, porque evalúan medio a las apuradas, y termina pasando el peor desenlace, que nadie quiere.

¿Cómo se podría mejorar el sistema?

Tiene que haber un fuerte compromiso educativo en esto, de formación. Si todo termina siendo violencia, nada es violencia. Hay un aspecto de esto que hay que valorar. No todo es violencia. Hay que tener la valentía para decir “esto no es violencia”. Dentro de la lógica de la violencia de género y la violencia psicológica puede entrar un sinfín de situaciones. Ahora, ¿todo es denunciable? ¿Todo tiene que llevarse a cabo en un proceso judicial o puede haber otras alternativas?

¿Qué alternativas puede haber?

Algunas de las alternativas es formar a la gente, a todas las personas.

¿Formarlas en qué?

En violencia de género. Determinemos bien. Obviamente que hay abanicos que no pueden ser contemplados por una ley, pero sí culturalmente podemos avanzar en eso, porque de hecho hay aspectos que antes se vivían con naturalidad que hoy se plantean como violencia, y está bien que los revisemos. Ahora, no todo puede ser violencia.

¿Puedes mencionar episodios que se consideran violencia y no deberían ser considerados de esa manera?

Que una persona se vaya de la relación, que no acompañe a otra más tiempo del que se considera que la debería acompañar. ¿Dónde está el derecho de cada uno a decir hasta acá llego, o sigo? ¿Retornar con una persona después de una separación es malo, es violento, es manipulador? Hay que tratar de avanzar en estos aspectos formativos, educativos, y también formar más a los profesionales que actúan en esto.

¿Eso fue lo que te pasó?

No puedo dar detalles de mi caso.

Para lograr algo así habría que lograr un gran acuerdo social, y esos acuerdos suelen tener su correlato en acuerdos políticos. Hoy estamos en un momento en que el sistema político parece no poder estar logrando llegar a grandes acuerdos, como la designación de un fiscal de Corte. ¿Cuánta responsabilidad le cabe al sistema político en este asunto?

Muchísima en temas que deberían ser país. Hay temas estratégicos, y este es uno. El tema de resolver favorablemente las herramientas para que la Justicia pueda actuar en todos los ámbitos, pero fundamentalmente en el de violencia, en todos sus términos, es un tema estratégico para el país. No ponerse de acuerdo en eso es muy complicado y ahí conviven aspectos ideológicos, filosóficos.

De hecho, se discutió la tenencia compartida; ahí hay claramente dos o tres posiciones, o cuatro o cinco, y fijate que en un tema en el que debería primar el derecho de los niños y las niñas, ahí aparecen múltiples interpretaciones. ¿Cuál es la mejor forma de proteger al niño o la niña? Ahí el sistema político tiene mucho para aportar.

Lo que planteó parte del oficialismo es que muchas madres terminan presentando falsas denuncias contra los padres para que no vean a sus hijos.

Puede pasar y estoy seguro que hay casos que existen, por más que sean los mínimos o los menos. El problema es que actualmente existe la tenencia compartida, pero el tema es cómo aplica. Por lo que tengo entendido, si no hay acuerdo entre los padres, se desarrolla un proceso judicial bastante cuantioso para el padre. Ahí vos no te vas a meter con los honorarios de los abogados o las abogadas que trabajan en esto. ¿Cómo podemos resolver una manera para que ese padre pueda tener tiempo con su hijo o hija, siempre y cuando no ponga en riesgo la integridad del niño o la niña? Hay muchos aspectos prácticos. ¿Cómo se mantiene el centro de vida del niño? Suponete que tenés un hijo y la madre vive en San José, o más lejos. ¿Cómo hacés en un régimen de tenencia compartida para que ese niño vaya a la misma escuela, o tenga más o menos los mismos amigos en el barrio, o se atienda con el mismo equipo de salud? Son aspectos prácticos que hay que tratar de resolver y creo que el proyecto [del oficialismo convertido en ley] no resuelve eso, y tal vez perjudique la situación de los niños y las niñas en nuestro país.

En la nota [de renuncia] decía que cuando se manejan elementos espurios en las denuncias se da paso al descreimiento de los instrumentos. Y si ves cuál es muchas veces el argumento de quienes impulsaron la tenencia compartida es la Ley 19.580 [de violencia hacia las mujeres basada en género, aprobada en diciembre de 2017]. Entonces, ¿cómo hacemos para mejorar ese instrumento y que no se retroceda en derechos que en términos generales están bien? Tal vez haya aspectos para revisar, mejorar o cambiar.

¿En qué se podría mejorar esta ley?

Hoy lo más importante es dotarla de mayores recursos presupuestales, continuar capacitando a los actores judiciales, a los equipos multidisciplinarios, para alcanzar mejores resultados. A su vez esto va a permitir que las medidas de protección se puedan evaluar con más periodicidad.

En el mismo sentido, más presupuesto debería conducir a tener más personal profesional, para evitar lo que a veces ocurre, que las evaluaciones técnicas de riesgo se hacen después de la audiencia, y esto no le permite a los jueces evaluar correctamente si las medidas cautelares impuestas son las adecuadas.

Gerardo Núñez. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

Gerardo Núñez. Foto: Javier Noceti / Montevideo Portal

¿El Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio trató tu caso?

Sí, lo estuvo tratando, pero no sé en lo que quedó. Se tendrá que expresar antes del Plenario del Frente Amplio, supongo. No tengo el dictamen final del tribunal.

¿Te parece que actuó con la celeridad pertinente?

Me presenté yo al Tribunal y también el partido; fue una cosa conjunta que se decidió de esa manera y, por lo que sé, otros casos que ha habido similares a mi situación, son casos que llevan su tiempo, por lo dificultoso de la temática. Justamente, es un Tribunal de Conducta Política. ¿Cuál es el marco de actuación para un tribunal en estos temas? Hay un protocolo de violencia política basada en género que se votó en 2020 que da pistas, pero tal vez no tenga todo el camino allanado y tal vez haya que trabajar más en eso, en protocolos que le den un tratamiento más rápido a este tipo de situaciones en la medida de lo posible.

¿Cómo has visto el caso Penadés? Es otro tema, lo tuyo fue por violencia de género y a él se lo denuncia por explotación sexual o abuso sexual de menores, pero se trata de denuncias contra legisladores.

Yo creo que es un tema dificilísimo para todas las personas, difícil de tratar para el periodismo: qué informás, qué no informás, cómo lo informás. Es un tema difícil para los integrantes de la coalición de gobierno.

Yo siento en esto que hay que esperar a lo que suceda en la Justicia, que hay que ser cuidadoso en todo ese proceso para proteger a la persona que hizo la denuncia, que primero fue pública y después se reafirmó por vía judicial. Tengo entendido que hay otras personas también.

Creo que hay que ser muy cuidadosos y no entrar en un manoseo de la situación, por todos los involucrados, porque si las personas que fueron a relatar esto realmente vivieron situaciones como las que plantearon tienen que ser protegidas, y no pueden entrar en un tire afloje entre hinchadas, en redes sociales. “Esta denunció porque tiene tal objetivo”. Y capaz que no tiene ningún objetivo y simplemente lo que quería era contarlo. O “miren lo que está pasando con tal o cual legislador” y utilizar eso como un elemento de permanente repiqueteo para golpear al legislador o a su partido. Hay que ser sumamente respetuosos de la situación y, desde mi punto de vista, evitar la mediatización. Creo que lo informado ya está informado. No me gustaría encontrarme con filtraciones de las víctimas, que venimos de casos que vienen siendo ultra filtrados y la verdad que me parece que no contribuye al esclarecimiento de toda esta situación. Creo que se terminan generando opiniones previo a haber un dictamen judicial.

¿Consideras que Penadés debería tomarse licencia en el Parlamento?

Pienso que eso es una decisión muy personal y también política.

Hablaste de filtraciones y lo más reciente es el caso Astesiano. ¿Te parece que se filtró demasiado, por llamarlo de alguna manera, o que se construyó una idea previo a un fallo judicial?

Está bien que saltara todo el escenario de hechos delictivos que lo termina confirmando el acuerdo abreviado que realiza con la fiscal, que tuvo un impacto muy grande en la sociedad uruguaya. Ahora, creo que ese no puede ser el único tema con el cual la oposición política haga un trabajo político.

Desde afuera sentí que por un momento hubo una saturación del tema y creo que es un tema relevante, no le resto trascendencia, pero también hay otra realidad. Mientras pasaba eso se avanzaba con la reforma jubilatoria, que tiene muchos elementos de retroceso para el conjunto de los uruguayos y sobre todo para los más jóvenes que nos vamos a jubilar dentro de 20 o 30 años. Me parece que en un momento, o en una etapa de saturación, no estoy tan seguro que sea el tema que le importe sobremanera a los uruguayos y las uruguayas. Ahí está cómo se maneja la situación. De hecho, hoy se habla muy poco del tema.

Cabildo Abierto y el PERI resolvieron no dar sus votos para aprobar el subsidio que se te otorgó en Diputados. ¿Cómo tomaste sus posturas?

Las separo totalmente, porque [César] Vega [del PERI] ha votado siempre en contra de los subsidios, y lo respeto.

Algunos legisladores de Cabildo están de manera desesperada tratando de sacar rédito político de cualquier cosa. Y no lo digo yo; lo dicen los socios de la coalición, que han tenido varios encontronazos en estos últimos tiempos por el perfilismo de Cabildo, y este es uno. Con el cuidado de los dineros públicos soy el primero. Cabildo no está en un lugar por encima de esa ética del cuidado de los dineros públicos de nadie, menos del Frente Amplio y menos de mi persona.

El subsidio es un derecho que corresponde a todos los legisladores una vez que culminan su tarea, un derecho que está amparado constitucionalmente; se tiene que votar, es cierto. Si no se vota, no se tiene. Creo que le falta información a la gente de Cabildo. Yo utilicé el máximo de días posible de licencia sin goce de sueldo el año pasado previsto por la ley. Tuve a lo largo de todo mi trabajo de casi ocho años como legislador una conducta en ese tema de los cuidados de los dineros intachable, y eso se puede chequear. Nunca recibí viáticos del Parlamento para ir a ningún lado. Que yo recuerde nunca se me pagó un pasaje para ir a ningún lugar. Cuando fui a otro país, fui invitado por la organización de ese país. Creo que una vez sola solicité que me cubrieran el servicio de salud. Fui el legislador, junto a otros dos compañeros, durante varios años con mayor asistencia al Parlamento, a la Cámara de Diputados, al plenario y a las comisiones. Presenté proyectos de ley, y creo que algunos generaron un impacto muy importante en la sociedad, algunos salieron y otros, no, pero por lo menos generaron discusión, generaron una acumulación social sobre algunos de los temas. Entonces, creo que eso también hace al cuidado de los dineros públicos.

Realmente me sorprendió ver a algunos legisladores de Cabildo en esa postura cuando Cabildo Abierto nace entre otras cosas aglutinando sectores de la sociedad y algunos sectores militares que se oponían a la reforma de la Caja Militar, que tenía y tiene un déficit millonario en dólares. Se opusieron para mantener el privilegio de los que más ganaban; no de los que menos ganaban. Que vengan hoy con el discurso de “paga Juan Pueblo”, cuando ese déficit de la Caja Militar lo paga Juan Pueblo. Y aclaro que no tengo ningún prejuicio con la profesión militar ni con la actividad; simplemente lo que se quería era generar mayor equidad y que el personal subalterno pudieran tener mejores ingresos en sus haberes jubilatorios y rebajar algunas jubilaciones altas, porque en una ecuación en la que vos tenés más pasivos que activos, siempre vas a ir a pérdida, que era lo que pasaba con la Caja Militar.

Además, algunos de los legisladores que han planteado este tema, yo diría que revisen su accionar. Anoche ingresé a la página del Parlamento donde están colgados los viáticos que se dan a los distintos legisladores que viajan a distintos lugares del país y algunos de Cabildo Abierto fíjense las devoluciones que ha habido, mínimas, de esos viáticos. Entonces, por un lado, se plantea para la tribuna “cuidemos los dineros de Juan Pueblo” y resulta que cuando se van de viaje no devuelven todo lo que podrían devolver, y estoy tal vez haciendo una especulación sobre por qué de 1.500 dólares devolvieron 40 o 50 no más. Capaz que podrían devolver un poco más; capaz que podrían devolver un poco menos. Eso también es parte de los cuidados que hay que tener con los dineros públicos.

¿Esperas volver en algún momento al Parlamento?

No, no es algo que hoy me esté proponiendo y además obviamente son decisiones colectivas que habrá que tomar, pero no está previsto de mi parte ni creo que tampoco esté previsto de mi sector que ingrese ahí. No me veo hoy en ese escenario de militancia política con niveles de exposición.

¿Cuál fue tu principal aporte como diputado?

Presentar proyectos de ley, trabajar proyectos de ley que tal vez no estaban en la palestra ni se discutían; temas que quedaban como en la nada. Me tocó darle continuidad a un proyecto central que había presentado Andrade, que era el de empleo para personas con discapacidad en el ámbito privado. Para mí fue un elemento clave de trabajo que nos llevó varios meses y finalmente se logró votar. Por eso hoy es una realidad, más allá de que necesita muchísimas mejoras que habíamos planteados en aquel momento para que llegue realmente al conjunto de la población que necesita trabajar y que muchas veces es discriminada.

El proyecto de alquileres por ejemplo no salió, pero entiendo que generó condiciones para discutir sobre el precio de los alquileres en nuestro país. Hubo debate por todos lados. Me tocó debatir con legisladores, con personas del sector inmobiliario, reunirme con cooperativas de vivienda, con organizaciones sociales, poner el tema encima de la mesa. La mayoría de los hogares uruguayos destina más de un tercio de sus ingresos al pago del alquiler, y en algunos casos más incluso. Una familia que gana 20 mil pesos cada uno, que hay muchísimos casos lamentablemente, y hoy quien consigue un alquiler por 15 mil pesos tiene que tirar cuetes y agradecer por el resto de sus días, porque realmente es difícil encontrar un alquiler a ese precio; en qué condiciones está la vivienda; en qué lugar de la ciudad. Entre la luz y el agua, para una familia que gana 40 mil pesos, la mitad es la vivienda.

¿Qué te quedó pendiente como legislador?

Varios proyectos que espero que continúen muchos compañeros y compañeras: intentar llevar adelante por ejemplo una política de defensa nacional, que es central para el Uruguay.

¿Por qué?

Primero porque se asocia la defensa nacional a lo militar, y es una parte, pero hay muchísimos más componentes que lamentablemente no están considerados, que falta también en esto democratizar el conocimiento y el acceso a la defensa nacional.

¿La ciberseguridad, por ejemplo?

Es un caso. Hoy Uruguay ha tenido muchos episodios de ataques de ciberseguridad que desprotegen a las personas cuando les roban los datos.

Pero me refiero a la pandemia, que es el ejemplo más claro de defensa nacional. No te está atacando un enemigo con aviones y con barcos o submarinos. Era un virus que se propagó por el mundo y que la principal defensa nacional en ese caso era la estructura previa que vos tenías del sistema de salud, y el aporte de la ciencia y la academia. Eso fue lo que nos mantuvo con vida a la inmensa mayoría de los uruguayos. Ahí entra la defensa nacional. Vos no podés habar de una defensa nacional si no tenés una educación pública con recursos, si no hay un avance en materia presupuestal para la investigación y el desarrollo científico. Y así un montón de casos más.

Los episodios que hubo de inundaciones, algo que pasa tan a menudo en los últimos tiempos. Tuvimos sequía, otro caso de defensa nacional. Tenés que defender la producción y a los productores, asegurar la comida de tu población, de la sociedad. Esos temas hay que ponerlos arriba de la mesa. Hay que discutir con mucha más profundidad y creo que se pueden lograr acuerdos. El problema es que a veces está muy focalizado en lo militar. Entonces, cuando se discute en la defensa nacional solo lo militar, ahí creo que se estrecha muchísimo la mirada y terminamos en una situación que no es la recomendable para el país, pensando en su desarrollo estratégico.

¿Qué tienes previsto hacer en los próximos meses y años a nivel laboral y profesional?

Trabajar en lo que sé. Por suerte soy bastante variado. He hecho de todo en mi vida y parece que tengo capacidad de adaptación. Parece que estoy en una entrevista de trabajo…

Obviamente quiero trabajar. Ya estuve en vueltas de la Caja Profesional, que también es todo un tema que habrá que repensar, porque te ponés en el lugar de un botija que sale de la facultad con 24 o 25 años y que para ejercer tiene que pagar, porque es así, y capaz que tiene uno o dos pacientes, y lo estás matando. Generás también un escenario de informalidad.

Quiero avanzar en ese plano de la psicología. A eso podría aspirar, pero he estado trabajando el año pasado de forma solidaria en obras, en casas de familia que necesitaban una mano, en temas de albañilería y construcción, y es una parte que puedo desarrollar como alternativa.

Voy a seguir militando, pero preferiría no en una actividad rentada. Hoy no visualizo una actividad rentada de militancia, porque creo que hoy ya pasó esa etapa y ahora quiero tener los ingresos por mi actividad privada.

Por Nicolás Delgado


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