Contenido creado por Gerardo Carrasco
Policiales

Que pueda volver

Esclavizados en Brasil: solo una de las víctimas recibiría apoyo de Cancillería uruguaya

En las últimas horas, desde Brasil se informó que uno de los prisioneros era en realidad brasileño.

29.04.2025 08:57

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2025-04-29T08:57:00-03:00
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En la pasada jornada, la noticia de la existencia de ciudadanos uruguayos sometidos a condiciones “análogas a la esclavitud” en Brasil generó consternación.

Tal como reportáramos, un operativo planificado por el Ministerio de Trabajo de Brasil en el estado de Minas Gerais permitió determinar que un varón homosexual y una mujer trans habían sido captados por una organización conformada por tres profesionales locales.

Dicha red “rastrillaba” foros y redes con perfiles LGBT con el fin de detectar personas vulnerables a las que reclutar. Entre las prácticas del grupo, se encontraría la de tatuar a sus víctimas para marcarlas como propiedad.

Poco después de que Montevideo Portal diera a conocer la noticia, el canciller Mario Lubetkin se refirió al caso, en el marco de una breve rueda de prensa convocada por otro asunto.

El funcionario informó que la embajada de Uruguay en Brasilia ya activó mecanismos en busca de “facilitar los procesos” y lograr el regreso “rápidamente” al país de los damnificados.

Sin embargo, los oficios del Ministerio de Relaciones Exteriores solo incluirán a una de esas personas.

Esto se debe a que, si bien la información primaria divulgada por las autoridades brasileñas indicaba que ambos eran uruguayos, posteriormente se estableció que solo la mujer trans era de nacionalidad oriental, según consigna el portal noticioso G1. En cuanto al varón, es oriundo del nordeste brasileño.

“Un proceso atroz”

Humberto Camasmie, inspector de trabajo que estuvo a cargo del operativo, ofreció detalles acerca de las terribles condiciones en las que vivían las víctimas.

“El operativo alcanzó a dos víctimas sometidas a un proceso extremadamente atroz de cosificación y dominación, en el que la violencia de sumisión al trabajo esclavo y la trata de personas se vio agravada por denuncias de abusos físicos, sexuales y psicológicos sistemáticos, imponiéndoles un entorno de explotación y control absoluto”, explicó.

Las investigaciones revelaron que el trabajador doméstico, un hombre homosexual, fue explotado durante casi nueve años y fue víctima de múltiples violaciones: no recibía salario, no tenía historial laboral, trabajaba jornadas extenuantes sin vacaciones ni descanso y vivía bajo constante vigilancia y amenazas. Los empleadores grabaron abusos sexuales y los videos se utilizaron como herramienta de chantaje y control emocional.

En una de las grabaciones aparece desnudo, con grapas adheridas al cuerpo, mientras sus jefes lo observaban, y se oye música de fondo. Otro video muestra un intento de ahorcamiento. También se documentó un episodio en el que lo obligaron a comer sus propias heces después de que le mutilaran el ano y lo cosieran de manera improvisada. Se examinaron y fotografiaron las marcas físicas de esta violencia.

“El tatuaje también representa un indicador perverso de la sumisión a la esclavitud a la que estaba sometido, ya que funcionaba como signo de posesión, de control sobre el cuerpo de la víctima. La imposición del tatuaje, realizada con la intención simbólica de marcar a la víctima como subordinada, refuerza la condición de completa sujeción a los empleadores”, se lee en el informe de inspección, recogido en el citado medio. Luego, por orden de los empleadores, el trabajador cubrió el tatuaje con otro diseño.

En cuanto a la mujer trans uruguaya, fue rescatada luego de ser captada a través de las redes sociales. En su declaración, informó que, en julio de 2024, aceptó una oferta de trabajo con un salario de 700 reales mensuales, unos 5.200 pesos. Sin embargo, al monto le descontaron los gastos de alimentación, vivienda, internet y electricidad, lo que dejaba en sus manos unos 100 reales, cerca de 740 pesos.

La mujer trabajó para el trío durante seis meses, y los tres primeros vivió bajo el mismo techo que ellos y “con el temor constante de ser sometida al mismo abuso” que el otro trabajador. Según contó, los patrones decían que él era “el esclavo de la casa”. Debido a tanto estrés, la mujer sufrió un derrame cerebral mientras trabajaba allí.

La jornada laboral era de 6:00 a 18:00, sin pausas adecuadas para comer o descansar. A pesar de haber conseguido alquilar una propiedad por su cuenta después de tres meses, el contrato estaba a nombre de sus empleadores, lo que la mantenía dependiendo directamente de ellos.