Alberto Roda se encuentra internado en el Hospital de San Carlos, se recupera favorablemente, aunque tiene daños severos en las manos. En conversación con Montevideo Portal, Roda recordó la tragedia y aseguró que la actitud de los tres policías desencadenó el fallecimiento de sus doce compañeros.

Según su testimonio, estuvieron atrapados en la cuadra entre cinco y seis minutos pidiendo que les abrieran y luego fueron llevados a un corredor donde los dejaron veinte minutos sin atención médica. Roda está seguro de que no pasaron veinte minutos o media hora entre que comenzó el fuego y abrieron las puertas, pero también está convencido que los guardias podrían haber evitado las doce muertes si no se hubiesen negado a abrir o si se hubiesen decidido antes. El relato puede afectar la sensibilidad del lector:

“Nos avisó Alfredo, un compañero que falleció adentro. “Fuego, fuego”, gritó y nos levantamos todos rapidísimo a ver qué pasaba, porque no sabíamos si era del lado de nosotros o no. Cuando nos levantamos vimos el fuego. No fue un cortocircuito fue un accidente porque un compañero de nosotros se dio vuelta y le cayó una frazada arriba del calentador que estaba en el suelo, aquello fue cuestión de segundos.

Nosotros tenemos frazadas para dividir el espacio de cada uno. Cuando agarró la frazada el fuego empezó para arriba y cuando llegó a la altura de la ventana- que no tiene vidrios sino nylon- entró el aire y aquello fue más rápido aún. Nosotros hacemos con frazadas el techo para que quede más caliente el ambiente. Fue todo generalizado, agarraron fuego los colchones, que largaron un humo negro impresionante. Todos disparamos para la mitad de la cuadra y empezamos a gritar “llavero, llavero”, y ahí bajó el cabo de guardia, Daniel Machado, y nos dijo “yo no les puedo abrir, no tengo órdenes de abrir”.

Él cuando bajó vio todo el fuego y no nos abrió y ahí pasaron como cinco minutos, que quedaron grabados. Si en esos cinco minutos, el llavero (Franco "Stuart" Machado) o Machado nos hubiese abierto la puerta nos hubiésemos salvado todos. ¿Cuál era el miedo de él? ¿De qué nos fugáramos para dónde, si nos quedábamos en un patio interior, teníamos que romper tres puertas? Es imposible. Nos hubiésemos quedado todos ahí. Cinco minutos de tiempo sobran para abrir un candado. Cuando Machado dijo que no tenía órdenes de abrir se fue para arriba junto al cabo de guardia y quedó Stuart. Ahí empieza la filmación que nosotros le gritamos “ábrenos, ábrenos” y no le insultamos, le estábamos pidiendo un favor, hasta que en un momento nos dijo “bueno me la voy a jugar, pero no me hagan cagada”.

Cuando nos abrió ya habían pasado cinco minutos y en la filmación está eso. Ahí cantidades de voces, estábamos vivos, el último compañero que grita es Paolo Costa y ahí ya los otros estaban intoxicados por el humo. Yo estuve en el baño, salí porque los compañeros querían mojarse. El baño es de uno por uno y medio, ahí murieron seis o siete compañeros, los otros murieron en la puerta. A uno lo encontraron con las piernas quebradas, se ve que cuando cayó lo pisaron los compañeros. Quedaban solo tres metros de la puerta hasta el baño. Yo fui el último en salir, como los Bomberos siempre dicen que entre el fuego y el humo queda una cámara de aire de un metro de altura, porque el humo intenta salir para arriba me tire al suelo y me arrastré hasta la puerta, estaba desesperado de dolor, miré para atrás y ya no salía más nadie. Yo dormía del lado de la ventana que da a la garita, con Matías Barrios, Edison Núñez y José Pereira, los tres murieron. Aspiraron el humo y cayeron.

Después estuvimos quince o veinte minutos en el patio interno, le pedíamos al llavero que nos abriera que nos sacara para el corredor porque no estábamos quemando vivos con el aire que salía de adentro de la cuadra. El hombre estaba nervioso y después de pedir como 20 minutos, nos abrieron para el corredor, es un corredor de dos metros por 12 largo y está todo trancado ¿A dónde nos íbamos a fugar?. Ahí hay un agujerito en la puerta y yo le grité a Machado que llamara a una ambulancia para la gente que estaba lastimada y herida y él estaba preocupado por “el candado azul” y llamando más policía no sé para qué, éramos ocho heridos, fugarnos no nos íbamos a fugar queríamos ir a un hospital. A Fernando Méndez yo lo fui a sentar en un banco que hay en el corredor y le arranqué el cuero sin querer, se me resbaló la mano, estaba cocido a Amestoy también lo llevé.

Cuando los Bomberos llegaron lo único que les pedí es que mojaran adentro del baño que había compañeros ahí y me dijeron “cállese usted no sabe”. Les dije a los compañeros de salir afuera para tener un poco de aire y un policía me puso una escopeta en la cara, yo le dije “mirá yo voy a salir con mis compañeros y voy a quedar parado afuera, necesitamos tomar aire fresco”. Salimos y nos quedamos afuera, enfrente a la cocina, rodeados por treinta policías. Recién ahí llegó la ambulancia, que nos quería llevar de a dos al Hospital porque decían que no había guardias y tenían como 80 policías en la vuelta de la cárcel. Yo les dije “no, nos vamos todos” y subí a Fernando, nos amontonamos.

¿Por qué demoraron tanto en hacer dos cuadras? “recién nos llamaron”, me dijo el enfermero “no había chofer y manejé yo la ambulancia”. Machado pidió la primera ambulancia para el Hospital a los 45 minutos. Estando ya en el Hospital, nos visitó el subjefe (Celso Sosa) me dice ¿cuántos hay acá? y “acá hay ocho”, le digo “hay trece o catorce muertos en el baño” , “estás loco” me dice. Ellos nunca entraron, los cuerpos se rescataron cuando apagaron el incendio. El subjefe me preguntó, “¿estás seguro?” “Sí, cuente los que hay acá y fíjese en la planilla de arriba”.

Este desastre no hubiese pasado si hubiese abrido la puerta a los dos, tres o cinco minutos. Nosotros estábamos gritando, estábamos todos vivos. Cuando gritamos fuego, se ve que el que estaba filmando estaba durmiendo, por eso no quedó grabado cuando Machado se fue para arriba, trancó la puerta y dejó al llavero. Yo no tengo problema de tener un careo con el llavero Stuart o Machado. Stuart se quedó con las llaves en la mano y nos dijo, “yo me la voy a jugar”. Nos abrió la puerta, salió corriendo y trancó el corredor. Como él nos conoce a todos, cuando nos vio salir se dio cuenta de la gravedad porque miraba para adentro del sector y veía que no salía más nadie, se agarraba la cabeza.

Si hubiese sido un poquito más humano, no estábamos llorando a los muertos. Había compañeros que estaban por receptación, por hurto, no era una cuadra peligrosa, no éramos revoltosos. Si un cabo, un sargento nos deja morir de esa forma el día que llegue a Comisario nos prende fuegos vivos. Ellos están a cargo del turno, nos abren y después hace un informe de lo que pasó, Stuart tiene responsabilidad también porque si hubiese abierto en esos cinco minutos, no pasaba nada y si tenía miedo de que hubiese represalias con él, nosotros levantamos firmas hablamos con el comando y decíamos “este hombre se jugó”.

Familiares se manifiestan ante el juzgado