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Un equipo de la Comisión del Patrimonio Cultural halló un cañón de un barco naufragado entre los siglos XVIII y XIX frente a las costas de La Pedrera. Las inscripciones ayudarán a aclarar el origen, ya que no se conoce en los anaqueles históricos un naufragio específico en el lugar donde se produjo el hallazgo.

El equipo de la Comisión del Patrimonio Cultural, que realiza relevamientos de sitios subacuáticos y marítimos de importancia patrimonial en La Pedrera (Rocha), halló el viernes 10 un cañón sumergido de una antigua embarcación desconocida.

Los especialistas que participaron en los trabajos agregaron que "no se conoce en los anaqueles históricos un naufragio específico en ese lugar y no está referenciado qué embarcación es". La pieza hallada es una carronada y sus inscripciones ayudarán a aclarar su origen.

El anuncio fue realizado por el director de esa repartición del Ministerio de Educación y Cultura, Alberto Quintela. Los arqueólogos subacuáticos Valerio Buffa y Alejo Cordero relataron a la Secretaría de Comunicación de Presidencia que luego de conocer los relatos orales de habitantes locales y trabajadores de distintos oficios, incluidos pescadores, realizaron una serie de prospecciones, sin demasiadas expectativas, y limitados por el tiempo debido a las condiciones climáticas adversas.

En una zona rocosa, de difícil acceso, próxima a la costa y a una profundidad de entre 2.5 y 3 metros, los especialistas encontraron un cañón de hierro.

Buffa y Cordero explicaron que el objeto encontrado se trata de una carronada. Este es un tipo de cañón corto instalado en la toldilla de una embarcación, en la popa, a modo de instrumento auxiliar. Fue ideado por el inglés Boyne y utilizado por naves inglesas, francesas y españolas.

En comparación con los cañones normales la carronada era de fácil manejo, mayor calibre de los proyectiles y representaba menor riesgo a quienes lo manipulaban. Se podía hacer con él un fuego más vivo y mejor dirigido aunque tenía menor alcance y las cubiertas de los navíos sufrían daños con sus disparos.

La pieza encontrada tiene un largo de entre 1.30 y 1.50 metros, pesa entre 180 y 200 kilos y el calibre es de 4 libras (casi 5 kilos). El proyectil del arma podría llegar a tener 4 kilos de peso. Además, lleva una inscripción -que aún no fue copiada para su estudio- que luce corroída por la arena que la fue erosionando.

Las hipótesis de trabajo de los investigadores indican que la carronada dataría de finales del siglo XVIII y principios del XIX (de 1780 a 1820, aproximadamente). Algunas características específicas de la pieza, además de la inscripción, podrían indicar que sería francesa, pero los investigadores indicaron que es necesario verificar.

"Esto no quiere decir que estemos ante un naufragio francés porque, en esa época, a medida que se tomaban las embarcaciones, era usual que se robaran las piezas de artillería", apuntó Cordero.

No se puede aseverar que la embarcación perteneciente a la carronada haya sido de guerra porque, según aclararon los entrevistados, los barcos interoceánicos de la época, inclusive mercantes y de correo, estaban artillados.

Tampoco habría de extrañarse si, efectivamente, fuera un barco francés porque, a pesar de tener vedado, durante el siglo XVIII, el comercio en las costas de la Banda Oriental, igualmente los franceses comerciaban en la isla de San Gabriel con los corambreros guaraníes en la actual Rocha.

Momentos finales de la embarcación

Los relatos locales sumados a los elementos encontrados anteriormente en el área, como una campana y objetos menores, además de la ubicación del cañón en la zona de afloramientos rocosos dibujan, en las mentes de Cordero y Buffa, una secuencia de los momentos finales de la embarcación.

Ambos creen que el barco intentó ingresar o salir del Cabo de Santa María, hoy puerto de La Paloma, y fue atacado por un viento del sur suroeste que lo arrastró desde ese punto hasta el actual balneario La Pedrera. En el trayecto se fue destruyendo y lo último en desarmarse fue la escotilla, sobre la costa.

"Como todo hallazgo fue una gran sorpresa y alegría profesional e institucional, pero tenemos que ser cautelosos", afirmó Quintela. El jerarca indicó que ya hubo contactos con la Prefectura Naval del puerto de La Paloma a fin de mantener el área bajo vigilancia.

Además de los arqueólogos subacuáticos Valerio Buffa y Alejo Cordero, el equipo de trabajo de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación incluye al instructor de buceo y fotografía submarina, Ismael Cordero y al especialista en magnetrometría, Zacharías Weissman.

(En base a Presidencia)

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