Una anciana residente en el condado de Bingham, Idaho, Estados Unidos, protagonizó recientemente un episodio que sorprendió a todos y saltó a los titulares de la prensa local.

Los hechos ocurrieron el 13 de marzo, pero los pormenores del episodio se divulgaron recién la semana pasada.

Christine Jenneiahn, de 85 años, le disparó a un ladrón que irrumpió en su casa, según informó el miércoles la policía local mediante un comunicado. La investigación concluyó que la mujer obró en defensa propia.

Esa noche, la anciana fue sorprendida por Derek Condon, de 39 años, quien le apuntó a la cara con una linterna y una pistola. El hombre exigió información sobre objetos de valor en la residencia, agredió a la anciana y la dejó esposada a una silla de madera.

Luego, el intruso descubrió la presencia de David Janneiahn, hijo de Christine y quien padece una discapacidad intelectual. Condon se enfureció porque la mujer no le había dicho que había alguien más en la casa, y amenazó con matar a ambos.

Pese a estar atada a una silla, la octogenaria logró echar mano a un arma de fuego que guardaba bajo la almohada y disparó dos veces contra el delincuente.

Condon fue alcanzado por los proyectiles y murió minutos después, pero antes alcanzó a efectuar varios disparos contra la dueña de casa, quien recibió cuatro impactos en abdomen, pierna, brazo y tórax.

La mujer pasó diez horas tendida en el suelo hasta que su hijo subió con un celular y ella pudo llamar al 911.

Ryan Jolley, fiscal a cargo de la causa, describió la conducta de la anciana como un claro ejemplo de legítima defensa y homicidio justificable, y elogió el coraje, la determinación y las ganas de vivir de Christine. Consideró asimismo el acto de la mujer como uno de los actos de autoconservación más heroicos que jamás presenciara.