El antropólogo señaló que la sociedad uruguaya "tiene muchas dificultades para lidiar con la muerte" debido a que no tiene ningún proceso de simbolización. "Eso hace que la sociedad uruguaya tengan problemas de simbolización con la vida y con la muerte, lo que tiene que ver con el modelo laicista imperante en el Uruguay.".

Guigou dijo que en general tiende a ser un proceso "desencantado secularizado y rápido", donde el mercado toma el espacio que deja la falta de simbolización. "El propio proceso de mercantilización de la muerte hace que el tiempo de velorio se reduzca cada vez más. El discurso a veces queda en manos de los funcionarios de las funerarias. ¿Qué espacio le das vos a la muerte? no es de celebridad como es en otros países, es un espacio muy acotado, poco ritualizado y se presta mucho a todos los procesos de mercantilización, los complejos de sala, los tiempos de la muerte, el luto. No tenés pautas culturales para eso, cada uno queda a la intemperie y a las tradiciones individuales o familiares o al colectivo que pertenezca. Es una manera de negar la muerte".

El antropólogo puso como ejemplo la ley de órganos, que implicó que todos los uruguayos sean donantes salvo que se exprese lo contario y vinculo la aceptación de esa norma a la forma en la que vamos construyendo la idea del cuerpo y la muerte.

Consultado sobre la falta de grandes homenajes a las personalidades fallecidas, el antropólogo señaló que tiene que ver con el cambio generacional y, entre otras cosas, que "a los uruguayos les cuesta cada vez más reconocer lo que hacen otros uruguayos. Tiene que ver mucho con la mediocridad, la envidia, el resentimiento, esas cosas que son tan nuestras. La envidia uruguaya es compleja, esa cuestión de pueblo chico, mezquina, mirando siempre lo que hace el otro. Eso dificulta mucho que vos reconozcas el aporte de alguien y eso también tiene que ver con la simbolización de la muerte y la vida".

"Para un montón de uruguayos Dios está muerto ¿Qué ponés en su lugar?", cuestionó y puso como ejemplo el velorio del dirigente soviético Leonid Brézhnev, en una sociedad atea donde se pone el símbolo y la idea de trascendentalidad en la ideología. "No necesariamente tiene que estar vinculado a una religión, puede estar vinculada a muchas otras dimensiones la idea de trascendentalidad", agregó.

Guigou planteó que al no tener una experiencia propia de la muerte, las culturas le ponen la simbolización y si no hay rituales fijados los van inventando y recordó que en una época se tiraban las cenizas a la cancha del cuadro del que el muerto era hincha. "Es una necesidad de ser humano, no podés prescindir así no más de eso, necesitás darle un lugar al espacio de la muerte", señaló.

Consultado sobre el rol de las personas mayores y el vínculo con la relación que la sociedad tiene con la muerte respondió: "Es un proceso muy embromado . Alguien que está fuera del mundo del trabajo, del mundo de la vida y se acerca al mundo de la muerte tiene que ser desechado. Hay una desconexión intergeneracional que se cultiva. Vos tenés culturas que les dan un lugar especial a la vejez en términos de conocimiento, acá vos hablas con gente mayor que sabe muchísimo, pero no tiene a donde volcarlo porque le dicen que no sabe nada".

En nuestro país mueren 30 mil personas por año, principalmente por enfermedades vinculadas al sistema circulatorio, tumores y enfermedades del sistema respiratorio. La esperanza de vida en nuestro país pasó entre 1996 y 2013, de 78 a 80 años en las mujeres y de 69 a 73 en los varones.