Una rivalidad marcada por la violencia, la religión y la geopolítica
El conflicto que estalló nuevamente entre India y Pakistán este miércoles se inscribe en una larga cadena de enfrentamientos entre dos Estados surgidos de una traumática partición colonial. Ambos países, potencias nucleares y con ejércitos masivos, mantienen desde hace más de siete décadas una disputa territorial y política sobre la región de Cachemira, epicentro de tensiones armadas, ataques terroristas y crisis diplomáticas de escala global.

La partición de 1947 y el nacimiento del conflicto
El 15 de agosto de 1947, el fin del Raj británico dio origen a dos Estados soberanos: India (de mayoría hindú) y Pakistán (de mayoría musulmana). La creación de estas naciones estuvo acompañada de una de las migraciones forzadas más violentas del siglo XX, con cerca de un millón de muertos. El estado principesco de Jammu y Cachemira, de mayoría musulmana pero gobernado por un maharajá hindú, fue anexado a India, desencadenando la primera guerra indo-pakistaní.

Desde entonces, Cachemira ha sido la manzana de la discordia, con tres guerras formales (1947, 1965 y 1971), un conflicto de alta montaña en Kargil (1999) y decenas de enfrentamientos menores. A ello se suman alzamientos separatistas, represión, presencia militar masiva y constantes acusaciones mutuas de fomentar el terrorismo.

El factor nuclear y el frágil equilibrio regional
Desde 1998, con las pruebas nucleares de ambos países, el conflicto adquirió una dimensión estratégica mundial. Aunque se han reanudado diálogos en distintos momentos (2003, 2011, 2015), las provocaciones y atentados —como los de Bombay en 2008 o Pulwama en 2019— han reavivado el riesgo de una escalada que involucre armamento nuclear.

Cachemira hoy: represión, nacionalismo y silencio internacional
En agosto de 2019, el gobierno de Narendra Modi revocó el estatus especial de Jammu y Cachemira, una decisión que desató detenciones masivas, restricciones a la prensa y un endurecimiento del control militar. Esta medida fue vista por Islamabad como una violación de acuerdos bilaterales e internacionales, y por parte de la comunidad internacional como una muestra del creciente autoritarismo en Nueva Delhi.

En base a AFP