La Asociación de Bancarios del Uruguay (Aebu) publicó una editorial en su página web oficial, donde, entre otras cosas, aseguró que el ahorro del sector más rico de la población creció 2.800 millones de dólares. Este incremento en los depósitos bancarios -entienden- “demuestran” la “consolidación de la concentración de la riqueza impulsada por el gobierno”.

Los trabajadores bancarios aseguraron que la pandemia tuvo un impacto vivido en el país y que generó “condiciones adversas” tanto en el terreno sanitario como en el económico. No obstante, indicaron que la profunda crisis no tiene en la pandemia su “verdadera causa”, sino que en las decisiones políticas y económicas del gobierno, y de su estrategia en la protección social.

“La insuficiente respuesta de las políticas públicas, la escasa atención a los sectores más afectados y una decidida acción dirigida a contraer los ingresos de trabajadores y jubilados, provocaron que todo el costo de la pandemia recayera sobre los sectores de ingresos fijos y dependientes del Estado o del mercado interno”, señala el texto.

“Pero el Gobierno no solo actuó con insuficiencia, sino que impuso un ajuste fiscal regresivo. Promovió un deterioro general de las empresas públicas, un decidido avance privatizador y la contracción del gasto público a partir de la rebaja de salarios y jubilaciones, sumado a la reducción de la inversión pública y la inversión social”, agregan.

En este sentido, entienden que, de esta manera y a partir de la convocatoria a apoyar a los sectores que llevarían adelante el crecimiento nacional, se “procedió a la mayor traslación de recursos de la sociedad a favor de los sectores privilegiados”, algo que entienden que consolidó una concentración de riqueza de forma profunda.

Esta concentración -según Aebu- se puede justificar observando algunos datos públicos, como, por ejemplo, la evolución de los depósitos que maneja el sistema financiero: “Los depósitos de empresas y personas en los bancos locales continuaron creciendo rápidamente en 2021. Desde el inicio del año hasta el cierre de julio aumentaron US$ 2.845 millones, un crecimiento más rápido que el observado en 2020, cuando los depósitos en todo el año aumentaron US$ 2.979 millones”, informan.

“Durante este año y medio el ritmo de aumento de los depósitos supera ampliamente todos los registros históricos, con un crecimiento de más del 10 % del PBI”, añaden, e informan que el 90% de los casi 2.900 millones corresponden a cuentas que tienen por encima de 100.000 dólares, cuyos propietarios son el 2% de los clientes del banco.

“Si se toman únicamente las cuentas con más de US$ 250.000, estas acapararon el 73 % del crecimiento de los depósitos, siendo propiedad de 0,7 % del total de clientes de los bancos lo que equivale a 19.000 empresas y personas”, informan.

Según Aebu, el aumento de estos fondos tiene entre sus explicaciones los altos niveles de ingresos que reciben algunos sector. No obstante, señalan que estos incrementos “no son volcados nuevamente a la economía” a partir de inversiones que mitiguen la caída del empleo, los incrementos salariales ni mejorar el gasto en el mercado interno.

Por último, los trabajadores bancarios entienden que, entre los desafíos fundamentales, está la lucha por la distribución más igualitaria del ingreso y expresan que es “imperioso” que se asuma una política económica que modifique su rumbo y que comience a impulsar una dinamización del mercado interno, “mediante la recuperación del salario real y el poder de compra de las jubilaciones”.

“Este desafío no solo encuentra el obstáculo político del Gobierno, sino que muestra a las patronales envalentonadas por el discurso y el apoyo oficial a sus intereses. En ese contexto se ubica el planteo de las cámaras empresariales de la industria y del comercio al presidente Lacalle, de habilitar contrataciones de personal con salarios por un 70% de los laudos. Se trata de una medida que, sin discriminación de sectores, promueve condicionar el empleo al deterioro del salario. Se profundiza así la concentración, se retrotrae el salario a niveles anteriores a 2010 con efectos recesivos importantes sobre la economía.  Se erosionan así aún más el consumo interno y la actividad de las pequeñas y medianas empresas”, indica la editorial.

“Por ello, y siendo este solo uno de los aspectos que desafían hoy al movimiento sindical, es imprescindible dar señales claras de rechazo a esta orientación económica regresiva, e imperativa la construcción de alianzas con el conjunto del pueblo y sus organizaciones, para defender la calidad de vida de todos los uruguayos. En ese camino este paro general es un paso fundamental”, concluye.