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“No se merecía morir”: el testimonio de Lulukhy, la expareja de Edwar Vaz

Por primera vez, la “princesa gitana” da su versión de los hechos en el conocido caso del profesor de inglés asesinado en Maldonado.

20.12.2020 11:16

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2020-12-20T11:16:00-03:00
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Por Alejo Piazza

Un 10 de julio de 2018 Montevideo Portal publicó la noticia de la muerte del profesor de inglés Edwar Vaz con la siguiente titulación: "Maldonado: hombre asesinado a tiros en la puerta de su casa". 

"El homicidio ocurrió poco antes de las 22.00 horas del lunes en un edificio de la capital fernandina, según informa la emisora puntaesteña FM Gente. De acuerdo con dicha crónica, alguien llamó a la puerta de la casa de Edwar Vaz, de 45 años. Cuando este respondió al llamado, fue baleado por agresores que huyeron del lugar en un automóvil marca VW. La esposa de la víctima se encontraba en el domicilio y dio aviso al 911. Vaz fue trasladado al Hospital Elbio Rivero, donde posteriormente falleció", indicaba la nota.

Esta nota, sin saberlo, era el primero de decenas de capítulos que tendría el caso y solo el comienzo de una historia que se iba a conocer mucho. Los días posteriores al homicidio y el comienzo de la investigación policial fueron desentramando lentamente la historia que había detrás. 

Luego de dos años de investigación, muchas audiencias y juicios se logró la condena de seis personas. La Justicia condenó a 25 años de prisión por homicidio a cuatro coautores: la exesposa de Vaz (Lulukhy, una "reina gitana" con mucho poder adquisitivo en Punta del Este) y su pareja (Mauro Machado) como autores intelectuales del crimen; a un amigo de Machado (Guarteche) por haber contratado y llevado a los sicarios a Montevideo, y a uno de los sicarios (quien tocó el timbre). El juicio para quien realizó los disparos, el autor material del hecho, se lleva a cabo en forma separada.

Luego, como cómplices, se condenó a ocho años de prisión a la persona que trasladó a los sicarios en Maldonado hasta la casa de Vaz (el albañil Silveira) y Leticia, la amiga y "hermana de la vida" de Lulukhy, porque, para la Justicia, es quien compra los celulares mediante los que se realiza la coordinación, pero no participa del crimen en sí. El caso en estos momentos está en apelación.

Tiene la palabra

Todos estos datos anteriormente mencionados son recabados de la sentencia de la Justicia; es decir, lo que la Fiscalía logró comprobar que pasó ante la Justicia y que, tiempo después, se ratificó. Sin embargo, de esta historia solo se conocían los testimonios de las defensas de los personajes involucrados: el abogado Martín Etcheverry (defensa de Vaz y su familia) y de los abogados Víctor Della Valle y Alejandro Balbi (defensa de Lulukhy).

Pero faltaba la palabra de una de las partes, el testimonio de los personajes involucrados en esto. La pieza del puzle que faltaba la logró recolectar la periodista Fernanda Kosak en su libro "La mansión del sexo: el caso de Lulukhy, la princesa gitana" (FIn de Siglo, 2020). Este libro presenta la palabra de la exesposa de la víctima.

Lulukhy es hija de un gitano y una mujer que es considerada (como dicen los gitanos) "gallí", es decir, que no es gitana. Su madre trabajó en el restaurante Catarí en Punta del Este, donde conoció al rey de los gitanos y quedó embarazada de él. Luego de eso, huyó, se llevó consigo a su hija y en 1979 nació Lulukhy. Su historia de vida, según narra en el libro, es de superación ya que comenzó de abajo: "A mí me decían princesa y cagaba en un balde, ¿entendés?", le comentó Lulukhy a Kosak en referencia que siempre fue tratada como la hija de un rey. 

Vivió durante toda su vida junto a su madre y sufrió abusos sexuales por parte de su padrastro hasta que conoció a Vaz, su exmarido y quien la ayudó para poder irse de su casa y formar una familia con dos hijos. Luego conoció a la "hermana de la vida", Leticia, con quien fueron haciéndose inseparables y un personaje clave en esta historia porque fue quien sedujo a Jorge Rodríguez, jefe de gabinete del expresidente argentino Carlos Menem. Rodríguez es quien pone el dinero para construir la famosa Gypsy Queen, también conocida como "mansión del sexo", un punto clave en el caso porque es la justificación de Lulukhy para descartar el móvil económico del crimen de Vaz (que lo hayan matado por plata).}

Según narra el libro, la separación entre Edwar y Lulukhy fue en buenos términos e incluso despertaba cierta incógnita porque continuaron viviendo en la misma casa en Punta del Este, hasta con parejas. Incluso, sobre Vaz, Lulukhy dice que "no era mal tipo", pero que era vago. "No merecía morir. Que no mereciera que lo mataran, seguro", indicó Lulukhy.

A pesar de ello, un hecho de violencia entre Vaz y su hija Florencia los llevó a que Vaz se fuera a otro apartamento en la localidad fernandina con su pareja. Ese momento es otro de los puntos clave porque la relación entre los ex comienza a deteriorarse y las amenazas de muerte entre Edwar y la pareja de Lulukhy (Machado) aumentan.

Si bien el caso tildó a Lulukhy como la ideóloga del crimen, su actual pareja Mauro y su ex Edwar tenían denuncias por amenazas de muerte y la Policía les quitó los revólveres que tenían. La relación comenzó a tornarse más oscura y las discusiones pasaron a un nivel de violencia aún más inapropiado. Es así que se filtró a la prensa una declaración en la investigación del albañil de la casa en Punta del Este (Silveira, el que llevó a los sicarios hasta la casa de Edwar) quien dijo que, un día antes del crimen, fue citado por Lulukhy para trabajar en unas baldosas de la casa. Cuando la gitana se dirigía a comprar comida allí la mujer le habría hecho el encargo. No obstante, el hombre no sostuvo el discurso en las declaraciones siguientes y en otras declaraciones posteriores nombró a Mauro y no a Lulukhy, lo que generó la formalización de Mauro Machado.

La trama se complica

Una vez que Silvera puso a Mauro Machado en el caso, a la salida de una audiencia le gritaron: "La próxima va para vos" y, según narra el libro, fue el propio Machado el responsable. En relación con la participación de Machado en el crimen, en un principio (antes de la resolución fiscal) tanto Lulukhy como él tenían la misma defensa, pero en una audiencia a la que Mauro, Lulukhy y Silvera viajaban en el mismo medio de transporte sucedió algo que hizo que Lulukhy dejara de pagarle la defensa a Mauro. Según manifestó Lulukhy, lo que sucedió en esa camioneta es que Machado y Guarteche, otro de los imputados por trasladar a los sicarios, hablaban como si se conocieran de toda la vida, lo que dejaba en evidencia la relación previa que tenían.

"Ahí me había dado cuenta de que había sido él y le empecé a decir de todo: 'Mataste al padre de mis hijos, estoy presa por tu culpa, ¿qué hiciste?', y se rio. Me dijo que la siguiente era yo, 'y tu hijita y tu nietita'. Me vino tal ataque que tuvieron que frenar el traslado, dar vuelta la camioneta y pedir otra para que nos lleven separados", cuenta Lulukhy en el libro.

Además, en otro pasaje agregó: "¡Esto fue cosa de hombres! ¡No me pudieron comprobar el móvil económico porque era una mentira y tuvieron que inventar que me enojé! Fue Mauro, que andaba con ganas de hacerlo hace tiempo". En una de las últimas entrevistas con la autora, Lulukhy dice que tiene "sentimientos encontrados con Mauro" porque, por un lado, está encerrada por su culpa, pero, por otro, "fue el único hombre de su vida que la defendió". 

Finalmente, ya casi culminando el libro se habla de lo que pasó, lo que la Justicia llegó a conocer a través de la investigación y la "verdad". 

La autora reconoce que hay varias teorías que la Policía no investigó, como es el caso de Mauro o de la pareja en ese momento de Edwar, Celina Álvarez. 

Florencia, la hija de Lulukhy y Vaz (muy apegada a su madre), indica que para ella fue Celina ya que "no esperó a que el cuerpo del padre estuviera frío" para acostarse con su marido (es decir, el esposo de Florencia). Además, le atribuye a Celina los móviles económicos del asesinato ya que su padre no podía darle el nivel de vida que Celina pretendía. Sin embargo, esa causa no se investigó, simplemente quedó en la teoría. Otra interrogante que surge es que Celina testificó el día de los hechos que ese día estaba jugando con el celular de Edwar a unos jueguitos porque su celular estaba cargándose. Sin embargo, cuando los hechos suceden, una oficial encuentra en la escena del crimen un celular de color negro (el color del celular lo testifica la oficial en la investigación). Esta (increíblemente) se lo da a Celina y ella se lo agradece. Posteriormente, cuando se entregan las objetos de Edwar para periciar, Celina entrega a la Policía el presunto celular de Edwar: era de color gris.

Estas y otras interrogantes, como un segundo tiro que no impactó en el cuerpo de Edwar y que quedó en la puerta del edificio y la dicotomía entre cuál de los dos sicarios tocó timbre y quién apretó el gatillo son algunas de las teorías que la Policía no investigó y que ayudan a que el caso sea más confuso y entreverado. Lamentablemente, lo que finalmente quedan son incógnitas y falta de verdad.

Lo que pasó para la Fiscalía, y es lo probado hasta el momento, es que Lulukhy y Mauro decidieron darle muerte a Edwar y convencieron a Leticia de que comprara dos celulares para llevar a cabo el plan. Mauro le pidió a Guarteche que consiguiera a dos sicarios. Guarteche contactó a Carlos Alberti y Marcelo Barboza (este último el presunto autor material, quien será condenado de forma individual). Mauro también le dijo al albañil Silvera que pasara a buscar a los sicarios por la 42 de la Mansa el día 9 de julio de 2018. Alberti tocó el timbre y Barboza disparó. Ahora lo que resta es ver si se confirma la condena o se revoca la decisión.

La mansión del sexo, por Fernanda Kosak. Editorial Fin de Siglo, 2020.

Por Alejo Piazza


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