En 1915, y en un mercado de consumo todavía en vías de desarrollo, nace Puritas, logrando ganar en muy poco tiempo la aprobación de un público ávido de productos de calidad.

Desde este momento, sus productos fueron identificados con atributos esenciales como calidad y pureza, siendo esta la importante base con la que comenzó un largo y exitoso camino que habría de afianzar a la firma en los hogares y corazones de todos los uruguayos.

Aunque su la línea de productos comprendía en principio productos pensados para todas las edades y gustos, la marca Puritas se asoció desde siempre a los sectores de la sociedad para los que se buscaban alimentos sanos y nutritivos, como bebés y niños pequeños.

El paso del tiempo y los cambios que este provoca en los usos y costumbres de una sociedad, así como sus hábitos de consumo, llevó a Puritas a abandonar ciertas líneas de productos e incorporar otras, siempre con el objetivo en mente de adaptarse a las necesidades de la gente. Naturalmente, algunos de estos productos, como es el caso de la Mazamorra, se convirtieron con los años en verdaderos clásicos, y continúan siéndolo hasta el día de hoy.

Los inicios de la década del 90 fueron el punto de una reconversión industrial muy importante, marcada por la adquisición de nuevas maquinarias y tecnologías, lo que permitió crear nuevos productos y generar mejores procesos para las líneas ya clásicas.

Pero más allá de este espíritu innovador que llevó a Puritas a vivir grandes y satisfactorios cambios, su política siempre ha sido la de respetar y contemplar a todos los consumidores, cualquiera sea su edad o condición social; acercando siempre alimentos a todos los rincones del Uruguay, desde las grandes ciudades a pequeños pueblos, villas, localidades y parajes.

Los principales hitos del primer siglo de andadura comercial de Puritas buscan reflejarse en una pieza publicitaria que ofrece un emotivo recorrido histórico, evocando momentos y figuras claves de la identidad uruguaya.