En 1994, cuando iba a disputar su primer torneo profesional a los 14 años en Oakland (California), los Rolling Stones dieron un concierto en un estadio cercano.

Venus Williams, que cumplirá 40 años el miércoles, continúa, como las leyendas del rock, aferrada a su pasión sin pensar aún en la retirada.

Esta figura del tenis estadounidense celebra su cumpleaños con la temporada de tenis suspendida en medio de la crisis provocada por el coronavirus, que ha sacudido el calendario del tenis y el resto de deportes.

Pese al parate y a unos últimos años vacíos de títulos -su última victoria individual fue en Taiwan en 2016 - la ex número uno del mundo no quiere poner aún el broche final a su carrera, en la que ha conquistado siete títulos de Grand Slam, cuatro medallas de oro olímpicas y docenas de otros torneos.

"Siempre debes tener sueños, y yo los sigo teniendo", recalcó Williams en una entrevista publicada en el sitio web Tennis Majors a principios de este mes.

La tenista todavía aspira a conquistar los Abiertos de Francia (Roland Garros) y Australia, los dos Grand Slam que le han sido esquivos en su carrera.

"Me gustaría ganar Roland Garros. No estuve tan lejos de hacerlo. Lo mismo ocurre con el Abierto de Australia, tuve mala suerte", recuerda Williams.

La primera de esas dos finales perdidas por Williams en Australia, la de 2003, fue en un duelo con su hermana menor Serena, la gran dominadora del tenis femenino en este siglo.

Mientras veía como Serena acumulaba hasta 23 torneos de Grand Slam, Venus no ha podido levantar un trofeo de los grandes desde Wimbledon en 2008 y sabe que el reloj corre en su contra.

"Veremos cómo me siento. Todavía me encanta ganar, pero cuando se acabe, se acabó", afirmó.

La cima y el fondo

Williams nunca ha aceptado fácilmente la derrota, un sello distintivo de sus primeros días bajo la dura tutela de su padre, Richard Williams.

A pesar de que los avances en la ciencia deportiva amplían cada vez más los límites de la longevidad para los atletas, es probable que pocas jugadoras puedan igualar los logros de la carrera profesional de Venus, que ha abarcado cuatro décadas diferentes.

Los grandes episodios de la trayectoria de Williams son parte de la historia del tenis: su educación en el desfavorecido suburbio de Compton en Los Ángeles, donde fue asesinada otra de sus hermanas; la rivalidad con Serena y el regreso exitoso después de ser diagnosticada con el síndrome de Sjögren, una enfermedad autoinmune cuyos síntomas incluyen dolor en las articulaciones y fatiga.

"He tenido grandes momentos, he estado en la cima y en el fondo, lo he hecho todo y he sido igual de feliz", dijo Williams.

Sus años finales han coincidido con la aparición de una cosecha de jóvenes tenistas afroamericanas, como Sloane Stephens, Madison Keys, Taylor Townsend y Coco Gauff.

En las últimas semanas, Williams se ha involucrado en la ola de indignación contra la desigualdad racial y la brutalidad policial que vive Estados Unidos a raíz de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la policía en Minneapolis.

En un largo texto publicado en Instagram, Venus dijo que el crimen de Floyd y de otras personas negras recientemente demuestran que "el racismo aún prevalece en Estados Unidos".

"Esto solo es la superficie de la horrible cara del racismo en Estados Unidos", señala.

"Hablar sobre el racismo fue impopular en el pasado. Era rechazado. Nadie te creía (...) Hasta que hayas caminado con estos zapatos, como afroamericano, es imposible comprender los desafíos que enfrentas en el país, en este mundo", subrayó Venus.