La historia de Roberto “Pico” Lopes parece sacada de una era en la que el fútbol y las redes sociales se cruzan más de lo que imaginamos.
El defensor, nacido en Dublín e hijo de caboverdianos, se convirtió en uno de los pilares de la selección de Cabo Verde gracias a un mensaje que, en 2019, recibió en su LinkedIn y que inicialmente creyó que era spam.
“No hablaba portugués y usaba LinkedIn solo para temas de la universidad. Cuando vi aquel mensaje pensé que era falso”, contó en varias entrevistas. El reclutador de la federación insistió días después, esta vez en inglés.
Allí comenzó una historia que, siete años más tarde, desemboca en un hecho histórico: Cabo Verde jugará su primer Mundial en 2026, con Lopes como uno de los símbolos de los Tiburones Azules.
Es con ellos
Lopes, zaguero del Shamrock Rovers y actual capitán del club, nunca había estado en Cabo Verde antes de aceptar la convocatoria. A los 28 años debutó en el fútbol internacional, convirtiéndose en un referente desde la zaga y un ejemplo de cómo las identidades múltiples encuentran un punto de unión en el deporte.
Hasta que Curazao lo desplazó, Cabo Verde era el país más pequeño (en población) en conseguir una clasificación mundialista. La ampliación a 48 equipos abrió una puerta que supieron aprovechar, pero el mérito deportivo no se discute: orden defensivo, una generación consolidada y un liderazgo silencioso que Lopes ha encarnado desde su llegada.
El sorteo y los rivales
Tras el sorteo, el defensor no se achicó ante la magnitud de sus rivales:“Queríamos a uno de los mejores, y España lo es. Están en la cima, tienen a los mejores jóvenes del mundo”.
El cruce con Uruguay también lo entusiasma: “Es un rival muy interesante, con historia. Sudamérica es un crisol de culturas futboleras. La afición uruguaya en el Mundial es increíble de ver”.
Sobre Arabia Saudita, destacó su crecimiento: “Es un país en ascenso, invierte muchísimo en el fútbol. Tengo ganas de ver qué traen”.
Para Lopes, llegar al Mundial a los 34 años es algo que todavía necesita “procesar”: “A veces hay que pellizcarse. Empecé en la selección a los 28. Si me decían que siete años después estaría en un Mundial… no lo creía. Es el sueño de mi vida”.