Contenido creado por Gonzalo Charquero
Alejandro Andrada

Escribe Alejandro Andrada

Opinión | Multidimensionalidad de la pobreza y políticas sociales

Al tratarse de un fenómeno multifacético y complejo, se debe trabajar en varios aspectos a la vez.

03.06.2024 17:38

Lectura: 7'

2024-06-03T17:38:00-03:00
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Laura murió en la pobreza. Vivía en una zona —mal llamada— periférica del departamento de Montevideo. Lejos de su familia, con problemas de salud y sin ningún tipo de apoyo social. Siempre andaba bien vestida y limpia. Al hablar con ella se notaba que era una persona educada. Vivía en una casa decorosa que había heredado de sus padres, y aunque sus carencias no eran visibles, muchos vecinos conocíamos su realidad.

En ocasiones no tenía ni para comer, pero en Uruguay, ese dato no se toma en cuenta a la hora de determinar si una persona califica para recibir ayuda por parte del Estado.

Carencias críticas y Necesidades Básicas

El Índice de Carencias Críticas (ICC) es una herramienta que se utiliza para medir el grado de privaciones de las personas, en cuanto a sus necesidades básicas. En términos de pobreza por ingresos, quien no llega a cubrir sus gastos de alimentación se encuentra por debajo del nivel de indigencia, pero desde el punto de vista multidimensional en Uruguay, las necesidades de alimentación no se consideran Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Lo que se toma en cuenta son los niveles de educación, confort, vivienda, acceso a servicios básicos y composición del hogar.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que la pobreza ha aumentado en términos económicos, pero también que ha disminuido en términos multidimensionales. Los hogares sin NBI pasaron de 81.3% en 2019 a 84.5% en 2022; hubo una leve mejoría en cuanto a privaciones y un leve deterioro en términos de ingresos. Y esto que parece una contradicción no lo es. Existe una especie de franja de flotación de la pobreza, que se mantiene más o menos estable desde hace más de una década. En torno al 10% de la población y al 7% de los hogares se encuentra en el grupo de la “pobreza crónica”.

Observando la distribución geográfica de la pobreza medida por NBI en 2011 y comparando con algunos datos de la actualidad, vemos que hay zonas enteras que siguen en la misma de siempre, donde viven personas en la misma de siempre. Los avances o retrocesos en el mercado laboral, el crecimiento del Producto Interno Bruto y otros indicadores parecen no afectar a este grupo, independientemente del partido gobernante.

En 2011, el 26.8% de la población de Montevideo, tenía al menos una NBI, mientras que en zonas como Casavalle, Punta de Rieles o Manga, oscilaba entre el 40.4% y el 60.1%.

Las ayudas sociales

Aunque algunos sectores de la oposición afirman que las ayudas sociales por parte del Estado han disminuido, lo cierto es que el gobierno de la coalición no solo continuó utilizando la misma Tarjeta Uruguay Social (TUS) creada por el gobierno del Frente Amplio, sino que las multiplicó. En diciembre de 2023, tenían la tarjeta del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) 10.354 personas más que en diciembre de 2019.

Contradicciones del sistema

Desde el Gobierno —tanto bajo esta administración como en las anteriores— se afirma que la situación social es muy difícil de revertir. En mi opinión, el problema es que no se ha hecho nada nuevo. Los avances y retrocesos circunstanciales varían según la interpretación de los datos.

A nivel de barrio se comenta que para recibir una ayuda del Mides hay que verse mal. En tal sentido, parece que todas las acciones de superación personal que realice la persona se convierten en una especie de penalización. He sabido de personas que perdieron la prestación luego de que colocaron cerámica en el piso. Hasta hace poco tiempo, si una persona conseguía un trabajo y empezaba a figurar en el Banco de Previsión Social (BPS), automáticamente perdía las ayudas sociales. Y, aunque eso cambió, hay cosas que siguen mal. Por ejemplo, no existen planes para ayudar temporalmente a aquellas personas que, por algún motivo, entran en una situación de penuria económica, ni siquiera un micro préstamo preaprobado al cual la persona pueda acceder al menos una vez al año en el Banco República para sacarlo de algún apuro y no tenga que recurrir al endeudamiento con financieras establecidas si tiene un buen historial, o con prestamistas clandestinos si no lo tiene.

De nunca acabar

Si históricamente todos los gobiernos han dedicado esfuerzos y recursos, ¿por qué queda siempre ese “núcleo duro”?

Se ha tratado de focalizar políticas para ir específicamente a los necesitados, pero a la luz de los resultados no se han producido avances sustanciales. Se ha dicho desde el Gobierno que no se quería dar a ningún uruguayo por perdido, pero tenemos 3.000 personas viviendo en las calles, así que podemos tomar eso como una declaración de buenas intenciones nada más.

Un ejemplo del fracaso de las políticas focalizadas es cuando el Gobierno subió el precio del supergás a toda la población para luego hacer una rebaja del 50% “a los más pobres”. Es que gran parte de los destinatarios del “beneficio” no podían acceder porque ni siquiera tenían una garrafa vacía en la casa para poder recargar, por lo que no podían comprar ni el envase.

Y aunque desde el Gobierno se afirma que las cifras de recargas son un éxito, es sabido que hay mucha gente que figura como que realizó cargas que en realidad nunca hizo. Evidentemente hay irregularidades en el sistema y alguien está lucrando con eso.

Política de cercanía

Para resolver el problema de la pobreza, es necesario generar políticas de cercanía, surgidas desde lo local. Acercarse al pueblo, con el cuerpo y con el corazón, comprender sus necesidades, aspiraciones y deseos. Muchas de las políticas sociales que se vienen instrumentando desde hace años, en realidad son “enlatados” que llegan del exterior promovidos por organismos internacionales y que por sus características son incapaces de lograr resultados en lo local.

El próximo gobierno, independientemente del signo político que tenga, debería trabajar sobre tres importantes ejes, si desea resolver el tema de la pobreza de una vez y para siempre:

1- Ayuda humanitaria

Hay situaciones críticas que merecen soluciones urgentes desde el punto de vista humanitario. Personalmente creo que, en un par de meses, se podría resolver el problema de las 3.000 personas viviendo en las calles, pero implica voluntad política y el deseo de hacerlo. Si se quiere se puede y hasta ahora no se ha querido.

2- Orientación al desarrollo productivo

En un sistema donde el dinero es imprescindible, pensar en superar la pobreza sin asegurar un ingreso mínimo es desconocer la realidad, pero ese ingreso debe estar basado en la producción propia. Es decir, se debe involucrar a las personas en situación de pobreza, en procesos productivos que ayuden a mejorar sus ingresos. No hacerlo implicaría cargar esos ingresos sobre los hombros de trabajadores, pymes y pequeños productores, como sucede en la actualidad. Obviamente, bajo una visión 100% liberal esto es inviable, por lo que el Estado si o si debe meterse en algunos procesos productivos que aseguren ingresos mínimos.

3- Garantías básicas

El alimento, la vestimenta, el acceso a la salud, a la vivienda y a los servicios básicos como agua potable, electricidad, gas y educación de calidad, deben estar garantizados para todos.

Hoy lamentablemente no lo están.

Aquí hay mucho que se puede hacer desde el punto de vista impositivo. A modo de ejemplo, los productos saludables y moderadamente saludables no deberían pagar los mismos impuestos que los alimentos poco saludables o de baja densidad nutricional, como los snacks, las bebidas energéticas y los ultra procesados.

Con respecto a la vivienda, hay mucho que se podría hacer también, promoviendo la migración interna para repoblar algunos pueblos del interior que se han vaciado.

La pobreza es un fenómeno multifacético y complejo, cuya superación no debería quedar librada exclusivamente ni al esfuerzo personal, ni a las bondades del gobierno de turno, ni tampoco a los vaivenes del mercado. Hay que trabajar en varios aspectos a la vez.


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