Siguiendo con el tema de la saga de la educación, creo que es el tema que tiene que llegar ahora después de la pandemia, cuando ya el tema de la seguridad bajó de cartel, porque no tiene la prioridad que tenía antes de las elecciones, todas las encuestas lo mostraban. La mayor preocupación de los uruguayos antes de las elecciones era la seguridad. Hoy, no es más la seguridad, eso es una realidad. Y atendamos a esa realidad, es el tema de la educación.

El tema de la educación, ya dijimos, que la reforma educativa debe explicitarse para contar con apoyo amplio de la población y así tener la fuerza, no sólo en recursos monetarios, sino en consensos para seguir adelante. Y hay que hacer encuestas después de explicar la reforma para mostrar que la gente está de acuerdo con esa reforma, que quiere eso para sus hijos. Así se trabaja una reforma que se quiere hacer para que dure, porque si la hacemos a los palos, lo único que conseguimos es conflicto y que a la vuelta de la esquina la reforma sea derrumbada, o no sea ejecutada, porque al final todo el mundo le retacea su apoyo.

Pero más allá de la reforma educativa, que es el momento de presentarla en sociedad en una forma completa, creo que hay una cuestión que también es, vamos a decir así, "estratégica" o "filosófica". Y es cómo hacemos para manejar los dones de los niños y adolescentes. Yo creo que cada cual tiene un don. Lo que pasa es que muchas veces vivimos una vida entera sin darnos cuenta o sin descubrir cuál es el don de cada cual. En algunos casos, resulta evidente y, en algunos casos, se da la suerte que ese don evidente es cultivado. Entonces, se produce la magia.

Cuando alguien descubre su don y lo cultiva, lo que sucede es magia, es algo espectacular. El niño que tiene un oído perfecto, como dicen, o sea que no puede errar una nota, que distingue todas las notas, que tiene capacidad para la música perfecta, si cultiva ese don, a dónde llega en materia de música no se sabe, pero puede llegar a ser un gran director de orquesta, o un pianista destacadísimo, o un compositor de aquellos, o un cantautor espectacular que movilice generaciones, no se sabe. Eso lo enriquece a él, hasta monetariamente, pero también culturalmente. Enriquece a toda la sociedad, porque produce arte. Produce valor agregado, cambia el mundo.

Lo mismo pasa con el gran matemático, con el gran químico, o con el gran médico destacadísimo. Pero también con el gran pintor. O con el gran carpintero. Cada cual tiene un don. Entonces, ¿dónde podemos descubrir los dones? Y dónde estamos mirando a los niños? ¿Dónde estamos viendo qué están haciendo? En la escuela. Ahí se empieza a ver para qué sirve cada cual. O, dicho de otra manera, qué don excepcional tiene cada niño.

Entonces, tenemos que empezar a salir filosóficamente del sistema educativo vareliano, pero antes de ser vareliano, victoriano, donde se formateaba a los niños todos iguales. La misma hora de entrada, las mismas materias, las mismas preguntas en los exámenes, a misma lista de exámenes, los mismos experimentos, los mismos ejercicios, todo lo mismo para todos. ¿Qué quiere decir? Estamos formateando niños para sacarlos a todos iguales. ¿Por qué? Porque ese sistema educativo se creó cuando arrancó la Revolución Industrial y lo que precisaban eran obreros, todos formateados, para ir a hacer las mismas tareas en las mismas fábricas. Pero ese tiempo cambió. Mudó. No es eso lo que precisamos. No precisamos a todos los niños igualitos como robotitos haciendo lo mismo, sabiendo lo mismo y replicando lo mismo y entrenados para cumplir los mismos horarios y funcionar de las mismas maneras. Ese tiempo pasó.

¿Qué precisamos ahora? Ahora precisamos descubrir los dones y cultivarlos. Y el don de uno es distinto al don de otro. Entonces, no se puede agarrar un niño que tiene un don excepcional y aplicarle la masa, inútil para él, en un noventa por ciento, de una educación que no le sirve para nada. Y que le duerme el don. Hay que hacer exactamente lo contrario, hay que ir abriendo el juego. Hay que ir mirando los niños y empezar a enfocarlos hacia donde su don los lleva. Porque van a ser felices siguiendo su don y haciendo su vocación, lo que les resulta naturalmente facilísimo si se lo cultiva, se lo educa, se lo va impulsando en ese camino, se le dan las clases, los profesores, los talleres, lo que precise, para que eso vaya floreciendo. Va a tener una vida mucho mejor. No sólo económicamente, que por supuesto que va a tener una vida mejor económicamente, sino que va a ser una persona más realizada. Va a estar más contento consigo mismo y con la sociedad, nos va a enriquecer a todos, culturalmente y también económicamente porque va a abrir fronteras en lo que sea que tiene por delante en ese don.

Eso todavía no lo veo, no está. Seguimos con los ladrillos, como Pink Floyd. Otro ladrillo en la pared, todos igualitos. Todos lo mismo. Nada de mirar el don de cada cual y empezar a armar, "estos son los que tienen el don del oído perfecto de música, encontré uno en esta escuela". "Otro allá, otro en el fin de Tacuarembó". "Otro en el fin de allá, por el otro punto del país". Éstos van juntos, clase de música y por supuesto cultura general, geografía, historia, saber sumar y restar, computación, inglés, pero música.

Y generamos generaciones de músicos excepcionales, de niños que van a quedar limpiando vidrios sino. Con todo su potencial y su don de un oído perfecto. Por decir algo. Entonces, ese cambio filosófico de cómo tiene que ser la educación del futuro, totalmente distinta que la educación del pasado, ¿dónde está? ¿Cómo se está implementando? ¿Cómo se está pensando? ¿Cómo lo estamos haciendo? Yo no lo veo, capaz que está, pero si está y no lo muestran es como que no estuviera. Hay que mostrar, hay que explicar, hay que convencer. Eso está faltando. A mí que me perdonen las autoridades del Gobierno, yo creo que han hecho un buen trabajo en el combate de la pandemia, terminó el tema de la pandemia, eso ya está. Es un campeonato que se jugó y se ganó.

Ahora tenemos otro campeonato, como en el fútbol, empezamos un campeonato y después empezamos otro. "No, pero hice goles en el campeonato anterior", bárbaro, pero ya está. Ahora es otro campeonato. En este campeonato en el que estamos, la parte educativa es vital. ¿Qué está pasando? ¿Qué van a hacer? Eso hay que decirlo, explicarlo y esa parte de comunicación al público en general, liso y llano. No a los expertos en un comité. A los uruguayos de a pie. Eso está faltando. Y eso se precisa.

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Esta columna es una transcripción del uno de los capítulos semanales del podcast La Batalla de las Ideas, conducido por Luis Romero. Se trata de un "espacio continuo de reflexión sobre los temas esenciales que nos convocan a todos en todas partes y tienen incidencia directa en nuestras posibilidades de vivir bien". 

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