Como es de público conocimiento, la Intendencia de Montevideo (IM) está construyendo una ciclovía en el medio de la avenida 18 de Julio, desde Mario Cassinoni hasta Yaguarón, conectando por esta última con la calle San José y desde ahí hasta Juncal.
Aunque en apariencia la obra se anunció hace pocos días y parece que todo se hizo de manera muy apresurada e irreflexiva, la realidad es que esta ciclovía ha sido tema de discusión desde el año 2017. En su momento despertó fuertes críticas, se pospuso, pero nunca se descartó el proyecto; permaneció paciente en algún cajón del Palacio Municipal, esperando la oportunidad de materializarse a pesar de todo y de todos.
Razones
El argumento que sustenta este tipo de políticas ya lo hemos escuchado: promover la movilidad sostenible, reducir el consumo de combustibles fósiles, contribuir a la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, y otras razones políticamente correctas con las cuales podemos estar de acuerdo. ¿Pero tenía que ser en 18? ¿Hay realmente un deseo de contribuir al medio ambiente o es una forma de ganar notoriedad pública donde, de cara a una interna reñida, los ataques a la intendenta Carolina Cosse por parte de la oposición pueden llegar a transformarse en apoyos militantes frenteamplistas?
Seguridad
La principal crítica que recibió el proyecto en esta oportunidad fue por el lado de la seguridad para los ciclistas. En tal sentido desde la IM se colocaron unos separadores de metal que crean una especie de valla de protección.
En lo personal no creo que los autos representen peligro para los ciclistas y, basado en declaraciones públicas, creo que más tarde o más temprano se terminarán retirando los autos particulares de la principal avenida de la ciudad.
De arriba
Y entre la crítica sistemática de unos, la obsecuencia de otros y la indiferencia de muchos, la ciclovía en 18 de Julio ya es una realidad. Así como mucha gente asocia a Cosse con esta obra, y seguramente en ocasiones le ardan las orejas, al igual que en el período pasado se la agarraban con Daniel Martínez, personalmente creo que ambos intendentes son actores circunstanciales y a Cosse le tocó llevarla adelante. Es más, creo que, si otro partido hubiera ganado la IM, también la habría realizado. Es un hecho objetivo que, en el año 2015, el Banco Interamericano de Desarrollo BID publicó el estudio “Ciclo-inclusión en América Latina y el Caribe: Guía para impulsar el uso de la bicicleta” y a partir de ahí se comenzó a hablar del asunto.
En cuanto a que esta movida de las ciclovías es impulsada por organismos internacionales de crédito como el BID, exista o no, yo personalmente lo percibo como un problema de soberanía.
Prioridades
Según trascendió en la prensa, el costo de la obra rondaría en torno al millón de dólares —aunque esa es una cifra que hay que tomar con pinzas—, según indicó el director de movilidad, Pablo Inthamoussu, y que calificó de “adecuada”.
Basándonos en esto, muchos salieron a decir que Montevideo tiene otras prioridades.
Si bien es cierto que a 20 minutos del Centro hay barrios donde la gente tiene que caminar por la calle porque no hay veredas y hay lugares en los cuales, cuando llueve, los vecinos no pueden salir por el barro que se forma en los caminos, también es cierto que la Intendencia ha asfaltado cantidad de calles en asentamientos y zonas mal llamadas periféricas. Por ese lado, efectuar el cuestionamiento implicaría, por lo menos, desconocer la realidad del departamento en materia de vialidad. Esto no es nuevo; hace unos años, hubo quien hablaba de un supuesto “Montevideo olvidado” nada más ni nada menos que en Casavalle, donde se habían realizado muchísimas obras, capaz que mal encaradas unas, innecesarias otras o lo que sea, pero de olvidado nada. En ese entonces significaba más bien desconocido para quienes hacían la afirmación.
Es cierto también que hay otras obras que requiere el departamento como mejorar el sistema de drenaje pluvial, ampliando la capacidad porque no podemos seguir justificando los problemas de calles inundadas a la cantidad que llueve que, aunque sea cierto, hay que hacer algo al respecto, y ese algo es seguramente mucho más caro que el costo de la ciclovía.
Derechos territoriales
Desde un punto de vista legal, no tengo nada que objetar; está dentro de las potestades de los gobiernos poder llevar adelante las obras que entienda que son beneficiosas para la población. El punto que quiero problematizar es otro. La avenida 18 de Julio es un lugar emblemático para los montevideanos, es nuestra avenida principal y, cuando digo nuestra, implica pertenencia, nos pertenece como pueblo.
El concepto de derecho territorial muchas veces se aplica a los pueblos indígenas, pero entiendo que es pertinente aplicarlo a todos los pueblos, porque los montevideanos tenemos derechos territoriales sobre nuestro departamento. En tal sentido, este derecho implica la potestad de ejercer la soberanía, de tomar parte en las decisiones de todo cuanto nos involucre, y eso incluye a la avenida 18 de Julio.
Alguien podrá decir que Montevideo ejerce su soberanía territorial a través del gobierno departamental, el cual es elegido de manera democrática, e incluso podría agregar que, aunque sin especificar cuáles, el programa de gobierno departamental del Frente Amplio, presentado en la campaña electoral de 2020, anunció de manera explícita que tenía previsto ampliar la red de ciclovías. Así que por este lado, por lo menos, los votantes del Frente Amplio no deberían sorprenderse, “el que avisa no traiciona”, dice el dicho.
Consulta popular
Mi opinión personal es que por más derecho que tengan los gobiernos a gobernar, eso no significa que la ciudadanía les extienda un cheque en blanco para que hagan lo que se les ocurra, sobre todo cuando está en juego algo tan importante desde el punto de vista patrimonial y afectivo.
También opino que, siendo un tema controvertido, no me parece una decisión acertada de la administración Cosse llevar la propuesta adelante sin contar con un amplio apoyo expreso de la ciudadanía. Creo que hubiera sido adecuado someter el tema a consulta pública y que la ciudadanía decidiera, aunque sea mediante un formulario electrónico. Con eso, se hubieran ahorrado muchas críticas de la ciudadanía que, en general, parece estar bastante molesta con la obra.
Es justo decir que lamentablemente en Uruguay, tanto a nivel nacional como departamental, a quienes les toca estar del lado de la oposición, se lo toman muy en serio y eso se traduce en crítica sistemática, más allá de contenidos. Acordar con la oposición es un sacrilegio. Someter el proyecto a consulta pública habría fortalecido la figura de Cosse, independientemente de si la ciudadanía aprobaba o no, pero no se hizo así y hoy muchos hablan de lo que consideran “un capricho” de la intendenta. Lo mismo que digo para la ciclovía lo digo para el proyecto del tren eléctrico del cual habló el gobierno nacional, pero que según autoridades municipales nunca recibieron formalmente. ¿Queremos los montevideanos que corra una ciclovía o un tren por 18 de julio? Esa es la pregunta que debería haberse hecho y no se hizo.
Ni poco ni demasiado
Todo es cuestión de medida, dijo el poeta, y, en el caso de 18 de Julio, las medidas no me cierran. Me tomé el trabajo de ir hasta 18 de Julio y Gaboto, con una cinta métrica y medir el ancho de la ciclovía: mide 2.35 metros. Es decir, en la hipotética situación de que se cruzaran dos bicicletas en sentido contrario, cada ciclista tendría 1.17 metros para circular, probablemente entre monopatines y motos “sin chapa”, que así como se meten a contramano en cualquier calle, seguramente no tendrán ningún tipo de pudor en usar la ciclovía “haciendo Willy”.
Pero ese no es el único problema. Los carriles de circulación para autos y ómnibus quedarán de 2.55 metros aproximadamente los dos que van hacia el Obelisco y 2.90 metros el que va hacia la Plaza Independencia. Con respecto a los carriles de estacionamiento, tienen 2.97 y 3.15 metros respectivamente, pero si son suprimidos quedarán más carriles de circulación estrechos, peligrosos, lentos y que además recibirán a algunos ciclistas, que no quieran usar la ciclovía porque tampoco la quieren.
En todos los casos, esas cifras están por debajo del estándar que se considera seguro. Existe cierto consenso entre los profesionales sobre el ancho de los carriles, a saber: tres metros y medio para los carriles de circulación que comparten autos y ómnibus, tres metros para los carriles de circulación de autos, y un mínimo de un metro y medio para cada carril de bici, aunque lo ideal es de dos metros. En concreto, quedan más o menos 6,05 metros hacia la Plaza Independencia y 8,10 metros hacia el Obelisco, que seguramente se terminarán transformando en dos carriles angostos de un lado, y tres del otro.
Seguramente se generarán algunos problemas con el adelantamiento de los ómnibus, como en el año 2017 lo planteó el presidente de Cutcsa, Juan Salgado, tras asesorarse con la Unión Internacional de Transportes Públicos (UITP) y obtener un informe bastante crítico de los resultados previstos de la obra. Circular por 18 de Julio en auto, mientras se pueda, será como circular por el estacionamiento del Montevideo Shopping.
Jan Gehl
Hace unos días, cuando se volvió a presentar el proyecto, se mencionó al conocido urbanista Jan Gehl, como para darle un respaldo de prestigio, pero la realidad es que este hombre nunca propuso hacer una ciclovía en 18 de Julio.
En cambio, propuso efectuar una en San José y otra por Colonia. Por otro lado, muchas veces nos quieren vender el verso de que en los países nórdicos la gente se mueve en bici y no usa autos porque son todos ecologistas avanzados y nosotros atrasados tercermundistas que deberíamos seguir el ejemplo de los arios, pero esto no es así. Obviamente, mucha gente usa la bici allá, pero también mucha gente usa el automóvil particular, y hay lugares para estacionar, trenes eléctricos y todo lo demás, pero los países nórdicos son los países nórdicos y Montevideo está en Uruguay. Lamentablemente, en nuestro departamento, en algunas zonas, andar en bicicleta puede resultar peligroso, es decir, te pueden bajar de la bici para robártela, lo que es triste pero real. Además, nuestro departamento, “suavemente ondulado”, tiene algunos repechos que, si no tenés una buena máquina y estás con un buen nivel de entrenamiento, se complica.
Algunos políticos admiran que en Suecia, Noruega y Dinamarca haya diputados que van a trabajar en bicicleta y quieren imponer a los demás este “cambio cultural”, es decir, que dejen el auto y usen el transporte público o la bici, pero a ellos no los bajan con nada del auto oficial con chofer. Así que hay que tener un sinceramiento también y no pedirle al pueblo lo que algunos políticos no hacen ellos mismos.
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