Con una carta en su portal de Internet, José Mujica se despidió del MPP, el sector que lo ayudó a catapultarse hasta los más altos niveles de consideración ciudadana. Con este gesto, el precandidato oficial del Frente Amplio busca posicionarse en un lugar de equidistancia de los diversos sectores que integran la coalición, ante la inminencia de un triunfo en las internas del 28 de junio. Un triunfo que lo colocará en la carrera presidencial y, de ganar, en el liderazgo de la coalición de izquierdas. Pero el movimiento tiene otras implicancias.
Con sus despedidas (ya lo había hecho antes con el MLN, o “barra chica”) Mujica morigera los temores de que una eventual presidencia suya pueda colocar en lugares de mayor protagonismo e influencia a los tupamaros más ortodoxos, que actúan bajo el liderazgo de Julio Marenales.
A propósito, es interesante enterarse por boca del propio Marenales qué piensan hacer en caso de alcanzar el poder. Para eso, basta con leer la entrevista realizada por los colegas de La Diaria al veterano dirigente del MLN, una verdadera hazaña periodística si se tiene en cuenta que es totalmente reacio a hablar con la prensa. Allí reconoce sentirse más tupamaro que frenteamplista porque el Frente “no propone cambiar el régimen capitalista”. En cambio ellos y Mujica, dice Marenales, salieron del mismo lugar y por eso tienen planteada “estratégicamente la lucha por la liberación nacional y el socialismo”.
En otra parte de la entrevista, Marenales expresa qué lugar va a ocupar la “barra chica” en caso de que su viejo camarada llegue a la Presidencia: “Pepito, vamos a ver lo que hacés. Nosotros vamos a estar muy vigilantes, asegura el líder tupamaro. “No porque el Pepe no tenga determinado pensamiento, sino porque hay corrientes que lo pueden llevar hacia otros lugares sin que se dé cuenta”.
Es de esa “barra chica” que Mujica se había despedido en el acto de lanzamiento de su candidatura, pero le faltaba todavía soltar amarras de la “barra intermedia” del MPP y el Espacio 609 para convertirse en un candidato con “una sola camiseta en el pecho: la del Frente Amplio”. Si Mujica accede a la candidatura, como todo indica, se convertiría en el primer presidenciable frentista que surge tras un fuerte liderazgo sectorial, lo que resulta difícil de manejar en una coalición.
De modo que su adiós a las “barras” genera mayores garantías de ecuanimidad, pero también lo libera de compromisos sectoriales, para contemplar las demandas de esa “alianza policlasista y multicultural” que es, según sus propias palabras, el Frente Amplio.
De paso, pone distancia con los tupamaros más fundamentalistas, cuyo poder queda ahora restringido a la influencia en el MPP y el Espacio 609, con lo que refuerza un flanco débil de su eventual candidatura presidencial en las contiendas de octubre y noviembre próximos. En suma, menos dependencia del MLN, menos cachones para la campaña electoral y más liderazgo frentista. Dos despedidas con carambola a tres bandas.