Las poblaciones de aves en los trópicos se han reducido entre un 25% y un 38% desde 1980 debido a la intensificación de los extremos de calor, en comparación con un escenario sin cambio climático.
La abundancia de algunas especies ha caído más del 50%, según un estudio publicado en Nature Ecology & Evolution , con participación del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), la Universidad de Queensland y el Centro de Supercomputación de Barcelona (BSC).
"Es una disminución asombrosa. Las aves son particularmente sensibles a la deshidratación y al estrés térmico. El calor extremo provoca un exceso de mortalidad, reduce la fertilidad, modifica los comportamientos reproductivos y reduce la supervivencia de las crías", explicó Maximilian Kotz, autor principal, investigador invitado del PIK e integrante del BSC.
Diez veces más calor extremo que hace 40 años
Según el estudio, las aves tropicales sufren hoy condiciones de calor extremo diez veces más intensas que hace cuatro décadas: de un promedio de tres días al año con calor extremo a treinta días.
La investigación combina datos observados con modelos para identificar los efectos del cambio climático sobre las poblaciones de aves a escala global, centrándose en calor y precipitaciones. Aunque las mayores disminuciones se registraron en los trópicos, casi todas las regiones reportaron pérdidas, siendo el calor extremo el factor con mayor impacto.
“El aumento de las temperaturas está expulsando a las especies de las áreas a las que se han adaptado naturalmente, y en muy poco tiempo”, añadió Kotz.
Más impacto que la deforestación
Hasta ahora, diferenciar el impacto del cambio climático de presiones humanas directas, como la deforestación, resultaba difícil. Sin embargo, los métodos empleados permitieron aislar este efecto y mostraron que, en regiones tropicales de baja latitud, los extremos de calor ya causan más pérdida de aves que la destrucción del hábitat.
Este hallazgo podría explicar las importantes disminuciones registradas en selvas intactas de la Amazonía y Panamá, donde no había causas evidentes.
"En cuanto a conservación, este trabajo indica que, además de las áreas protegidas y de frenar la deforestación, necesitamos estrategias urgentes para las especies más vulnerables al calor extremo, con el fin de maximizar su capacidad de adaptación. Esto podría incluir conservación ex situ , trasladando algunas poblaciones a otros lugares", señaló Tatsuya Amano, coautor del estudio y profesor en la Universidad de Queensland.
“En última instancia, nuestras emisiones son el núcleo de este problema. Necesitamos reducirlas lo antes posible”, concluyó Kotz.
Con información de Europa Press