Alejandro Spuntone fue durante muchos años el vocalista de La Trampa. Guzmán Mendaro fue —y sigue siendo— guitarrista de Hereford. Se conocieron casi de casualidad hace 15 años en el bar Tabaré, por un amigo en común. Juntos llegaron a la conclusión de que necesitaban un cambio creativo, casi sin saberlo. De los grandes focos, públicos masivos y la distorsión de la guitarra eléctrica que aparecían como constantes en sus proyectos previos, se cambiaron de lugar. 

Desde el origen del dúo, su sensibilidad estuvo puesta en otro lugar: tomar aquellas canciones que el paso de los años había convertido en himnos. Identificar aquellas que resonaban con la historia de ambos, y resignificarlas. Este poder de observación les permitió centrarse en otros aspectos de la música y concluir, por ejemplo, que no hay como una presentación en vivo para entender a un artista. Que lo que pasa arriba del escenario es lo que le da sentido a todo lo demás, y que a veces les cuesta identificarse con todo lo que se está haciendo hoy en el panorama musical. También los hace lanzar El asado (2025), un álbum de una sola toma, grabado en la comodidad de una comida entre amigos, junto a Fabián Marquisio, Julio Cobelli y Mariano Martínez. ¿El objetivo? Volver a la esencia de la música y capturar lo efímero, lo imperfecto, la gracia del error. 

Se presentan este 1° de noviembre en el Teatro de Verano con 15 Flores Nuevas. Un show que busca celebrar el pasado y mirar hacia el presente. Las entradas se encuentran disponibles y pueden adquirirse aquí

Cuando comenzaron como dúo, ambos venían de dos bandas grandes. ¿Cómo recuerdan ese cambio en su forma de trabajo? 

Guzmán Mendaro (G.M.): En el momento en que empezamos a juntarnos con Ale yo estaba tocando con Hereford, y La Trampa había dejado de tocar en febrero de 2010. En ese año, Ale había interrumpido su actividad artística. Yo iba a tocar con Juan Casanova, el vocalista de Traidores, en un bar que se llama Tabaré. Él invitó a Ale, que cantó un par de canciones conmigo, Juan se fue a fumar afuera y desde ahí entablamos una relación. Ale me pasó unas canciones para versionar, me gustaron y nos juntamos en su casa a tocar juntos. En un principio fue sin la ambición de tocar en vivo, pero se formó un repertorio que después terminamos tocando.

El primer toque fue el 2 de noviembre del 2010. Nosotros, para encuadrar ese repertorio que teníamos y tocar juntos en vivo, hicimos una selección de canciones que nos parecía que tenían algo que ver con nosotros, con nuestra experiencia. Cosas que habíamos grabado con nuestras bandas o que habíamos compartido y nos habían conmovido de una manera especial en la vida. No nos juntamos a componer, encontramos un repertorio especial para tocar juntos. Lo que hicimos fue adaptar la música de lo que venía de banda grande; con distorsión, batería, y la llevamos a nuestro ámbito: la guitarra y dos voces. El desafío fue de diseño, para adaptarlo a nosotros, y ahí salió la sonoridad de Spuntone y Mendaro. Fue una búsqueda muy intuitiva, no hubo estrategia ni ganas de diferenciarnos.

Alejandro Spuntone (A.S.): A mí lo que más me gustaba de trabajar con Guzmán en aquel momento era venir de un mundo de cantidad de gente, presión, y pasar a algo totalmente opuesto: una guitarra y dos voces, gente en mesitas, y todo apagado. Bajar completamente el bullicio. Salir del ruido fue lo que más me llamó la atención a mí, y lo conseguí esa noche que Juan nos invitó. Yo me di cuenta de que eso me iba a hacer muy bien para el momento de la vida en el que estaba, por eso después quisimos armar algunas canciones. Lo que me llamó la atención fue darme cuenta de lo lindo que era volver a estar fuera de las luces de colores. Con una bombita arriba, mano a mano, y con gente mirándonos mientras se comían unas pizzas.

¿Este cambio a un estilo más íntimo fue positivo siempre o en algún momento les costó?

A.S.: No nos costó. Además estaba en un momento de mi vida muy particular, y eso fue como un bálsamo. En el caos, para mí eso fue la paz. Lo recuerdo como algo sumamente agradable. Nosotros veníamos de dos bandas en las que había debates estéticos. En el caso de La Trampa, había un compositor que traía sus composiciones y se empezaba a trabajar sobre esas construcciones previas. Eso generaba debates positivos y negativos, porque después entran a jugar los gustos y un montón de cosas. Además, si es una banda que tiene muchos años, ya aparecen otros problemas en el medio que tienen que ver con la convivencia, como en cualquier grupo humano.

En este caso, con Guzmán arrancamos desde un lugar de definir qué canciones nos gustaban, entonces yo le mandé una y Guzmán me mandó otra. Después trabajábamos sobre la versión, pero Guzmán ya se imaginaba una cosa. Entonces yo cantaba arriba y ya quedaba buenísimo, no había discusión. Después, trabajamos temas con amigos que nos dieron canciones inéditas. Las empezamos a producir nosotros, y vimos que también era lindo hacer canciones que no existían. Ahí empezamos a componer, pero Guzmán sabe mucho de música y armonía. Yo no era bueno en todo eso, porque no había escrito nunca mucha cosa ni nada. Yo fui creciendo como escritor con el proyecto mismo. Y es fabuloso porque no hay ni una discusión. Hay creación y nada más que eso.

¿Cómo dirían que fue su evolución y el camino recorrido desde el primer álbum que lanzaron? 

A.S.: Hemos crecido mucho, como compañeros de proyecto y como proyecto en sí. Lo agrandamos, salimos de la guitarra y la voz y armamos una banda, y pasamos a tocar muchas más canciones nuestras en los repertorios. Hoy conviven las versiones con las canciones propias, de todo un poco. Ha tenido ese crecimiento, sobre todo en la instrumentación del proyecto. Yo escucho las primeras cosas que cantamos con Guzmán y estaban buenas, pero hoy cantamos mucho más afianzados. Amalgamamos más las voces. Es un proyecto mucho más maduro y que tiene su personalidad. Con el disco Estado natural (2013) y lo que pasó antes éramos dos buscando un camino y generando un sonido. Yo pienso que hoy la gente escucha Spuntone y Mendaro y ya sabe que somos nosotros, y eso no es poco. Es generar una identidad. Como decíamos hoy, somos dos personas que vienen de dos bandas grandes, pero en este proyecto armamos un camino paralelo en el que somos nosotros independientemente de ellos.

¿Cómo hace el artista para encontrar esta identidad a la que se refieren?

G.M.: El ejercicio de búsqueda que hacés durante tu vida te va llevando a conocerte. Ese trabajo tiene que estar bien entendido y bien hecho y te lleva a lo que es tu esencia, o al menos a acercarte a ella. Obviamente que podés dedicar tu potencial artístico a parecerte a alguien. Es un camino de exploración para llegar a tus rincones más genuinos, y en la creación, en el desarrollo de las cosas, te vas arrimando a eso. Se puede hacer de forma individual, y en este caso es desde un dúo, que es la suma de los dos costados más originales nuestros para generar un ámbito nuevo. Por eso Ale hablaba del canto; a medida que van pasando los años nos acostumbramos a cantar juntos, y hay cosas que te las da la rutina misma del canto. La duración de las consonantes, el largo de las vocales, ese tipo de cosas. Nos hemos hermanado mucho cantando, y hoy en día nuestras dos voces suenan como una sola. En ese camino también hay una búsqueda que el dúo nos proporciona individualmente a cada uno de nosotros. Con Ale nos reímos de que el dúo nace como un proyecto de dos solistas. Pero el arte es un camino así, de búsqueda. Sacando toda la parte del ego, es una búsqueda para uno mismo.

En mayo tuvo lugar El asado (2025), un álbum que grabaron entero de una sola vez, sin segundas tomas, en una reunión de amigos. ¿Cómo nació esa idea? 

A.S.: Salió de una invitación de Fabián Marquisio. Él ya había grabado Andenes (2020), un proyecto similar, pero con mujeres. El asado se hizo el 1° de mayo de este año, donde nos juntamos con Julio Cobelli, Mariano Martínez, Fabián y nosotros. Fabián tiene su estudio al lado del parrillero en su casa de Laguna del Sauce. Hicimos un asado, y ahí sacó los micrófonos y armó todo. Nos fijamos qué temas sabíamos todos y salió algo maravilloso. Las canciones que están son esas tomas que se hicieron, porque además la tarde empezó a transcurrir, cayó el sol y había que terminar. De ese día hay de todo un poco, y probablemente termine saliendo un disco. Fue una juntada informal de amigos.

G.M.: Claro, no podía haber segundas tomas. En un asado no hay una segunda toma.

A.S.: Hay una segunda toma de vino, pero no de música. De hecho estaba invitado Alejandro Balbis también, pero llegó muy tarde y ya habíamos terminado.

La búsqueda fue capturar lo efímero. 

A.S.: Sí, del momento, de lo espontáneo. Fuimos a cantar canciones que ya sabíamos casi todos. Yo toqué un cajón peruano y nunca lo había hecho. El asado tiene esa libertad, y tiene el cabeceo. Pasa a cantar el otro de manera natural, es otra dinámica.

¿Antes de grabarlo, tenían en mente publicarlo?

A.S.: No, Fabián grabó todo eso y pensamos que si algo quedaba bueno podíamos sacarlo, pero al final quedó todo muy lindo de entrada.

G.M.: Cuando vas a tocar en vivo tenés una ayuda con las letras, por lo menos; en nuestra mesa estaban los restos de chorizo.

A.S.: Si lo hubiéramos pensado como disco, capaz habríamos elegido otras canciones.

G.M.: Pero dejaría de ser el asado y el momento espontáneo que conlleva.

A.S.: Exacto, vos no lo hacés pensando en que sea una versión que va a escuchar la gente. De hecho hay cosas que no están bien, porque justamente es un asado. Teníamos la opción de volver y regrabar las partes que habían salido mal, pero perdía el sentido. Si está mal, está mal. Creo que la música de hoy se ha generado tanto en el autotune y este tipo de cosas, que se perdió la humanidad de la música. El humano se equivoca, y más cuando está ejecutando un instrumento o cantando. El error es parte de la vida.

G.M.: Lo que llama la atención de este material es que sea tan fresco, porque hoy en día la música no es fresca.

A.S.: Por eso la gente va mucho más a ver a los artistas en vivo hoy, para ver el desempeño real. Hoy hay una música ultraprocesada, y después está la que nace ahí. Sin condimentos. No digo que esté mal, porque yo como alimentos procesados. Pero cuando comés un alimento orgánico te das cuenta de la diferencia que hay, y yo creo que en la música pasa lo mismo. También pasa que hoy los procesados también están en el vivo, la música en vivo también está adulterada. Hubo un momento de amor a la música en el que muchos de los artistas jóvenes empezaron a grabar los discos a la vieja usanza. Se metían todos en una sala y grababan con primeras tomas, porque para ese empaste había que ir ensayado del todo. Está bueno que existan las dos formas.

G.M.: Lo que pasa es que hoy en día es de valor tocar en vivo, cuando en nuestra época era lo común. Yo cumplo 53, y cuando teníamos 20 o 25 eso era lo normal. No se grababa en grilla ni con metrónomo, vos hacías la toma en el estudio y tenía que salir bien. Y si salía mal, no se podía arreglar después. Nosotros crecimos con ese rigor y esa forma de sentir, no es un tema de criticar o no criticar lo que hay ahora. No importa. Yo disfruto de hacer las cosas de determinada manera. Me gusta tocar la guitarra en vivo, cantar nosotros, no usar autotune, esas cosas.

¿Cambió negativamente la forma de hacer música?

G.M.: Para mí, la cantidad de reproducciones y ese tipo de cosas no necesariamente están alineadas con la buena calidad, la búsqueda es otra. Nosotros hemos usado tecnologías actuales como herramientas para editar, por ejemplo. Pero si puedo grabar a la vieja usanza, lo hago, lo prefiero. No niego tampoco a la inteligencia artificial; si es bien usada para determinadas cosas, puede potenciar. Pero en general nosotros no nos movemos así. Tal vez en nuestra época era otra la referencia, hoy en día sí está todo más a la vista con respecto a la cantidad de oyentes, de visualizaciones, o de reproducciones. Pero si es algo exitoso o no, ese es otro tema. Se mira al éxito como si fuese algo matemático, como si un número te pudiera decir que algo es exitoso. Pero es un éxito más algorítmico o matemático, no sé si artístico.

A.S.: Yo creo que siempre fue lo mismo, pero eran otros parámetros con los que se medía. Uno hacía música pensando en hacer discos de oro, esos eran los parámetros para medir qué era exitoso y qué no. Hoy se ve en las visualizaciones, en los millones de reproducciones y otras cosas, pero el músico sigue haciendo su trabajo para intentar que le vaya bien. Los parámetros cambiaron en su unidad de medida, pero nosotros no miramos mucho eso. Porque si no, entrás en un terreno que no te deja nada positivo. La devolución que importa te la va a dar la gente con algún mensaje. En ese sentido somos vieja escuela y no estamos pendientes, no nos corresponde a nosotros.

G.M.: Y desde el punto de vista comercial capaz que es un éxito, pero desde el vocacional, desde la expresión de uno mismo, no sé. Para mí el éxito está en hacer lo genuino, lo que querés.

A.S.: A la larga, esas cosas artísticamente quedan. El resto, que se hizo como un fin comercial, se va a diluir cuando deje de tener interés comercial.

Este 1° de noviembre se presentan en vivo con su show 15 Flores Nuevas, un show que apuesta por lo vivido y lo que está por venir. ¿Cómo lo están preparando?

A.S.: Vamos a hacer un Teatro de Verano, que para nosotros va a ser un antes y un después. El proyecto arrancó hace 15 años, y hoy consideramos que estamos en un buen momento para hacer un festejo ahí y recordar, sin olvidarnos, que arrancó un 2 de noviembre en el bar Tabaré, con un montón de amigos y fans de La Trampa y de Hereford. Es un lugar increíble en el que hemos tenido grandes noches por separado y también juntos, y creo que como proyecto nos merecemos un Teatro de Verano. Es una apuesta muy grande. Hemos recorrido un montón y tenemos mucho por delante; estamos trabajando canciones nuevas de lo que va a ser el próximo disco, que capaz que sale antes de fin de año. No es un recital que se quede solo en el pasado y en su festejo, sino que es una celebración de lo que viene. Por eso va a haber canciones que no tocamos nunca, y una que se va a estrenar esa noche. La idea es seguir celebrando un camino de música y vida, con sus cosas buenas y malas.

Están por lanzar un nuevo disco. ¿Qué proyectos a futuro pueden adelantar? 

A.S.: Disco nuevo y tocar con Mariano en el proyecto Alquimia, que tenemos ganas de llevarlo para Argentina. Hemos girado mucho este último año en Uruguay, pero queremos llevarlo para allá. Y después, seguir componiendo canciones y tocando mucho. Nos encanta recorrer el interior, nos gusta mucho tocar juntos en boliches chicos. Ya tenemos algunos shows para enero, tanto con Mariano como solos.

G.M.: Ahora sale un tercer single, y va a haber un cuarto. Más allá de que se cumplan 15 años de Spuntone y Mendaro, también tenemos todo un material discográfico que vamos a ir sacando. Estamos trabajando con dos productores, que son Diego y Manuel Morales. Nosotros estuvimos muy arriba de nuestras cosas, y ahora hay otras personas dándole estética a nuestra música.

A.S.: Los invitados van a ser Valeria Lynch, Mariano Martínez, Julio Cobelli, Fabián Marquisio, Luana, Larbanois & Carrero. Después tenemos un cuarteto de cuerda, y también nuestra banda. En total son 15 personas más nosotros dos, 17 personas que vamos a estar arriba de ese escenario.

¿A la hora de elegir artistas para invitar o para colaborar, por qué se guían?

A.S.: Por afinidad. Hoy hay mucho interés dentro del tema de las colaboraciones, se busca potenciar a los artistas. Nosotros las primeras colaboraciones que hicimos fueron para los 10 años de Estado natural, y queríamos trabajar con alguien que nos marcara bien. Decidimos hacer dos versiones que estaban en Estado natural, pero reversionadas por segunda vez. A partir de ahí surgió lo que fue el proyecto Alquimia, y después yo había tenido buenas charlas con Luana, que me parece una gran cantante. Nos hicimos amigos y le dije a Guzmán que estaría bueno cantar con una mujer joven de actitud arrolladora. Generalmente trabajamos con amigos por eso, por afinidad. Tenemos pendiente por ejemplo hacer algo con el Fata Delgado, pero porque nunca se ha dado.

G.M.: Es que no pasa por un tema de género. Como artista te puede pasar que alguien te invite a cantar y que no te guste ni siquiera lo que está diciendo. Respecto a los géneros musicales, así como nosotros vamos a otros terrenos, los demás también vienen al nuestro.

A.S.: Creo que la interacción con otros músicos de alguna manera u otra siempre te nutre, vos te llevás algo de cada experiencia. Si sos un tipo que puede dejar su ego al costado, siempre salen cosas buenas.

G.M.: Ir hacia otros lugares te hace crecer y romper barreras de prejuicio.

A.S.: Hay gente que considera que un intercambio entre alguien del rock y alguien de la plena es violentar un género, profanar una tumba. Pero no, una canción es buena o es mala en cualquier género. Los fundamentalismos no son buenos en nada en esta vida, siempre te hacen perder cosas o dejar de ver nuevos puntos de vista, crecer como persona.

G.M.: Pero el Uruguay tiene una gran ventaja, y es que como hay altas chances de que no trasciendas comercialmente con tu música, terminás haciendo lo que vos querés.

A.S.: A nosotros nos ha ido bastante bien, y sin embargo ninguno de los dos vive de esto. Yo trabajo en un estudio contable, Guzmán da clases. No cargamos a la música con la presión de que se nos dé. Además, vos la pegás, y la industria misma después te va a seguir pidiendo que alimentes ese monstruo que creaste. Y ahí es donde vos empezás a ceder cosas para intentar mantener ese status que lograste. Tenés que componer 10 veces más canciones, ahí empieza otra parte que no sé si es tan agradable, porque se transforma en una oficina.

G.M.: O en una cárcel. 

A.S.: No te dan los números que te sostenían anteriormente y ya tenés un problema. Nosotros no tenemos la presión de contaminar a la música para que sea nuestro sustento, y por eso no tenemos que ceder las cosas que nos gustan para poder venderle eso a alguien.

¿La música de hoy está contaminada?

A.S.: No es a nivel actual, yo creo que siempre fue igual. Siempre se estaba buscando el suceso. En Uruguay es casi una utopía, pero en mercados más grandes siempre pasó. Acá vos ves a tus grandes referentes musicales en el supermercado, tienen vidas normales y sencillas. Nadie se hace millonario, el concepto de estrella no existe en la música uruguaya.