Un estudio realizado por la firma AVAST Software sobre más de 13.000 estadounidenses de ambos sexos reveló que las mujeres son un tanto más fisgonas que los hombres.
El sondeo reveló que uno de cada cinco hombres revisa el celular de su pareja, obviamente sin su consentimiento. Mientras tanto, una de cada cuatro mujeres hace lo mismo.
Entre los varones, la cuarta parte de los mirones admite husmear en el celular o la tablet de su novia a menudo y por mera curiosidad. Sin embargo, el 12 por ciento de ellos admite hacerlo para saber si se les miente.
Indagando con mayor detalle en las intenciones de los hombres al espiar los dispositivos, la búsqueda de pruebas de una infidelidad resultó ser el mayor motivo.
En el caso de las mujeres que admitieron revisar los teléfonos de sus compañeros, cerca de un 33 por ciento alegó simple curiosidad, el 21 por ciento dijo sospechar que su pareja la engañaba, y el 14 por ciento pretendía comprobar si se les mentía sobre algún asunto.
En muchos casos se cumplió aquello de "el que busca encuentra". Según el estudio, entre los hombres que echaron mano al celular de su pareja porque sospechaban la existencia de cuernos, la mitad tuvo la triste ocasión de comprobarlo. Pero mayor fue el desengaño del lado femenino, ya que el porcentaje trepó allí al 71 por ciento. Ante las infidelidades consumadas, las mujeres se mostraron más dispuestas a confrontar a sus parejas.
"Puede pensarse que espiar el celular de la pareja en busca de evidencia sobre mentiras o adulterios es algo propio de paranoicos. Por desgracia, la mayoría de ellos no resultaron ser paranoicos, ya que sus sospechas se revelaron ciertas", expresa el informe, recogido por el periódico Daily Mail.
Más del 40 por ciento de las mujeres dijeron que los teléfonos de sus compañeros carecían de contraseña de acceso, mientras que las mujeres resultaron ser un poco más precavidas, ya que en su caso el porcentaje era del 33 por ciento.
En los casos en los que el espionaje se había producido a pesar de la existencia de claves, las víctimas reconocieron que le habían dicho la contraseña a su pareja mucho tiempo antes por alguna circunstancia puntual, y luego lo habían olvidado.
Finalmente, más del 50 por ciento de los "espías" dijo tener la firme sospecha de que su pareja hacía lo mismo.