La Radiotelevisión Pública Italiana impone la sobriedad y la contención en el comportamiento de sus presentadores y presentadoras. Desde ahora, se acabaron los escotes de vértigo, las vistosas minifaldas o los vestidos tipo tubo. La nueva directora de RAI3, Daria Bignardi, convocó a los diseñadores de vestuario y maquilladoras y dictó un estricto reglamento para quienes dan la cara en la pantalla: camisas de tonos sobrios y escotes mínimos, pantalón o falda hasta la rodilla y tacón rigurosamente bajo. Pendientes sí, pero pequeños y poco vistosos. Máxima sobriedad, también, en broches y collares. Chaqueta lisa o con dibujos discretos. Maquillaje ligero. Nada de brazos desnudos, enumera la crónica del periódico ABC.
La misma discreción se exigía en una circular el director de información parlamentaria, Gianni Scipione: los presentadores han de llevar chaqueta y corbata sobrias, evitar el marrón, el violeta y sus derivados, así como los colores chillones, por exigencias técnicas.
Con este manual se quiere evitar que la televisión pública caiga en el "mal gusto" que a veces han mostrado algunas de sus presentadoras, exhibiéndose con vestidos de látex ceñidísimos, chaquetas que mostraban escotes súper sexys o sensuales transparencias, dando ocasión a que se convirtieran en virales en las redes sociales con frases de este tipo: "Tg2 peligro, podría explotar", en referencia evidente a los senos generosos de Manuela Moreno, presentadora del noticiero
Bignarrdi entiende que el telespectador debe prestar atención a las noticias y no a los vestidos de quien presenta la información. Aunque no es lo mismo un informativo que un programa de entretenimiento, parece claro que la tendencia a la sencillez se impondrá de forma general en la RAI: "Se debe vestir con respeto hacia el público y tener una cierta elegancia. Prefiero las camisas cerradas a los escotes. El secreto está en combinar los accesorios, sin exagerar. No sirve la sobreexposición. Prefiero la sobriedad", manifiesta Eleonora Daniele, presentadora de programas de entretenimiento de la RAI.
La política no pierde ocasión para polemizar, sobre todo cuando por medio está la RAI. Daniela Santanché, diputada por el sector político Forza Italia, ataca y habla de "reglas de soviet": "La RAI está en manos a directores estilo coreano Kim Jong-un". A quienes la critican, Daria Bignardi se limita a decir que solo se han impuesto "algunos cambios de estilo".
La verdad es que, salvo en este manual sobre el look, muy poca señal de renovación se ha visto en la nueva RAI que prometió hace ya más de dos años el primer ministro, Matteo Renzi. Indicó como modelo la BBC, por la independencia y distancia del poder y de los partidos políticos que mantiene la televisión británica. Pero Renzi, como siempre hizo el poder en Italia, también controla la televisión pública con gente de su confianza, comenzando por el nombramiento del director general, Antonio Campo Dall? Orto. La mayor novedad introducida en la RAI por Renzi es que el canon "100 euros al año", un impuesto que evadía la mitad de los italianos, ahora se paga con la factura de la luz. Ya nadie se puede escapar. Por eso, los italianos exigen de la RAI algo más que un cambio de estilo en sus noticieros.