Contenido creado por Inés Nogueiras
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Cita a ciegas

"La Cena de los Sentidos", en La Commedia

Una cena en total oscuridad, con platos "sorpresa" y un servicio atendido por mozos ciegos. Una experiencia única que se realiza todos los meses en La Commedia con el título de "La Cena de los Sentidos" y que este lunes vivió una nueva edición.

22.05.2012 15:17

Lectura: 5'

2012-05-22T15:17:00-03:00
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Montevideo Portal / Inés Nogueiras
inogueiras@montevideo.com.uy

La oscuridad desconcierta. Aunque no hay sorpresa, porque quienes están allí saben que vivirán una experiencia de absoluta oscuridad, se vive con nerviosismo el momento previo y el ingreso al salón, ambientado con la escasísima luz de unas pocas velas. Esa penumbra dificulta el desplazamiento por el salón y entorpece los movimientos. Las personas experimentan una mezcla de ansiedad y un esfuerzo, a veces inconsciente, por captar cada detalle, todo lo que se pueda, hasta que se apaguen las velas y los ojos ya no sirvan.

La mesa está dispuesta de manera que todo se ubica en un lugar específico con un propósito bien definido. Los mozos de La Commedia, que atienden el servicio previo a la cena, advierten que no debe cambiarse el lugar de los cubiertos, de las copas o de la panera. Porque cuando la cena oscura esté en marcha, los mozos ciegos van a necesitar la máxima orientación para alcanzar los platos, y también los comensales van a notar lo útil que resulta que todo esté exactamente en su lugar.

La oscuridad desorienta. Antes de que se apaguen las velas, Carlos Martínez, el productor del evento, realiza algunas indicaciones sobre cómo moverse por el salón, y cómo manejarse en caso de necesitar salir de allí. Carlos anuncia que se mantendrá "flotando" en la sala, y esa expresión se vuelve totalmente palpable a lo largo de la cena, ya que el más mínimo ruido, como el de un cubierto cayendo al suelo, provoca que él se acerque a la mesa exacta en la que se necesita ayuda.

La colaboración con los encargados del servicio y el contacto físico se hacen fundamentales. El aprendizaje de timbres de voz y de nombres son destrezas que se activan de inmediato, y es común que los que participan de estas cenas comenten cómo se genera un vínculo muy estrecho con el mozo, algo que en una cena "normal" suele ser infrecuente.

La oscuridad desinhibe. Lo primero que se nota es un aumento notorio en el volumen de la conversación. Algo que en un restaurante parecería inaudito, o inaceptable, el bullicio de una fiesta en un salón donde se está cenando. Esto provoca algunos intentos, instintivos, de acallar la conversación a fuerza de chistidos, que son ignorados, y resuenan en el salón frases sueltas de todas las mesas, como un muy simbólico "¡¡Pero yo creo que no estoy gritando!!" que se escuchó en cada rincón de la sala y despertó una carcajada unánime.

El no ver al interlocutor, también hace bajar la guardia sobre los temas de conversación y facilita el intercambio con desconocidos, cuando la mesa es compartida por más de una pareja. Se entra en confianza fácilmente y no se juzgan primeras impresiones. Se hace inevitable comentar, con el que esté cerca para oír, la extraña experiencia de probar cada plato sorpresa, las estrategias que se adoptan para "atacar" los platillos, la adivinanza sobre los ingredientes que se están degustando, las torpezas y los descubrimientos.

Comer con la mano, descuidar "los modales", mover el cuerpo de una manera radicalmente distinta a la que se suele adoptar en una salida de restaurante; mancharse la ropa, tocar los platos para ver si queda comida, chuparse los dedos, son todas experiencias que hacen de este tipo de eventos algo que trasciende las horas que dura la cena y se convierten en anécdotas perdurables.

La oscuridad destaca. El olfato es el primer sentido que pide pista en cuanto se apagan las luces. Se siente el aroma de los platos propios y ajenos, se nota lo limitado que está el sentido en alguien acostumbrado a usar los ojos, muchos aromas son difíciles de identificar. El gusto también es "traicionero", se degusta con placer sabores que no se terminan de definir, se duda, pero igual se prueba. "¿Mirá si después te das cuenta que comiste algo que en tu vida quisiste comer porque creías que no te gustaba?", se comenta.

La luz deslumbra. Cuando termina la cena se encienden luces artificiales que "rompe los ojos". Carlos agradece la paciencia de los presentes ante un servicio realizado por personas ciegas que no se dedican profesionalmente a atender mesas, agradecimiento que es cerrado por todos con un fuerte aplauso y elogios a la tarea de los mozos. Éstos se presentan en plena luz y los comensales se quedan saludando, agradeciendo y preguntando sobre la vida, actividades y rutina de cada uno de ellos, interrogando sobre todo acerca de las dificultades que su falta de visión les provocan en el día a día.

Al salir del salón, los mozos de La Commedia muestran los platos que se sirvieron en la cena, para quienes tengan la curiosidad de saber qué contenían las entradas y el postre, y cómo se veían los platos principales, que habían sido previamente seleccionados por cada uno. La primera imagen, la última mirada antes de volver a casa.



Próxima edición: Lunes 18 de junio
La Commedia Trattoria
Viejo Pancho 2414
Tel. 27068655.
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