La venezolana Yulimar Rojas, dominadora del triple salto mundial en los
seis últimos años, se coronó por tercera vez campeona del mundo en el estadio
Hayward Field de Eugene con una marca de 15,47 metros, quinta mejor de la
historia, que le dio una cómoda victoria sobre la jamaicana Shanieka Ricketts
(14,89) y la estadounidense Tori Franklin (14,72).
La voracidad de Yulimar del Valle Rojas Rodríguez no conoce
límites. A sus 26 años, sus logros antes de llegar a Eugene (tres veces
campeona mundial en pista cubierta, dos al aire libre, oro y plata en Juegos
Olímpicos, récord mundial con 15,74, mejor atleta mundial en 2020) ya le
alcanzaban para adquirir ribetes de leyenda.
Pero no se cansa de ganar, y eso es lo que ha venido haciendo
invariablemente en todos los campeonatos desde que fue subcampeona olímpica en
Río 2016 por detrás de la colombiana Catherine Ibargüen.
Con un físico privilegiado para el triple salto (1,92 de
estatura, 72 kilos), pero también con una cabeza excepcional para gestionar la
presión competitiva, moldeada bajo la dirección del cubano Iván Pedroso en su
campamento español de Guadalajara, Yulimar se quedó sin rivales hace años, como
si contara con un metro de ventaja antes de empezar la prueba.
A Oregón había llegado entre algodones. Una molestia en el
psoas le aconsejó precaución, de ahí que abandonara sus planes de doblar en
estos Mundiales (triple-longitud) y se centrara en la disciplina que hasta hoy
le dio todos sus éxitos.
El sábado superó la ronda clasificatoria de un solo salto
(14,73) y dos días después su victoria se daba por descontada. La única duda
residía en comprobar si su triunfo llegaría adornado por un nuevo récord de los
campeonatos (hasta entonces 15,50 de la ucraniana Inessa Kravets en Gotemburgo
1995) o incluso por un nuevo récord mundial, que le reportaría un premio de
100.000 dólares adicional a los 70.000 del título.
Rojas empezó la final a medio gas, con una marca de 14,60 que
le ponía momentáneamente detrás de la jamaiquina Shanieka Ricketts (14,89),
subcampeona mundial en Doha 2019 y la última atleta que batió a Rojas (en la
final de la Diamond League 2019).
La venezolana ya compitió en este estadio hace ocho años,
cuando tenía 14, en los Mundiales júnior. Aquella vez sí que dobló: fue 11.ª en
longitud con 5,21 y 17.ª en triple con 12.99.
La sorpresa de la primera ronda fue efímera. En la segunda
Yulimar voló hasta los 15,47, quinta marca de todos los tiempos, favorecida por
un viento de 1,9, y liquidó la contienda. Esa distancia ya era inalcanzable
para todas sus rivales. Los cuatro saltos restantes fueron ya un mero duelo
contra sus propios límites. Esta vez no pudo superarlos.
Ricketts se colgó la plata con su marca de la primera ronda y
Tori Franklin se ganó el bronce en el penúltimo salto.
Recordando los tiempos en que vivió en Pozuelos, Anzoátegui,
cuando se tambaleaba el techo con la lluvia, Yulimar había escrito en redes
sociales, horas antes de la final: “Dentro de mi había una fuerza de superación
que me impulsó a entrenar cada día. Ningún sueño es muy grande, ningún camino
se hace de la noche a la mañana, sigue tus sueños, siempre confía”.
Mantiene su vigor competitivo fijándose el gran reto de ser
la primera mujer que rompe la barrera de los 16 metros, una de esos hitos que
jalonan la historia del atletismo, y cada vez está más cerca. “Los 16 metros
son mi gran objetivo y voy a intentar acercarme un centímetro más cada día”,
había dicho la venezolana.
EFE / FútbolUy
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