Contenido creado por Federica Bordaberry
Columnistas

Escribe Charles Carrera

Opinión | La Carestía: la otra cara de la LUC

"Dentro de los 135 artículos existen disposiciones que inciden directamente en la suba de los precios al consumo", escribe Charles Carrera.

18.03.2022 15:16

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2022-03-18T15:16:00-03:00
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Resulta innegable que en Uruguay existe un deterioro del poder adquisitivo de la población. Por supuesto, que esto puede ser discutido por quienes integran los grupos privilegiados de este país. Muchas personas, desde la falta de empatía, tienden a mirar el mundo dependiendo de cómo les “aprieta el zapato”. Esto último, que puede ser entendible para cierto sector de la sociedad que vela por sus intereses, se vuelve inexcusable cuando la indiferencia proviene, justamente, del propio gobierno.

Un gobierno hecho a la medida de los intereses de los más poderosos, que son quienes marcan su agenda política, quedando relegados la mayoría de los uruguayos. Así lo plantea el Presidente de la República que ya no cuida ni siquiera las formas para expresar de manera clara, contundente y a los cuatro vientos los intereses de quien representa: “Somos sus empleados” les dijo Lacalle a la Sociedad Rural de Durazno.

Muchas veces, Lacalle Pou ha tratado de “discursear” con el concepto de que siendo Presidente de la República, es el empleado de todos. La realidad dista mucho de esas frases hechas y de la demagogia del verbo. Él gobierna para unos pocos y eso quedó en evidencia no solo a través de las reformas impuestas desde la LUC, sino también a través de las acciones concretas del propio gobierno.

En los últimos años hemos sufrido un aumento notorio de los precios en varios de los productos que integran la canasta familiar. Los números son elocuentes; si se comparan los años 2020 con el 2022: el aceite de girasol está un 75% más caro, el kilo de arroz un 34% más caro, el azúcar un 43% más caro, la carne picada un 23% más cara, los fideos secos un 76% más caros y podríamos seguir con otros ejemplos que son demostrativos de la pérdida del poder adquisitivo de los uruguayos.

En un contexto de “huracán de cola” donde comienzan a haber señales de recuperación de la economía, resulta imperdonable que tengamos en nuestro país compatriotas alimentándose en ollas populares, pérdida del poder adquisitivo de la clase media y carestía generalizada donde se hace muy difícil llegar a fin de mes. Resulta imperdonable que esto esté sucediendo y más imperdonables resultan las excusas que se invocan.

Ahora se argumenta que es por la guerra, pero antes era la herencia maldita y probablemente en el futuro inmediato aparecerán nuevas razones que les hagan incumplir su programa de gobierno de manera reiterada. Mientras las grandes mayorías hacen esfuerzos tenaces por llegar a fin de mes, un pequeño grupo privilegiado de uruguayos se enriquece con la coyuntura. Resulta inadmisible que en un país productor de carne, los frigoríficos tengan récord de ganancias y la gente que vive de su salario, la jubilación o una pensión, no puedan acceder al producto.

Y cabe la pregunta: ¿dónde entra la LUC en todo esto? Dentro de los 135 artículos existen disposiciones que inciden directamente en la suba de los precios al consumo. En la cadena productiva, el combustible es uno de sus elementos fundamentales. Se utiliza para la producción agropecuaria-ganadera y su encarecimiento incide directamente en el precio final de los productos. El aumento de los combustibles –desde que se aprobó la LUC- ha sido una constante y esto se debe a la modificación del sistema de fijación del precio.

A partir de la LUC el Poder Ejecutivo se ha desentendido de la fijación de precios y ha delegado dicha responsabilidad a los cálculos de la URSEA. Esto es muy nocivo porque si hay una política que debe ser regulada para que nuestro país no sufra los embates del aumento global del precio del petróleo, es justamente la fijación de precios de los combustibles. No existe otra opción y así ha sido la política hasta la aprobación de la LUC. Entre 2018 y 2020 la nafta aumentó por debajo de la inflación, pero entre 2020 y 2022 aumentó en total un 36%. Nunca mejor dicho: DATO MATA RELATO.

Otro lastre que afecta directamente el bolsillo de la gente es la incidencia de la inflación con respecto a la suba de los salarios. El presidente, en lugar de hacerse responsable, sale a buscar factores externos como la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, todos sabemos que mucho antes del conflicto bélico la inflación ya estaba por encima del 8%. Desde hace dos años los salarios y las jubilaciones vienen en picada, aumentando la pobreza.

Ahora, a pocos días del referéndum, salen con promesas de propuestas parche para poder enfrentar esta situación. Parece que la consulta popular del 27 los llama a buscar soluciones para evitar una derrota electoral. Pero en el fondo, todos sabemos que la verdadera forma de reencausar este problema es votando SÍ el próximo 27 de marzo. No es suficiente, por supuesto, porque también se requiere de un gobierno dispuesto a sensibilizarse con los problemas de la gente. Pero eso será parte de otra discusión, que con gusto la daremos en el año 2024 cuando terminemos de desenmascarar a un gobierno nefasto que prometió los “mejores cinco años de nuestras vidas”.

Dr. Charles Carrera Leal

Senador de la República

MPP - Espacio 609 - Frente Amplio