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Entrevistas

Simpatía por el candombe

Con Bernard Fowler, corista de los Stones:"El mundo sería mejor si todos tocaran candombe"

Tras grabar con Rada y Lobo Núñez, el cantante contó a Montevideo Portal por qué cruzó medio planeta para llevarse con él algo de candombe.

24.01.2020 12:53

Lectura: 9'

2020-01-24T12:53:00-03:00
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Por Martín Otheguy

Para entender cómo y porqué Bernard Fowler, el legendario corista de los Rolling Stones, estuvo grabando en Uruguay en estos días, hay que retroceder casi ocho años.

Por entonces, Fowler estaba en Argentina en plena gira con los Stones. Según cuenta a Montevideo Portal, en el hotel en que se alojaban los músicos se realizó una fiesta con celebridades, "Maradona incluido". Como Fowler -que lleva más de 30 años girando y grabando con la banda- no estaba con mucho "espíritu de fiesta", se fue arrimando poco a poco a la puerta para hacer mutis por el foro.

Alguien de aspecto curioso lo detuvo y le preguntó dónde iba. El cantante dijo que se iba a su cuarto a escuchar música y el hombre le preguntó si podía ir con él, a lo que Fowler no tuvo problema alguno. "Fuimos al cuarto y escuchamos todo tipo de música toda la noche, hasta que salió el sol. Luego nos saludamos y se fue", cuenta Fowler.

Al día siguiente alguien le preguntó si sabía con quién se había ido de la fiesta. "Sí, alguien llamado Charly", respondió. "Sí, ¿pero sabés quién es?", insistieron. "Sí, te dije que se llamaba Charly", respondió Fowler, sin entender nada. Según cuenta ahora, no tenía idea de que acababa de conocer a una leyenda: Charly García. "Definitivamente es la mejor forma de conocer a alguien, sin saber quién es", dice.

Así inició entonces su amistad con Charly García y también con el músico Fabián "Zorrito" Quintiero, a quien conoció aquella vez. Fue García el que lo trajo por primera vez a Uruguay en 2012 y fue Quintiero quien lo presentó al percusionista Fernando "Lobo" Núñez y otros músicos uruguayos.

El resto de la historia es más conocido. En 2016, con los Stones en Uruguay, Fowler llevó a Mick Jagger a la casa de "Lobo" Núñez (el día que Jagger probó finalmente algo nuevo: agua de la canilla) y ambos quedaron maravillados con el candombe.



A Fowler el ritmo se le metió en las tripas y le quedó rondando en la cabeza. Dueño de una carrera solista con mérito propio, el año pasado decidió rendir homenaje a los Stones con Inside out, un álbum de versiones muy particulares. Con la percusión como motor, Fowler "deconstruyó" varias canciones de los Stones (las "dio vuelta", justamente) y a través de un estilo declamado hizo resaltar más los ritmos que las melodías.

El resultado es un disco de jazz hipnótico, más que de rock, que sin embargo está lleno de respeto y devoción por la música de sus amigos y compañeros de ruta. Entrega además una versión triunfal con "Sympathy for the devil", que suena casi a un rito iniciático ancestral.

Desde que lo vivió en el 2016, Fowler quería que el candombe estuviera presente en Inside out, pero los tiempos no dieron. Ahora, que planea una segunda parte del disco, decidió sacarse las ganas. Se contactó con su amiga, la fotógrafa Pata Torres, que fue la encargada de hacer de anfitriona en Uruguay y volver realidad una sesión de grabación con Ruben Rada, Lobo Núñez, Noe Núñez y Sergio Martínez. Se sacó otros gustos: cantó algunas canciones en vivo con Zorrito Von y los Gustocks, y compartió un asado en lo de Sebastián Teysera, además de conocer otros músicos locales como Emiliano Brancciari y Dinamita Pereda, entre otros.

Frente a la rambla de Carrasco, con una humildad y sencillez que contrastaban con el perfil monumental del Sofitel, Fowler recibió a Montevideo Portal para contarle por qué cree que el candombe puede salvar al mundo.

¿Cómo fue tu primer contacto con el candombe?

Cuando supe que vendría aquí con los Stones en 2016, Zorrito Quintiero me dijo tenía que ir a ver a Lobo Núñez. En el avión, Mick (Jagger) me preguntó qué haría y le dije que tenía algunos amigos y que me encontraría con ellos para escuchar candombe. Me preguntó qué era eso. Un ritmo local, le dije. "¿Te molesta si voy contigo?", preguntó. Había otra persona que estaba en el avión y quería llevar a Mick a otro lado, por lo que le dije: ‘Podés ir con él o, si querés escuchar el sonido real, podés venir conmigo'. Lo convencí.

Lo llevé a la casa de Lobo y resultó ser el cumpleaños, así que supongo que fue un gran regalo para él. Aquella vez, escuchándolos, me sentí muy conmovido por el ritmo que tocaban. Y quedé impactado por el nieto de Lobo. No tocaba como un niño, tocaba como un viejo en esto, era increíble. Más adelante, cuando comencé a hacer Inside out, pensé enseguida en usar aquel ritmo, pero no pudo ser.

¿Qué grabaste ahora, material para usar en el próximo disco o solo buscabas inspiración?


No, son cosas que pienso usar. No sé aún si para la segunda parte de Inside Out o la segunda parte de mi disco The Bura. No eran temas de los Stones, eran cosas nuevas.



¿Y encontraste el sondo que viniste a buscar?

Definitivamente, me llevé el sonido que había escuchado.

¿El candombe casa bien con los temas de los Stones?


Seguro, ¿por qué no? Ese es el motivo por el que estoy aquí. No tenía planes de qué grabar cuando vine, solo quería el ritmo. Quería llevarme algo de candombe y lo logré, y también algunas otras cosas.

Por ejemplo, hice que todos cantaran las partes de percusión mientras tocaban. Estaba intentando probar cosas, ser creativo. Se los pedí y se sorprendieron pero lo hicieron. Y quedó increíble. Eran maravillosos haciendo ese sonido.

¿Qué te impresionó del candombe, qué es lo que tiene de especial para vos?

El ritmo. Y verlos tocar. Me conmovió tanto, me abrió un mundo nuevo. Y además la historia. Lobo me dio una lección breve de historia sobre el candombe y la fabricación de tambores. Yo no sabía que el tráfico de esclavos llegaba a Uruguay, por ejemplo, pero al final, como todos los ritmos, (el candombe) viene de África. 

Me parece fascinante que los esclavos tomaran los barriles de whisky, les dieran forma y les colocaran pieles para tocar. Es una historia increíble. Tener nada y hacer algo de la nada es tan hermoso. Ustedes tienen tesoros vivos acá, y más gente debería saber sobre ellos. El otro día vi a un grupo de personas en la calle -eran blancos, negros, grandes, bajos, gordos, flacos- pero todos estaban juntos tocando este ritmo y era poderoso. Todo el mundo necesita tocar candombe. El mundo sería un mejor lugar.

¿No te enseñaron a tocar?

Pensé en eso, pero estaba más enfocado en la grabación. Pero la próxima vez voy a tomar clases con Lobo.

¿Le causó la misma impresión a Jagger?

Claro. Lo suficiente como para ponerlo en el documental de la gira. Eso muestra algo.

En Inside out hiciste versiones radicales de canciones que son como "vacas sagradas". ¿No era riesgoso?

Era muy riesgoso. La música de los Stones es sagrada para mucha gente. Pero la respuesta fue tan buena que pensé que tenía que hacer otro proyecto similar, impulsado por la percusión. Es difícil que la gente cambie, que les guste otra cosa a la que está acostumbrada. La conocen de la forma original y la quieren mantener así. Y si lo regrabás, quieren que sea familiar. Yo sabía que era un riesgo, pero me gusta ser creativo. Sabía que lo iban a querer u odiar, que no iba a haber término medio, y no a todos les encantó, pero seguro a más gente que a la que no.

¿Y qué dijeron ellos?

Les gustó. Mick me dijo: "Bernard, bien hecho". Keith me dijo. "Uau, Fowler, te metiste en profundidad". Eso significa que les gustó. Si no, no habrían dicho nada, es la forma en cómo son. O lo hubieran hecho sin problemas, porque soy su amigo y no lo van a endulzar.



Con temas como "It must be hell", "Undercover of the night" o "Sympathy for the devil", parece que te hubieras centrado más en lo que tenían para decir las canciones que en la música.

Fue así. Las canciones fueron elegidas por el contexto, no por el álbum en el que están. Es accidental que tantas sean de un solo disco (nota: casi la mitad son de Undercover). Solo me puse a leer el cancionero y cuando leía algo que me parecía fuerte y poderoso lo usaba.

Algunas son canciones muy viejas. ¿Por qué siguen siendo significativas?

Porque podrían haber sido escritas ayer. Esa es parte de la razón porque las elegí, porque son relevantes para lo que se vive hoy.

¿Y qué sentís sobre lo que se vive hoy?

(pausa) Apesta. Vivimos en tiempos extraños. Para mí, como persona negra, vivir hoy en Estados Unidos es estresante. Es increíble que hasta este día, si yo camino por la calle y hay una mujer blanca que viene en mi dirección, se desvíe contra la pared. O si entro a un ascensor con una mujer blanca en Estados Unidos, esa retroceda a un rincón.

¿Ha empeorado desde que Trump asumió?


Totalmente. Ahora... (ríe) lo que empecé a hacer es que si subo a un ascensor con gente blanca, hago lo que hacen ellos. Retrocedo. Sólo quiero hacerles pensar, con la esperanza quizá de que tenga algo de efecto. Pero son tiempos atemorizantes; nuestro presidente ha hecho que esté bien que la gente diga y haga cosas horribles. Y se ve esto con naturalidad. Y no está bien. Llevamos peleando esta pelea por mucho tiempo. Hay gente en el Gobierno de mi edad. ¿Qué le pasó a su sentido común?

¿Los artistas tienen algún rol en estos tiempos?

Nuestro rol es, por un lado, alejar a la gente de eso. Llevarla a un lugar donde no se preocupen por eso. Pero también que la gente esté alerta a lo que pasa, como los canarios en las minas. Somos multipropósito. Podemos cantar dulcemente cosas muy fuertes, y debemos hacerlo. Eso es lo que hace la música, unir a la gente. Así que debemos cantar más, y más fuerte.

Por Martín Otheguy