"Se necesita más valor para no asesinar a un ciudadano indefenso", agregó. "Fueron unos 'güevones' del (frente) 29 que llegaron sin avisar", le dijo a López una de las tres personas de la guerrilla con las que tuvo alguna confianza durante su cautiverio, que se prolongó desde abril de 2002 hasta el jueves, cuando fue liberado.
"No puedo citar algunos hechos porque si yo digo alguna cosa aquí, ellos saben quién es" y fusilan a esa persona, explicó López en rueda de prensa en Cali, capital del occidental departamento del Valle.
Según su versión, los responsables de la muerte de los 11 legisladores regionales habrían sido seis miembros de un frente guerrillero, el 29, que opera en el selvático suroccidente de Colombia.
El ingreso inesperado de un grupo de combatientes de ese frente al campamento donde se encontraban los diputados rehenes provocó que la guardia insurgente cumpliera la orden de ejecutar a los cautivos ante cualquier ataque o intento de rescate, impartida por la dirigencia de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Hacía un sol esplendoroso a las 11:30 de la mañana de ese día, cuando sonaron dos primeros disparos, "de afuera hacia adentro" del campamento, dijo López. Él creyó que los guerrilleros estaban cazando patos, pero otros dos disparos seguidos, y casi de inmediato, lo hicieron tirarse al piso.
Tres minutos después, estallaron ráfagas y escuchó gritos "como de guerreros", como de gente "en la pugna". "No los dejen ir, no los dejen ir", escuchó López en medio de las ráfagas al oficial guerrillero de la unidad a cargo de los rehenes.
"Alguien dijo ‘se entraron los chulos (como llama la guerrilla al ejército) y el comandante dijo ‘mátenlos y vámonos’", le contó a López esa persona guerrillera.
López permanecía a 50 metros de los demás, aislado tras un muro de caña, "castigado" por "grosero" e "insubordinado" y encadenado, por lo que no vio las ejecuciones ni escuchó esa orden del jefe guerrillero.
López conoció la noticia 10 días después, a las cuatro de la mañana, en boca de la viuda de uno de los muertos que la dijo por radio: según la versión del Comando Conjunto de Occidente de las FARC, los 11 ex diputados habían muerto en un cruce de disparos con una fuerza no identificada.
Ante su desconcierto, esa misma mañana el tercero al mando en el frente guerrillero le espetó: "Le mandan a decir que todo lo que usted ha escuchado es verdad". La muerte de los 11 no fue consecuencia de un intento de rescate del gobierno, dijo el ex diputado, en línea con la versión gubernamental.
Si hubiera habido un rescate militar, habría escuchado helicópteros, dedujo. La guerrilla no estaría ahí "porque ellos, apenas ven un soldado, salen corriendo", "allá no hubo combate ni hubo helicópteros", reiteró.
"Fueron asesinados por las FARC", acusó López, una guerrilla "que es rebelde y es terrorista al mismo tiempo" y cuyos combatientes están allí "por la comida", porque el Estado "no les ha dado otra posibilidad".
A partir de entonces, "la palabra que más utilicé yo los cuatro o seis meses siguientes al asesinato de mis compañeros..., no fue la palabra Dios, fue la palabra 'hijueputas' y asesinos", declaró.
"El odio me estaba carcomiendo. Yo los veía y no los soportaba. Y les pedí que no me hablaran, háblenme lo necesario, no más. No me saluden", describió su relación con los guerrilleros en los primeros tiempos tras la matanza, "lloraba todo el día, los primeros días", dejó de alimentarse.
Después decidió que no podía continuar abrumado por la depresión y el odio. Había dejado de escribir. Entonces, emprendió la escritura de un ensayo sobre el conflicto en Colombia, en el que recogió el pensamiento de sus compañeros asesinados.
Las FARC tampoco le permitieron traer consigo ese texto.
En base a IPS
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