Por Ignacio Alcuri
ignacioalcuri
Pero esto es un dato menor, lo importancia es que se hizo justicia y se me entregó el premio que me fue esquivo en el año 2003, donde con humildad y una bolsa llena de sueños me apersoné en el Salón Flamingo para ver cómo una pelirroja que nunca en la vida había escuchado (ni volví a escuchar) nombrar me arrebataba la presea que el magnánime Juan Herrera destina todos los años a los jóvenes que hacemos mucho por este, nuestro querido y benemérito país, la República Oriental del Uruguay.
La ceremonia no tenía nada que envidiarle a una entrega de los premios Goya, o los Billboard. Las antorchas se hicieron visibles una cuadra antes desde el automóvil en el que mis compañeros de radio y yo arribamos al sitio de la premiación. Las promotoras me ignoraron, como siempre, pero me ignoraron con clase, cosa que no se ve en cualquier lado. Buscamos nuestra mesa. Nos mezclamos entre tanto talento, y nos robamos un poquito para nosotros.
Uno de los momentos mágicos fue antes de comenzar. Se nos entregaron los diplomas con las nominaciones, para que los infelices que no pudieran ser los mejores en su rubro tuvieran un rectángulo de papel que supliera la falta de la plaqueta dorada. Los diplomas fueron entregados de manos del mismísimo JH, y sus palabras de apreciación hacia mi obra literaria en ese momento me estremecieron casi hasta las lágrimas. Pero soy un tipo fuerte, canejo.
Nuestra mesa fue gran protagonista del evento. Emocionados como estábamos, no podíamos dejar de aplaudir o corear a viva voz algunos de los nombres sobresalientes que nos acompañaban. Si en algún momento eso se pareció más a un casamiento que a una entrega de premios, fue por el sentimiento de pertenencia a esa gran familia que es la farándula uruguaya, en franco ascenso y obteniendo el reconocimiento que siempre se mereció.
Me da miedo nombrar gente porque me voy a olvidar de muchos, pero estaban Cacho de la Cruz, Laura Martínez, Maxi de la Cruz, Graciela Rodríguez, Marcel Dasset, Rodrigo Romano, Gaspar el de Omar Gutiérrez, los conductores de Estilo, Gastón Solé, Martín Kessman, fuff... la lista es interminable. Era una verdadera Vía Láctea uruguaya. Miles de estrellas en un solo lugar.
El momento de mi categoría se iba acercando. Yo no podía probar bocado. Es que sucedería una de dos cosas terriblemente embarazosas: o tendría que subir al estrado y hacer uso de la palabra, o perdería por declararse la categoría como nula.
Presentaron mi biografía, con estupendas fotos a todo color sacadas por mí, con motivo de mi segundo libro (sí, sigo currando con las fotos de la camisa leñadora roja y negra). El texto que acompañaba a las imágenes era el que aparece entre comillas a continuación:
"Hijo no reconocido del campeón de artes marciales Chuck Norris, Ignacio Alcuri se vio obligado a escribir para pagar los costosos honorarios de sus abogados, en la dura batalla por el derecho al apellido de su padre biológico.
Muy pronto sus labores literarias se multiplicaron como gremlins bajo la lluvia. Publicó "Sobredosis Pop" en 2003 y "Combo 2" en 2004. Estos libros tuvieron varias reimpresiones. En parte debido a sus ventas, en parte debido a un voraz incendio en la distribuidora.
Libretó sus propias apariciones en "Bien Despiertos" (que hicieron que la trama de "El Dirigible" pareciera los teletubbies).
Escribió una columna en la revista Neo (que por suerte era gratuita) y pasó a formar parte de "Justicia Infinita", programa de radio que intenta entretener las tardes de la juventud uruguaya, sin éxito. Ignacio alcuri es Aries, soltero y sin compromiso."
Con una presentación como esa, cómo perder. Y contra quién.
Así que luego de abrazar a varios compañeros de mesa (debí haber abrazado a la modelo que ganó en su categoría, pero en una cruel broma del destino su madre estaba ubicada entre nosotros dos) corrí hasta el escenario al grito de "Vamos, griten carajo". Reconozco que no fue mi momento más chic, pero me dejé llevar por los sentimientos.
Mi discurso fue, como mi prosa y mi actividad sexual, muy corto, confuso e insatisfactorio. Pedí por la difusión de la escritura joven, para así poder derrotar a alguien en próximas ceremonias. Posé para los fotógrafos. Me hicieron una nota para VTV. Toqué el cielo con las manos...
Y cuando llegué extasiado hasta mi mesa (la ahora famosa mesa número veinte) me di cuenta que en mis manos, además de la fabulosa plaqueta conmemorativa, tenía una bolsa con productos de alguno de los auspiciantes: chocolates, galletitas, cereales. En fin, una bacanal del buen comer que irá desapareciendo en mis batallones internos hasta que sean desenterrados por algún arqueólogo valiente en el inodoro de casa.
Desde ese momento viví más relajado el resto de la ceremonia, que incluyó el premio que MI amigo Salvador Banchero ganó de pesado en la categoría "Periodismo Radial". Y el momento cumbre, la foto con el resto de los ganadores, que me puso la piel de gallina.
En resumen, una noche de campanillas, lo que se merecía un evento como éste. Hasta aquí mi reporte y nos volveremos a ver cuando me plazca.
Por Ignacio Alcuri
ignacioalcuri
Acerca de los comentarios
Hemos reformulado nuestra manera de mostrar comentarios, agregando tecnología de forma de que cada lector pueda decidir qué comentarios se le mostrarán en base a la valoración que tengan estos por parte de la comunidad. AMPLIAREsto es para poder mejorar el intercambio entre los usuarios y que sea un lugar que respete las normas de convivencia.
A su vez, habilitamos la casilla [email protected], para que los lectores puedan reportar comentarios que consideren fuera de lugar y que rompan las normas de convivencia.
Si querés leerlo hacé clic aquí[+]