Contenido creado por María Noel Dominguez
Eleuterio Fernández Huidobro

De la caza y de la pesca

La columna de Fernández Huidobro

Hubo alguna vez en la que los seres humanos consumían, más o menos, lo que producían. Sabían (pronto lo descubrieron), cuánto era capaz de producir su campo y, en el caso de una aldea o villa: sus campos.

12.04.2011

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2011-04-12T10:03:00-03:00
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Por lo tanto aprendieron a cuidarlos para que mantuvieran su capacidad a lo largo del tiempo. De ser posible: eternamente.

En el cálculo iba lo necesario para mantener a los artesanos que sin ir a la melga resultaban imprescindibles. Y un excedente para la compra de cosas necesarias que no podían producir por ellos mismos. Y, obviamente, las semillas para la próxima siembra: el futuro.
Su fuentes principales de energía eran la leña para el fuego, la de ciertos animales domesticados y, como siempre, la humana.

Esa "civilización" fue un grandísimo avance: antes de ella las colectividades vivían de la caza, la pesca y la recolección. Contenía también la guerra, el despojo y la esclavitud.

Con la llamada Revolución Industrial, en Europa (y solamente allí), fue llegando al planeta otro tipo de civilización: mediante el dominio de poderosas formas de energía (el vapor y luego otras), ciertas regiones lograron no sólo aumentar la productividad de sus parcelas (con lo que comenzaron a sobrar brazos para otras tareas), sino que ampliaron los horizontes marítimos y terrestres.

El "descubrimiento" y la conquista de "nuevos mundos" amén de imprescindible para la viabilidad de esa "Revolución Industrial", con más el ya citado aumento de la productividad, ensancharon enormemente, para ciertos países y poblaciones, el tamaño virtual de sus parcelas: poseían otros campos, mucho más grandes y feraces, pero "escondidos" para una debida percepción completa.

Mirando Holanda nuestro escritor Estrázulas decía admirar lo buenos que eran los trabajadores de Indonesia... El resto de la Historia es conocido: por fin, lo que sólo era en su principio Europeo (y del occidente de Europa) pasó a ser planetario.

La humanidad creyó que aquel crecimiento podía ser eterno. Sin darse cuenta de que, traspasando límites, comenzó a comerse las semillas. A vivir del futuro. La vieja sabiduría fue olvidada.
Los resultados producidos por aquéllas fuentes de energía atesoradas bajo tierra, producto de millones de años de ahorro y almacenamiento sin intervención humana, fueron y son imponentes y dieron lugar a la confusión y el equívoco.

Hasta hoy se llama "producción" a la "extracción" de gas y petróleo. Y lo mismo pasa con todos los minerales. El hierro incluído.

No vamos a "producir" hierro en Valentines: él estuvo allí sin nuestro permiso. Lo vamos a gastar.
Es una "alcancía" que heredamos (debe haber bajo tierra y mar muchas más).
Hoy discutimos cómo romper la "chanchita" para sacar las moneditas.

No se puede comparar bajo ningún concepto la siembra de una semilla en el surco y cualquier cosecha del campo (que si lo cuidamos puede ser eterna), con la extracción de un bien que nadie produjo y nos fue dado. Y que cuando se acabe, será para siempre.

Ahí abajo tenemos Reservas muchísimo más importantes que las del Banco Central. Son más reales y creíbles que ciertos billetes de papel como el dólar.

Al usar mal las palabras ("producción" por "extracción") el "modelo" civilizatorio consumista imperante, nos estafa. En materia de Paradigmas ya se sabe que el lenguaje es, siempre, un fraude.

Debido al disparate civilizatorio perpetrado, estamos agotando o ya hemos agotado los campos disponibles, el agua, la atmósfera, la capa de ozono, los yacimientos de todo tipo... Entonces, para poder seguir despilfarrando alegre e irresponsablemente, regresamos a la era de la caza, la pesca y la recolección pero en grado ominoso.

Hoy asistimos a eso: no se trata ya de producir sino de cazar, pescar o recolectar, desesperadamente, los bienes disponibles. En eso están, merodeando como cazadores furtivos, las corporaciones y gobiernos de los países más poderosos de la tierra. Las últimas guerras, y las actuales, lo ponen en evidencia.