LAURA KRELL, DIRECTORA DE LA LIGA SANITARIA

Cuando era chica firmaba Laura Krell - Premio Nobel 2000 ¿Cómo se imaginaba en ese momento que sería su futuro?
A mí siempre me gustó la investigación y tuve una gran atracción por todo lo médico y la química. Luego me decidí por la química porque quise priorizar la familia, quería tener hijos y sabía que la medicina era muy sacrificada.


No se veía en la empresa...
El eje de la gestión era mi padre, y tanto mis hermanos como yo teníamos otras actividades. Sí mi padre, que tenía gran visión y conocía lo que se movía en el mundo me dijo: Laura, tenés que hacer administración de empresas. En ese momento le dije que no era para mí, pero ahora confirmé que no importa qué carrera se haga, el master en administración de empresas viene vinculado a la carrera. Me fui a estudiar al exterior, a Israel, y nos volvimos (con su marido). Ambos recibidos en el exterior nos volvimos con una hija chiquita.


¿Ya conocía a su marido?
No, nos conocimos allá. El es uruguayo también e hizo un master en ingeniería en alimentación.


¿Qué carrera hizo usted?
Hice un master en el área biofísica-química, pero a mí lo que más me gustaba era la investigación. Incluso cuando tenía 15 años hice un año del US for Understanding, en Oklahoma City, y en la primera clase de fisiología quise crear un modelo de riñón artificial... lo mío siempre apuntaba a lo inalcanzable. Pero marcaba una veta... soñaba con cambiar algo, con encontrar alguna solución, y siempre vinculado con la salud.


¿Qué le dejó vivir en el exterior?
Creo que fue muy enriquecedor. Viajar siempre lo es. Recién vengo de una feria internacional y a veces hay una visión de que en Europa o EE.UU. hablan de cosas que con los uruguayos no tienen nada que ver. Y no, nos damos cuenta de que hablamos de las mismas cosas y que los problemas coinciden en muchos aspectos. Ya no hay sorpresas. Haber estudiado afuera también requirió esfuerzos en cuanto a temas de idioma. El viajar rompe paradigmas.


Un matrimonio joven con una hija chiquita ¿cómo les resultó la vuelta al país?
Cuando volvimos a Uruguay, por un tiempo busqué trabajo en el área profesional, pero mi afinidad estaba por el lado de la investigación. Trabajé un poco como química pero al no encontrar una veta en el área de la investigación acá, me dediqué a los niños.


¿Cuántos hijos tiene?
Cinco. Los más afortunados fueron los dos primeros porque me dediqué más a ellos. Mi padre falleció cuando nació mi tercer hijo. Y ahí empieza la era de La Liga Sanitaria.


¿Fue su primer contacto con la empresa?
Ya había ayudado a mi padre porque él sufrió una larga enfermedad y yo era la que estaba acá porque mis hermanos viven en Estados Unidos. En ese momento lo apoyé. Pero hasta que no falleció no pusimos la cabeza dentro de la empresa.


¿Qué tuvo que aprender?
Fueron años de cambios muy importantes y de aprendizaje, porque no era mi área. Más allá de eso hasta el día de hoy me apoyo en profesionales que cubren las áreas que no domino.


¿Trabaja en equipo?
Trabajo mucho en equipo, y me gusta trabajar con profesionales. Por unos años estuvo mi hermano y trabajamos juntos. El manejaba el área estratégica y financiera y yo me encargaba con toda la parte operativa, calidad y recursos humanos. Y la parte de comercialización y marketing la manejábamos los dos.


¿Por qué quedó sola?
Mi hermano, casado con una americana, vino por unos años pero la americana se lo llevó de vuelta. Así que surgió el nuevo desafío de quedar sola al frente de la empresa.
Habíamos desarrollado un sistema de franquicia. La idea era, y sigue siendo, expandir los servicios de la Liga fuera del área montevideana. Por eso también la necesidad de trabajo en calidad... pero nos expandimos y crecimos en un momento en el que la economía entraba en recesión y me tocó pasar de la descentralización nuevamente a la centralización.
Hubo una reestructura grande, una reingeniería grande, y gracias a esos movimientos fue que resistimos las tormentas del año 2002.


¿Cómo está la empresa hoy?
Mirando al futuro con millones de oportunidades. Con mucha energía y muchas cosas para hacer. Enfrentando un mercado con precios realmente bajos, márgenes muy pequeños, y un pronóstico que, para todos los que vivimos del servicio, indica que por un buen tiempo esto va a seguir así. Ahora, si nuestros clientes tienen un futuro promisorio a nosotros también nos va a ir bien.
Si la industria levanta, creo que vamos a tener ventajas competitivas sobre nuestros colegas.


La Liga Sanitaria fue pionera en vender servicios por abono. ¿De quién fue la idea?
De mi abuelo. El se asoció en 1928 con un argentino y trajeron la idea del abono. A nivel de servicios -hoy está la TV cable y otro montón de cosas- era el único servicio que tenía ese perfil. Fue una idea muy buena y lideraron el mercado. Sin dudas que el mercado era otro, no el mercado competitivo que tenemos ahora.


Pero hoy los servicios son mucho más amplios...
Justamente, el mercado hizo que nos profesionalizáramos y que expandiéramos los servicios. Además, porque hay mucha gente que está ofreciendo esos mismos servicios en el mercado informal, y con la informalidad es muy difícil competir.


¿Cuáles son sus alternativas como empresa formal?
Lo que buscamos es diferenciarnos y dar servicios donde se requiere otro tipo de profesionalismo, buscando también ir de la mano y adelantándonos a estas necesidades del mercado que van con lo ecológico, lo medioambiental, y la calidad sobre todo.
Hay algo que es muy nuestro, de la familia, que es el respeto al trabajador, que trasciende al cliente. Hoy se habla mucho del trabajador y del empleado y es algo que la Liga Sanitaria prioriza desde 1928. Yo era chiquitita y mi padre me decía: "lo más importante es el operario de La Liga". Hoy día es parte de una filosofía de empresa, para nosotros era lo natural.
Lo primero que hicimos cuando asumió la tercera generación fue trabajar mucho hacia adentro, hacia el personal, y focalizándonos al cliente: el cliente es el rey.


¿Cómo se hace para mantener la motivación en los empleados en estos momentos de crisis?
El gran desafío de los empresarios uruguayos es mantener a la gente motivada cuando la propuesta es trabajar más y ganar menos, en una situación de inestabilidad, de angustia general. Y se logra siendo transparente. Todo lo que hacemos tiene varias partes: está la empresa, el trabajador, el cliente y hoy está el medio ambiente también. Cuando uno toma cualquier medida, la fórmula ganar-ganar tiene que cerrar.
La idea es lograr que cada individuo, dentro de su perfil, pueda desarrollarse en lo que hace. Nosotros estamos trabajando con la organización Gurises Unidos, en la etapa de inserción laboral, y hay muchachos que tienen ambiciones de hacer carreras universitarias, carreras técnicas, tienen sueños.
Es la gente la que genera la cantidad de negocios y no la empresa que la trae. Si uno tiene las antenas conectadas y sabe percibir dónde está la capacidad de la gente la gente genera la oportunidad.


¿Cómo maneja su vida de empresaria con cinco hijos?
Es como todo. Las mujeres tenemos la capacidad de poner la cabeza en varios lados. Pasa con la empresa también: es una cuestión de organización. Cuando una tiene muchos hijos y tiene que trabajar muchas horas, el apoyo del esposo es fundamental. Nosotros trabajamos muy bien en equipo. Los niños aprenden también a ser más independientes.


¿Quedó algo de la Laura investigadora?
Está en todo lo que hago. El empresario hoy tiene que tener el perfil del investigador. Hay que ser muy creativo, perseverante, todo es un gran signo de interrogación. Si uno se plantea un objetivo, se plantea una hipótesis que hay que seguir. En el camino vas aprendiendo, a prueba y error, y vas encontrando formas de manejar ciertas cosas. Uno pone el perfil que tiene en lo que hace. En la empresa me baso en la información, razono de acuerdo a esos parámetros y mido mucho.