Un título, se sabe, debe ser corto y contundente. En él, tratar de resumir todo el concepto al cual se refiere. ''Eterno resplandor de una mente sin recuerdos'', no es lo que se dice breve, pero si explícito.
Todo lo que allí expresa es lo que sucede. Claro que por complejo, parece jugar con cierta contradicción o ambigüedad que llama la atención e invita a saciar la curiosidad.

Michael Gondry es un reconocido realizador de videoclips (Björk, Daft Punk),
cuyo debut cinematográfico se dio con ''Human nature'' (que actualmente
se puede ver en el cable), bajo la producción de Spike Jonze -otro que
viene del mundo del clip- y el guión de Charly Kaufman (ambos realizadores
de ''Quieres ser John Malcovich'' y ''El ladrón de orquídeas'').
Aquí en ''Eterno resplandor...'' el equipo se repite y el aire general
del filme va en el camino de las cintas nombradas, más el concepto de
"rara historia de amor", de la última obra de Paul Anderson
''Embriagado de amor''.
Amar, odiar, olvidar
Olvidar es lo primero que se desea cuando acaba una relación en la cual
hubo tanto en juego y se sale lastimado. El olvido es una de nuestras primeras
defensas, nuestro escudo para seguir andando.
Aquello que sucede en forma paulatina y simbólica en la vida real, se da de manera instantánea en este filme gracias a un invento que así lo permite.
Odiar a Jim Carrey fue por mucho tiempo algo corriente, pues el actor volvía siempre a una exagerada caricatura propia, en una gestualidad heredera de Jerry Lewis y el humor del golpe y porrazo. Tanto, que protagonizó ''El insoportable'' a la medida de su personaje.
Con ''Truman show'' y ''Man on the moon'', demostró dotes histriónicos cercanas al minimalismo expresivo. Aquí vuelve a destacarse por su concreta y potente puesta en escena.
Amar sabiendo el riesgo que se corre, y conociendo el dolor en su propio cuerpo, espanta a cualquier mortal, sin embargo este hombre lo intenta de nuevo a sabiendas de su futuro. Una no resignación ante el destino conocido.
Recuerdos perdidos
La caótica etapa inicial inquieta en la butaca. Algo pasa en la cabeza
de Joel Barrish (Carrey), algo está raro. Un tipo introvertido decide,
por impulso pavloviano, no ir a trabajar y escaparse a una playa en pleno invierno.
Encontrar agua en el desierto parece más fácil que respuestas
en ese lugar.
Luego una mujer impulsiva (Kate Winslet), con pelo azul, decide interponerse en su destino, no hay como escaparse: "sé que nos casaremos", asegura.
Contar el dolor por el amor perdido, sin caer en los lugares comunes del cine. Mostrar el odio impulsivo que sucede a la angustia por ser dejado, sin estereotipos ni violencias inútiles. No perder de vista que antes hubo amor allí. Conjugar todo ello es tan difícil como escribir una carta de adiós final manteniendo la calma y la objetividad.

Gondry y Kaufman no sólo logran eso, además le agregan una dosis
de genialidad narrativa que aumenta la percepción general.
El medio y el fin
Hay un juego de tiempo y lugar, en el desarrollo, que es necesario descubrir
solos en la oscuridad de la sala. Es un ludo imprescindible como lenguaje en
si mismo, más allá de tratarse de una joya estética.
Se advierte en la intención de los responsables una necesidad de ese método narrativo para transmitir el caos interior del protagonista y su lucha por evitar los pasos predecibles de su propia conciencia (como esos recuerdos oníricos en donde queremos avanzar y no logramos salir del lugar). Cuando Joel descubre en el sueño (o pesadilla) en que se ha metido, nosotros también desanudamos los trucos de la trama.
Luego de resueltos, la expectativa juega un valor primordial y allí el espectador encuentra una trampa que es lo más discutible del filme. Establece la última chicana, el último secreto develado que proviene de una subtrama con los otros protagonistas de la historia general.
Corazón y cerebro
El montaje, la composición artística de la obra merecen una mención
especial por su grado de perfección. El protagonista transita de un lado
a otro de la historia, rompiendo ejes, escenarios, con la naturalidad de la
caída de un telón, en una sincronización perfecta. Y eso
es obra del director que muestra su oficio de artesano, lamentablemente relegando
fuerzas en la creación de climas emocionales más profundos.

Por su parte Kaufman se sigue destacando por ser uno de los más originales
escritores del cine estadounidense, partiendo de una premisa personal donde
no hay límites para su creación. Se le puede achacar su exceso
cerebral en las obras, en detrimento de una profundización de los sentimientos
de sus personajes.
Las actuaciones componen una gama pareja, donde se destaca Jim Carrey, eterno relegado de los premios académicos, desbordante en sutilezas.
¿Volveríamos a intentar una relación que ya sabemos va a fracasar? ¿Estamos dispuestos a borrar nuestros recuerdos dolorosos, para evitar sufrir? No esperen que se contesten estas interrogantes aquí, tampoco en la película que tan solo nos las plantea. Las respuestas empiezan cuando se prenden las luces del cine.
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