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En busca de un gol

EL ARCO PERDIDO DEL 30

Con el apoyo de Coca-Cola y la Intendencia de Montevideo, las esculturas ganadoras del concurso "El Arco Perdido" se exhibirán en el Museo del Fútbol.

21.11.2006

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2006-11-21T00:00:00-03:00
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Montevideo Portal

El primer gol del primer Mundial ya tiene quien le rinda un homenaje. Luego de apoyar una investigación histórica para encontrar el sitio exacto donde aquella pelota pegó en la red, Coca-Cola, junto a la Intendencia de Montevideo y el Museo del Fútbol, eligieron tres proyectos de esculturas para erigir un monumento y dejar una constancia urbana imperecedera de un sitio emblemático para un campeonato que hoy mueve multitudes.

Los arquitectos Eduardo Di Mauro y Pedro Calzavara resultaron ganadores del concurso de esculturas emprendido por Coca-Cola, la Intendencia Municipal de Montevideo y el Museo del Fútbol para rendir homenaje al primer gol de la historia de los Campeonatos del Mundo. Di Mauro fue premiado por sus proyectos para reconstruir el arco y el centro de la cancha, mientras que a Calzavara se lo reconoció por su proyecto presentado para el corner.

En una ceremonia que se realizará el miércoles 22 de noviembre a las 16.30 horas en el Museo del Fútbol, se entregarán los premios a los ganadores. La ocasión será propicia además para exhibir los proyectos presentados, en una muestra que se extenderá hasta el viernes 24 y podrá visitarse entre las 10 y las 17 horas.

La ejecución de estas propuestas quedará a cargo de los ganadores, y las tres piezas arco, centro de la cancha y corner- podrán lucir en la intersección de las calles Charrúa y Coronel Alegre, sitio exacto donde se emplazaba la vieja cancha de los Pocitos, escenario del primer Campeonato del Mundo.

Quiso el progreso que la cancha donde se convirtió el primer gol de aquel certamen esté cubierta hoy de asfalto y ladrillo, y no quede un solo vestigio de la antigua Cancha de los Pocitos, que albergó la habilidad futbolera de aquella época. Difícil, por tanto, se volvería encontrar el lugar para rendirle un homenaje. O quizás no tanto.

Aunque no primó por ese entonces el espíritu de conservar los símbolos de la identidad de un pueblo, lo cierto es que la aventura de recuperar este patrimonio y la reinauguración del Museo del Fútbol llevaron a que un grupo de personas se dedicara a buscar con desenfreno el lugar exacto donde se convirtió el primer gol mundialista de la historia.

Se sabía la zona, quién había hecho el gol, quién había sido el árbitro que lo validó, e incluso se conocía que las tribunas de aquella cancha habían terminado en manos de uno de los clubes más tradicionales de Uruguay.

"A la vieja cancha de Peñarol en Pocitos, allá por los 40, se la llevó la piqueta fatal del progreso", consigna Juan Capelán, uno de los responsables del Museo del Fútbol. Y agrega: "El crecimiento de la ciudad, sus avenidas, calles, veredas, edificios y casas ocuparon la cancha, sus áreas, las tribunas y plateas. Se esfumaron los tablones, los arcos. El palco y los portones de entrada -art nouveau ellos- dicen que retornaron a Las Acacias, luego que el escenario mundialista pasó a ser un baldío donde alternaban picados con remontadas de cometas".

La inquietud se puso de manifiesto cuando un arquitecto advirtió la cancha en un viejo mapa de Pocitos barrio montevideano- y decidió seguir las pistas. Estableció contactos con el Centro Municipal de Fotografía, con la Brigada de Sensores Remotos de la Fuerza Aérea, con el Servicio Geográfico Militar y con la Biblioteca Nacional, hasta dar con documentos sobe la desintegración del lugar.

Tecnología mediante, el equipo que a esa altura ya se había formado a instancias del entusiasta arquitecto- pudo ver después de una tarea lenta y compleja, cómo la cancha se iba configurando en un ordenador. "Ahí, en la pantalla, sobre el plano parcelario actual, de un rojo brillante, se iba insertando todo el relevamiento aéreo, como planeando, girando, buscando la posición, casi como un feto que se coloca para el alumbramiento, para emerger en la traza actual de la ciudad, la Estación Pocitos, el palco, la cancha, los arcos, con toda su carga de gloria y de vida acumulada, casi como gritando ¡aquí estoy!", explicó el emprendedor.

La ubicación exacta de aquella cancha era la intersección de las actuales calles Coronel Alegre y Charrúa. Había que encontrar ahora el arco. Menuda tarea para el equipo de investigadores que había tomado la causa como si ellos mismos hubieran sido protagonistas del Mundial de 1930.

"La identificación del arco donde se hizo el primer gol ya es el segundo tiempo. Mejor dicho, son esos últimos quince minutos del segundo tiempo. Revisadas exhaustivamente las crónicas periodísticas del partido y analizadas las fotografías publicadas, pocas e inciertas eran las pistas para ubicarlo. Uno u otro arco se alternaban en aparecer como posibles candidatos, según el ángulo, la nitidez siempre escasa de una foto realizada y publicada en diarios con los medios técnicos de 1930. El estilo de las crónicas consistía en relatar el desarrollo del partido, establecer un comentario sobre la calidad del juego y el papel desempeñado por cada uno de los equipos, el resultado y poca cosa más". Al fin de cuentas, decía resignado Capelán, el fútbol no contaba con mucho espacio en los diarios.

Un detalle hizo que el equipo terminara consultando a la Dirección Nacional de Meteorología. Y es que el repaso de unas y otras crónicas dejan bien claro que aquella tarde de 1930 había mucho viento, al que los periodistas deportivos de la época le atribuyeron directa incidencia en los avatares del juego. Y se hace constar, como dato relevante para esta investigación, que durante el primer tiempo el viento favoreció a Francia y en el segundo a México.

Consultada, la División Climatología remite el parte meteorológico correspondiente al domingo 13 de Julio de 1930: Vientos del suroeste. "Esta información dice Capelán- define claramente que es precisamente en el arco norte de la Cancha de Pocitos donde se convierte el primer gol del primer mundial, ya que el eje longitudinal del campo de juego estaba orientado del SW al NE y el fuerte viento dominante de dirección SW corría entonces de arco a arco. Si favoreció en el primer tiempo a Francia y en el segundo a Méjico, se concluye que, en el primer tiempo Francia defendía el arco Sur, atacando en consecuencia el arco Norte, donde Laurent marcó el primero de los tres goles conquistados por Francia en este período".

Lo que tiene claro el Museo del Fútbol, dice Capelán, es que tiene que redescubrir esta historia y devolverla, en toda su realidad viva a la ciudad de Montevideo y al mundo. Surgió entonces la iniciativa del concurso de esculturas que aludieran a la antigua cancha de los Pocitos.

Imaginación y compromiso fue la consigna para crear piezas únicas que lograran inmortalizar una cancha de fútbol y lo que ella misma representa. "Por eso salimos en busca del arco perdido concluye Capelán-. Para devolverlo a la ciudad, para recuperar la gloria que cobijan estos tres palos".

(Con información de Quatromanos)

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