Agarrate Catalina. El libro, es la historia oficial de este equipo de primera que sorprende año a año con su espectáculo, con su poesía y humor. Valeria Tanco y Yamandú Cardozo dan a conocer, desde dentro mismo de la agrupación, la vida de la murga más popular y querida de los últimos años. El libro de La Catalina describe su nacimiento y toda la intimidad como una bitácora, con anécdotas, historias de vida, recuerdos y fotos, que recorren estos casi diez años de existencia. La murga de la gente ya tiene su historia registrada.
"Nos pasa muchas veces a los varones tímidos cuando nos enamoramos de nuestra mejor amiga. Como mejores amigos, ocupamos un lugar privilegiado ante muchos otros, sabemos detalles, conocemos secretos, gozamos del beneficio de la cercanía. Pero cuando te das cuenta de que estas enamorado ese lugar no te alcanza y el beneficio se transforma en el problema. No querés estar cerca de los detalles, querés ser los detalles, no querés saber quién es el novio, querés ser vos el novio. El lugar que tenía siendo utilero era buenísimo, era precioso, estaba cerca. Pero a partir de un punto, me di cuenta de que era eso, era el lugar del amigo. Y yo quería cruzar la línea de los micrófonos, quería pararme en la media luna, me moría con esa mina, yo no quería ser amigo, yo quería a la murga para mí". (Yamandú Cardozo)
De la murga de botijas de Tabaré, pasando por Falta y Resto, Contrafarsa, Curtidores de Hongos y varias más, a Agarrate Catalina. De las obras para Teatro Joven bajo la batuta de Tabaré a espectáculos propios y ajenos en carnaval. Y siempre, la esencia permanece inmutable. Y a veces, los tres parecen uno. Y siempre, una murga vive en la cabeza, la pluma y la voz de los tres.
"El otro día hacía dos horas que estaba durmiendo súper profundo y Martín me vino a despertar diciéndome: ‘bo', Yamandú pregunta si...'. Y yo no sabía, no entendía porqué me estaba diciendo eso, porque pensé que yo era Yamandú y Tabaré era él. En ese momento en que me desperté de golpe no sabía quién de los tres era quién. Me costó un poco entender, hasta que pude razonar: "Martín sos vos, yo soy Tabaré y me estás hablando sobre Yamandú". Y después me quedé pensando todo el día en eso. De alguna manera lo que me pasó grafica nuestra relación". (Tabaré Cardozo)
La Catalina suma y sigue, en 2004 vuelve a entrar en la liguilla, sube un puesto con respecto al primer año y queda penúltima entre las murgas finalistas. Se repite la tranquilidad de no estar obligados a dar prueba de admisión, y en la primavera se comienza a preparar el 2005. Mientras, el Uruguay vive una elección nacional y por primera vez gana la izquierda, poniendo fin al histórico relevo entre los dos partidos tradicionales en el ejercicio del Poder Ejecutivo. Fuerte coyuntura para una murga de menores de 30, la mayoría hijos de militantes izquierdistas de la década de 1970. Momento difícil y a la vez estimulante para elegir qué decir y cómo hacerlo. Yamandú decide convocar a Carlos Tanco y darle revancha a aquella amarga experiencia del albur del siglo con la Eterna Madrugada. El humor de Tanco agrega otro gusto a los cuplés de la Catalina, un ingrediente especiado, fuerte, absurdo, pesimista. Ese año se termina de conformar el equipo de letras: Yamandú y Tabaré en la poesía profunda, murguera y tanguera de las presentaciones y retiradas, y un medio a tres manos: los hermanos y Carlos. También colaboran ocasionalmente Rafael Cotelo y Martín Cardozo.
El discurso "oficial" de las murgas jóvenes -ahí en donde la incorrección política, por repetición y eficacia asegurada, termina siendo políticamente correcta- es el "antidiscurso" al carnaval de febrero. La poética murguera tradicional está mal vista y para quienes la defienden se transforma en un camino polémico y muchas veces objeto de escarnio, que los Cardozo eligen transitar asumiendo los riesgos. En presentación y retirada aparece, además, un recurso propio de la Catalina: se repite una estrofa en ambas, cambiando solo verbos de bienvenida y llegada por otros de despedida y adioses, abriendo y cerrando un todo, guiño circular. La gente la vio. La gente agotó entradas para verla. La gente la siguió por una necesidad febril. La gente volvió al carnaval después de muchos años de ausencia. La gente se acercó al carnaval por primera vez en su vida. La gente la aplaudió a rabiar. La gente se rió a carcajadas. La gente la abrazó. La gente lloró. La gente la hizo suya. ¿Por qué? Por puro azar. Por un efecto de contagio entre el público. Por su contundente espectáculo. Por su alegría. Por sus textos cuidados. Porque justo estaba ahí. Por su dominio del escenario. Por su buen humor contagioso. Por tener un cuplé popular que, además de gustar a carnavaleros, atrae también a no carnavaleros. Por su poesía, valiente en su vulnerabilidad emotiva. Por representar y expresar su tiempo y su entorno. Porque el carnaval necesitaba un nuevo big bang. Porque el país necesitaba refrendar el resultado de las urnas en otros ámbitos. Por estos u otros motivos, o quizá, simplemente, porque así tocaba ser.
Es muy peligroso trabajar en velocidad como veníamos haciendo desde 2005, porque a 300 kilómetros por hora no podés hacer otra cosa que ser congeladamente práctico. La velocidad extrema se puede soportar un tiempo, pero corrés el riesgo de fundir la cabeza y la maquinaria grupal. Por estas razones, al finalizar el carnaval 2008 algunos teníamos la percepción de que era necesario parar. Después de hacerlo me di cuenta de que era vital. Al no salir en 2009, ese verano pudimos afianzar una cantidad de cosas grupales, cuestionarnos otras, recargar energías (...) Nos hizo muy bien no concursar, entiendo que fue difícil para mucha gente que la Catalina no estuviera, pero pienso que es una de las mejores decisiones que ha tomado la murga. Nos encantó extrañar lo que amamos. Y nos generó unas ganas bárbaras de volver." (Yamandú)
Carlos escribe largo: la primera versión de sus cuplés tiene a veces hasta quince minutos, y es el "ácido": así lo define Tabaré, a sabiendas de que al definido le molesta el término. Tabaré es el más conservador: "El camino seguro es el tronco y los cambios son las ramas", dice en metáfora vegetal; y "pasteurizador" paranoico: "Soy un trancabolas, vivo cuidando y pensando en si alguien se puede ofender con lo que decimos, o si se puede malinterpretar". Yamandú es el mediador de discusiones antagónicas de otros: "Se le terminan aliando en su contra los que antes estaban enfrentados entre sí", confiesa Carlos. También es la mujer del grupo: "Es porque tiene muy expuesto su lado emocional, está bueno, era necesario tener una mujer que aportara la sensibilidad femenina", explica Tabaré. Y Cotelo es el "hijo de puta" y el "me chupa un huevo todo", o así describe a su peor dolor de cabeza el "pasteurizador" Tabaré.
"Hemos tenido la suerte enorme de que la gente haya recibido la cartita que mandamos adentro de la botella. Ojalá que no podamos parar de cantar, de hacer espectáculos, de girar por ahí, de conocer el mundo y toda la galaxia, pero en realidad no sabemos cuándo se va a terminar. Han sido quince minutos hermosos, y aunque esos quince minutos al final duren toda mi vida, cada minuto puede ser el último. Por eso intento concentrarme en disfrutarlo. Además, la murga es hoy lo que hago y lo que hacemos muchos de nosotros para vivir, no solo para sustentarnos económicamente. Para vivir. Entonces todo lo que nos pasa lo vivimos con una intensidad y una felicidad que es difícil de explicar o transmitir sin que los demás piensen que sos un loquito de la guerra. Yo ya no podría ir hacia otro lado, no concibo vivir sin la murga. Aunque soy otras cosas, la Catalina me define. Yo armé mi vida en torno y junto a la murga. El otro día alguien me preguntó ¿quién es Yamandú? Soy el de la Catalina, le contesté". (Yamandú)
Titulo: Agarrate Catalina. El libro.
Autores: Valeria Tanco y Yamandú Cardozo
Sello: Aguilar
Páginas: 156
Precio: $ 350
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