Con 30 minutos de espera desde la hora marcada, todos los presentes -un público heterogéneo que incluía niños, jovenes de rastas y señoras de más de 70; público que había agotado las entradas a un mes del show- comenzaban a impacientarse, y lo hicieron sentir con sus palmas. Cuando las luces se apagaron, y el escenario se tiño de violeta, el entusiasmo se desparramó.
Parada al medio del escenario y pegándole fuerte al bombo estaba, con sus 33 años y su diminuto cuerpo, Isabelle Geffroy, más conocida como Zaz, y los seis músicos que la acompañaban, para dar un show explosivo que duraría una hora y media y dejaría ganas de más.
Zaz, mezcla de jazz y de la más tradicional chanson francesa, se hizo famosa en 2010 y en 2013 estrenó "Recto Verso", el álbum éxito de ventas en toda Europa, álbum que la trajo a Uruguay, más precisamente al Teatro Solís, en el marco de su primera gira sudamericana. Quienes no la conocen deberían hacerlo, y agendarse luego que en octubre volverá (así prometió) para disfrutar del contagioso espectáculo que brinda.
Repasando buena parte del repertorio de ese trabajo, esta francesa de voz rasgada fue presentando los temas leyendo algunas frases en español, pero con su música rompió las fronteras del idioma. Capaz de transmitir a la perfección las emociones, poco importó que la mayoría no entendiera lo que decían las letras, y se dejaran llevar por las poderosas guitarras, los sensibles teclados, la pareja batería y la excelencia del bajo. Por el escenario pasaron, además, contrabajo y acordeón (además de otros más curiosos, como la tabla de lavar).
Pero más allá del innegable talento, su carisma y su energía constante y abrumadora fueron las protagonistas del show. Saltando y bailando sin parar, arengando y contagiando ganas, Zaz rompió con el estereotipo del tibio público uruguayo. Se ganó confesiones de amor a gritos (que respondió gentilmente) y aunque pidió ayuda con los coros, no tuvo que hacerlo con las palmas, ni necesitó invitar a nadie a bailar cuando a mitad de la presentación sorprendió con "Je veux".
Su más famosa canción, esa que habla de la felicidad, la libertad y el buen humor como pilares del amor y rechaza los lujos, empezó a sonar y levantó a todos de sus asientos. El Solís era un alegre baile que rebosaba de, justamente, buen humor, algo que volvió a resaltar en otro de sus clásicos, "Les Passants", o en su versión de "La vie en rose", de Edith Piaff.
El torbellino francés pasaba y arrasaba exitosamente con Montevideo, y tuvo tiempo para regalar una versión de "Dos gardenias" de Antonio Machín en su mejor español, para compartir una reflexión sobre un colibrí y así contar que dona buena parte de sus ganancias al Movimiento por la Tierra y el Humanismo - Colibrí (y ganarse, claro, una ovación), y para cerrar con la arrolladora y conmovedora "Déterre", bis mediante.
El aplauso final, de pie, duró largos minutos. Zaz anunció su vuelta para octubre, y en los pasillos del teatro, los espectadores ya coordinaban el reencuentro.
Montevideo Portal | Belén Fourment
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