Las piscinas, lagos, estanques y playas son excelentes oportunidades para el disfrute veraniego y un fresco alivio contra el calor. Pero el agua también puede ser peligrosa para los niños cuando no se adoptan las precauciones adecuadas.
Uruguay presenta una de las tasas más altas de América Latina con 174 personas menores de 19 años fallecidas por ahogamientos entre 2009 y 2016. Además, es la primera causa de muerte por lesiones no intencionales entre niños de 1 a 4 años y la segunda para niños mayores de 5 años. En esta franja etaria la primera causa en nuestro país son las lesiones por siniestros de tránsito.
En todo el mundo, fallecen por hora unas 46 personas por inmersiones acuáticas, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La cifra incluye las pérdidas de vida registradas durante el cruce de refugiados que escapan de la guerra en el mar Mediterráneo.
La buena noticia es que hay muchas formas de garantizar la seguridad de los niños cuando están dentro del agua y de asegurarse de que, cuando crezcan y no cuenten con la supervisión de un adulto, adopten las precauciones necesarias.
La Fundación Nemours, creada en EE. UU. por el filántropo Alfred I. du Pont en 1936, tiene como cometido velar por una mejor salud infantil, y ofrece los consejos que reproducimos a continuación.
Garantizar la seguridad de los niños
Los niños necesitan una constante supervisión cuando están en o cerca del agua, independientemente de que el agua se encuentre dentro de una bañera, una piscinita infantil, un estanque de peces, una piscina, un jacuzzi, un lago o la playa.
Los niños pequeños son especialmente vulnerables; se pueden ahogar en menos de 6 cm (2 pulgadas) de agua. Esto significa que se puede producir un ahogamiento cuando uno menos se lo espera: en el fregadero, el inodoro, una fuente, un balde lleno de agua, una piscina inflable o cualquier pequeño recipiente o receptáculo de agua que haya en el entorno doméstico, como las zanjas llenas de agua de lluvia o los platos donde se colocan las macetas. Observe atentamente a su hijo cuando esté dentro o cerca del agua.
Es una buena idea que, si usted no sabe nadar, aprenda a hacerlo, y que, si su hijo tiene más de 4 años, aprenda también (infórmese en los clubes de natación de su localidad sobre cursos de natación dados por instructores cualificados). Los niños menores de cuatro años pero mayores de un año también pueden beneficiarse de las clases de natación, aunque, antes de inscribir a su hijo, consulte a su pediatra.
No asuma que, solo porque su hijo ya sabe nadar, no se expone al riesgo de ahogamiento. Todos los niños necesitan ser supervisados por adultos mientras están en el agua, independientemente de su nivel de natación. Y los lactantes, los niños de 1 a 3 años y los que todavía no nadan del todo bien, deben disponer de un nadador adulto situado al alcance de su brazo para que les ofrezca "supervisión táctil".
Invierta en un chaleco salvavidas que sea de la talla de su hijo y que esté aprobado por las autoridades, y utilícelo siempre que el niño esté cerca del agua. Lea las recomendaciones sobre peso y estatura de la etiqueta y pídale a su hijo que se lo pruebe para asegurarse de que es de su talla. Para niños menores de 5 años, elija un chaleco provisto de correa entre las piernas y soporte para la cabeza (la rigidez de la parte del cuello le mantendrá la cabeza erguida y la cara fuera del agua). Los chalecos inflables y los manguitos flotadores, que se colocan en los brazos, no son una protección eficaz contra el ahogamiento.
No se olvide de aplicar protector solar a su hijo ni de volvérselo a aplicar con regularidad, sobre todo si se moja frecuentemente. Las gafas de sol con protector ultravioleta (UV), las gorras provistas de visera y la ropa protectora también contribuyen a proteger la piel de las quemaduras solares.
Los niños deben beber abundante líquido, sobre todo agua, para evitar la deshidratación. Es fácil deshidratarse bajo el sol, especialmente si el niño está muy activo y sudando. Los mareos, los vahídos y las náuseas son algunos de los signos de deshidratación y de sobrecalentamiento.
La temperatura del agua también es un factor importante. Entre en el agua despacio y asegúrese de que, tanto usted como su hijo, se encuentran a gusto. Un agua de una temperatura inferior a los 20º C está demasiado fría para la mayoría de los nadadores. Las temperaturas del agua recomendables varían en función de la actividad, la edad del nadador y el hecho de que la persona esté o no embarazada. Por lo general, una temperatura de 28 a 30º C se considera agradable en la natación infantil recreativa (los bebés se encuentran más a gusto cuando la temperatura del agua está más cerca del extremo cálido de este intervalo).
La temperatura corporal desciende más deprisa en el agua que sobre la tierra y no cuesta mucho alcanzar una hipotermia (cuando la temperatura corporal está por debajo de lo normal). Si el niño tiembla o presenta calambres musculares, sáquelo del agua inmediatamente.
En casa y en la piscina
Las precauciones de seguridad relacionadas con el agua empiezan en casa.
El cuarto de baño está lleno de posibles peligros para los niños pequeños. No deje nunca a un niño pequeño sin supervisión dentro del cuarto de baño, sobre todo si se encuentra dentro de la bañera, aunque parezca estar bien erguido y sujeto en una bañera de seguridad o una silla de seguridad para la bañera. Aleje del bebé cualquier secador de pelo u otro aparato eléctrico a fin de evitar el riesgo de electrocución.
El agua caliente también puede ser peligrosa, sobre todo para los niños menores de 5 años, que tienen la piel más fina que los niños mayores y los adultos, por lo que se queman con más facilidad. Solo 3 segundos de exposición a un chorro de agua caliente que esté a 60º C pueden provocarles quemaduras de tercer grado.
Usted puede reducir el riesgo de quemaduras regulando el termostato de la caldera o termo de su casa a menos de 49º C y probando siempre la temperatura del agua con la muñeca o el codo antes de meter a su hijo en la bañera.
Fuera del entorno doméstico, su perspicacia puede desempeñar un papel fundamental en la prevención de los accidentes relacionados con el agua. Averigüe qué lugares de su vecindario se asocian a este tipo de peligros. ¿Qué vecinos tienen piscina o jacuzzi al aire libre? ¿Dónde están las acequias, estanques o riachuelos que pueden resultar atractivos para los niños? Informe a los vecinos que tengan piscina de que tiene un hijo de corta edad y pídales que mantengan las rejas o puertas de acceso a la piscina cerradas con llave.
Si tiene piscina en casa
Tener una piscina, estanque, jacuzzi o bañera de agua caliente en su propiedad es una gran responsabilidad en lo que a cuestiones de seguridad se refiere.
Las bañeras de agua caliente pueden ser sumamente relajantes para los adultos, pero los niños pueden calentarse a niveles peligrosos e incluso se pueden ahogar, de modo que es mejor que no permita que las utilicen. Tener una reja (que rodee directamente la piscina, bañera o jacuzzi) entre el agua y su casa es la mejor inversión que puede hacer para prevenir posibles ahogamientos.
Según la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo (Consumer Product Safety Commission o CPSC,) de EE.UU., las rejas deben cumplir los siguientes requisitos de seguridad:
• La reja debe medir por lo menos 122 cm (4 pies) de alto y carecer de base o pasamanos a los que los niños se podrían trepar.
• Las barras o tablillas de la reja deben distar entre sí menos de 10,15 cm (4 pulgadas) para que los niños no se puedan meter por los huecos o, si se trata de uno alambrado de tela metálica, las aberturas no deben superar los 4,45 cm (1,75 pulgadas).
• La reja debe cerrarse automáticamente y el pestillo o cierre de seguridad debe estar fuera del alcance de los niños.
Existen otros dispositivos de seguridad para piscinas, como las cubiertas y las alarmas, aunque no se ha demostrado su eficacia para evitar los ahogamientos de niños muy pequeños, de modo que las rejas de seguridad siguen siendo la mejor medida de protección.
Hacer que los niños sean precavidos con el agua
Es importante que enseñe a su hijo el comportamiento adecuado en la piscina y otros espacios donde haya agua y que se asegure de adoptar también usted las precauciones adecuadas. Informe a su hijo de que, en caso de emergencia, deberá ponerse en contacto con el socorrista u otro adulto.
Los niños no deben corretear ni empujarse alrededor de la piscina y no deben bucear en las áreas que no están marcadas específicamente para esa actividad. En caso de que empeore el tiempo (sobre todo si hay rayos y relámpagos), deberán salir de la piscina inmediatamente.
Lo más importante es que supervise a su hijo constantemente. No dé por sentado que, solo porque su hijo ha hecho un curso de natación o lleva algún dispositivo para flotar, como un flotador, una cámara de aire o una barca inflable, no puede ahogarse. Si usted está en una fiesta, es muy fácil que se distraiga, de modo que designe a un adulto para que se responsabilice de supervisar el comportamiento de su hijo. Si deja a su con una persona que le hace de niñera, asegúrese de que conoce las normas de seguridad de la piscina.
Los segundos importan mucho en las emergencias relacionadas con el agua, de modo que es una buena idea llevar un teléfono inalámbrico o un móvil cuando controle a su hijo mientras juega en el agua con otros niños. Tener configurado el número de emergencias (911) o del servicio de urgencias local como número de marcación rápida también le permitirá ahorrarse unos preciados segundos. Si recibe una llamada mientras está supervisando a su hijo, sea breve para evitar distraerse.
Una vez que haya instalado todos los accesorios de seguridad, vuelva a inspeccionar su casa en busca de posibles peligros relacionados con el agua y planifique qué hacer en caso de emergencia. Aprenda técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP) (las demás personas que cuiden de su hijo también deberían aprenderlas) y asegúrese de disponer de un buen equipo de seguridad, como los chalecos salvavidas para situaciones de emergencia, que esté a mano y en buen estado siempre que vayan en barco o a nadar.
Pegue los números de emergencia en todos los teléfonos de la casa y asegúrese de que todas las personas que cuidan de su hijo conocen su ubicación. Cuando su hijo deje de jugar en la piscina al final de la jornada, asegúrese de recoger todos sus juguetes de la piscina. Hay niños que se han ahogado al intentar sacar de la piscina los juguetes que se habían dejado olvidados.
Usted debería seguir adoptando precauciones relacionadas con el agua incluso después de que concluya la temporada para bañarse en la piscina. Las cubiertas para piscinas no son seguras; muchos niños intentan andar sobre las piscinas durante los meses de invierno y quedan atrapados bajo las cubiertas.
Asimismo, las piscinas, estanques y riachuelos helados son áreas de juego sumamente tentadoras para un niño, de modo que mantenga la reja que rodea la piscina cerrada con llave fuera de temporada y enseñe a su hijo a mantenerse alejado del agua cuando no cuente con la supervisión de un adulto. Si usted dispone de una piscina que está sobre el nivel del suelo, es una buena idea cerrar el paso con llave o extraer la escalera que permite acceder a ella fuera de temporada.
En lagos, estanques o playas
En primer lugar, enseñe a su hijo a no nadar nunca sin compañía. Nadar en grupo es una buena forma de asegurarse de que siempre habrá alguien pendiente de su hijo. Asegúrese de que su hijo entiende que nadar en una piscina es distinto a hacerlo en un lago o en el mar, ya que cada tipo de actividad se asocia a sus propios riesgos.
He aquí algunos consejos a seguir:
En un lago o estanque
• No permita que su hijo nade sin la supervisión de un adulto; los lagos y estanques pueden ser muy poco profundos cerca de la orilla, aumentando súbitamente de profundidad en cuanto uno se aleja de la orilla.
• En el suelo de estanques y lagos puede haber rocas con aristas afiladas, cristales rotos o desperdicios.
• Asegúrese de que su hijo lleva los pies protegidos con zapatillas para el agua, sandalias de plástico o similares.
• Esté alerta por si su hijo se engancha una pierna o brazo en algún hierba o alga.
• La mayoría de los accidentes que ocurren mientras se viaja en bote, sobre todo entre adolescentes, están relacionados con el consumo de alcohol. Cuando usted y su familia vayan en bote, seleccione a un conductor que no beba alcohol. Asegúrese de que su hijo conoce los riesgos que entraña el alcohol, tanto en el agua como fuera de ella.
En la playa
Enseñe a su hijo que solo puede nadar en el mar cuando haya un socorrista cerca o bañera. No le deje nadar cerca de espigones o rocas porque un movimiento repentino del agua podría arrastrarlo y hacerle chocar contra ellos.
• A diferencia de las aguas tranquilas de una piscina, el mar tiene peligros adicionales como las corrientes, y las mareas. Busque al socorrista y pregúntele por el estado del mar en cuanto lleguen a la playa.
• No deje nadar a su hijo cuando haya olas fuertes o correntadas, resaca o mala mar y dígale que no dé nunca la espalda al mar, ya que una ola repentina podría derribarlo y revolcarlo fácilmente.
• Enseñe a su hijo que, si se ve inmerso en una fuerte corriente o arrastrado por la resaca, intente nadar paralelamente a la orilla o bien mantenerse a flote y llamar o hacer gestos al socorrista para que le ayude.
• Las picaduras de medusa pueden ser dolorosas, de modo que dígale a su hijo que se aleje de ellas cuando esté en el agua y que informe a un adulto si le pica alguna.
Independientemente de que se esté bañando en la playa o en un lago, enseñe a su hijo a salir del agua si empeora el tiempo, sobre todo cuando haya rayos y relámpagos.'
Seguridad en los parques acuáticos
Los parques acuáticos pueden hacer las delicias de los niños, siempre y cuando se respeten las normas de seguridad. Antes de ir, infórmese sobre si el parque está controlado por socorristas cualificados. Una vez allí, lea todas las señales y letreros de aviso antes de dejar subir a su hijo a ninguna atracción (muchas de ellas tienen requisitos relacionados con la edad, la estatura, el peso y/o el estado de salud y cada una se asocia a un nivel de profundidad diferente).
Enseñe a su hijo a seguir todas las normas de seguridad e indicaciones, como caminar en vez de correr y bajar siempre por los toboganes en la posición correcta: con los pies por delante y de cara arriba. Que el niño lleve puesto un chaleco salvavidas también es una buena idea.
Infórmese bien de qué atracciones son apropiadas para la edad y nivel de desarrollo de su hijo. Por ejemplo, las piscinas de olas pueden pasar rápidamente de las aguas tranquilas a las aguas picadas, haciendo pasar un mal trago incluso a un buen nadador. Los niños pequeños pueden sentirse intimidados por otros de más edad, si estos último empiezan a salpicar agua y a jugar a lo bruto.
Qué hacer en caso de emergencia
Cuando pierda de vista a su hijo, antes que nada, compruebe siempre si está dentro de la piscina. La supervivencia en caso de ahogamiento depende de un rescate rápido y de restablecer la función respiratoria lo antes posible.
• Si ve a su hijo en el agua, sáquelo inmediatamente de allí mientras pide ayuda a gritos. Si hay otra persona disponible, pídale que llame al teléfono de emergencias. Compruebe que el niño no tiene obstruidas las vías respiratorias. Si el niño no respira, aplíquele inmediatamente la técnica de RCP. Es mejor que la aplique una persona familiarizada con la técnica. Cuando contacten con el número de emergencias, sigan las instrucciones que les facilite el operador.
• Si considera que su hijo puede haberse lesionado el cuello, como en los accidentes que se producen al golpearse contra una superficie durante el buceo, colóquelo sobre la espalda, conteniéndole el cuello y los hombros con ambas manos y antebrazos para inmovilizarle el cuello hasta que llegue la ayuda de emergencia. Este tipo de inmovilización minimiza posibles lesiones medulares adicionales y es mejor que la realice alguien que está familiarizado con la técnica. No permita que el niño se mueva. Háblele utilizando un tono de voz calmado para tranquilizarlo. A continuación, fíjese en si respira de forma adecuada.
Enfermedades transmitidas por el agua utilizada con fines recreativos
Este tipo de enfermedades ocurre debido al contacto con el agua contaminada utilizada en piscinas, jacuzzis, fuentes, parques acuáticos, lagos o el mar. Se suelen contraer al tragar, inhalar o entra en contacto con agua que está contaminada por gérmenes.
Las infecciones que la gente contrae más a menudo están relacionadas con la diarrea y suelen estar provocadas por el parásito Cryptosporidium, que generalmente vive en el aparato digestivo y se encuentra en las heces. También hay infecciones trasmitidas por aguas contaminadas que afectan a la piel, los ojos, lo oídos y las vías respiratorias.
Los niños, las mujeres embarazadas y las personas con sistemas inmunitarios debilitados constituyen la población más frecuentemente afectada por este tipo de infecciones. A pesar de que el tratamiento del agua mediante cloro mata los gérmenes que provocan estas enfermedades, se trata de un proceso que, con algunos tipos de gérmenes, requiere cierto tiempo.
Algunos consejos para prevenir las enfermedades trasmitidas por el agua utilizada con fines recreativos:
• A los niños que tengan diarrea no les permita nadar.
• Llevar a los niños al baño a menudo y cambiarles los pañales-bañador también a menudo (no al lado de la piscina).
• Si lleva a la piscina a un bebé que todavía no ha aprendido a controlar los esfínteres, póngale un pañal-bañador.
• Lavarse las manos después de utilizar el váter y de cambiarle los pañales al bebé.
• Evitar tragar o introducirse agua en la boca.
• Mantener el agua limpia duchándose con agua y jabón antes de entrar en la piscina.
• Después de nadar, secarse bien los oídos con una toallita o paño, inclinándose hacia uno y otro lado para extraer el agua de los dos conductos auditivos. Esto ayuda a prevenir la otitis externa, coloquialmente conocida cono "oído de nadador" (una infección de oído que ocurre cuando queda agua atrapada dentro del conducto auditivo).
Consejos de seguridad en el agua para bebés
El ahogamiento, a pesar de ser lo más preocupante, no es la única preocupación que tienen los padres al exponer al bebé al agua. Los lactantes son especialmente vulnerables a las enfermedades transmitidas por el agua. Después de bañar a un bebé en una piscina, séquele los oídos con delicadeza utilizando una toallita o una bolita de algodón para evitar que desarrolle una otitis externa. Después de bañarlo en la piscina, lave el cuerpo del bebé con jabón suave y el pelo con champú suave para eliminar los productos químicos que lleva el agua de piscina.
Las aguas cuya temperatura es inferior a 29º C pueden hacer que los bebés pierdan calor corporal rápidamente, colocándolos en situación de riesgo de hipotermia. Cuando un bebé se pone a temblar y/o se le empiezan a poner los labios azulados, se le debe sacar inmediatamente del agua, secar y envolver en una toalla.
Los lactantes también pueden contagiar enfermedades en las piscinas. El parásito Cryptosporidium puede acabar en el agua de piscina, cuando se producen escapes procedentes de pañales que no son impermeables. Si otros nadadores tragan ese parásito, les puede provocar fuertes diarreas, náuseas, vómitos, pérdida de peso y deshidratación.
Lo más seguro es no bañar a su bebé en piscinas públicas hasta que domine el control de esfínteres. Si decide dar un pequeño chapuzón a su bebé en una piscina pública, utilice solamente pañales impermeables y cámbiele los pañales a menudo (¡pero no al lado de la piscina!), lavando bien al bebé en cada cambio. No deje que un niño con diarrea u otra enfermedad gastrointestinal se bañe en la piscina durante la enfermedad y las dos semanas inmediatamente posteriores. Si su hijo ya ha aprendido a controlar los esfínteres, pregúntele frecuentemente si quiere ir al baño.
Jugar en el agua puede ser una experiencia muy divertida y una buena forma de hacer ejercicio. Usted disfrutará más del agua si conoce y practica las precauciones de seguridad antes descritas.
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