Flaviu Cernescu eligió una antigua chimenea abandonada de 256 metros de altura como lugar para grabar sus impactantes videos.

Sólo con la tarea de llegar hasta el lugar y luego descender, cualquier escalador aficionado tendría un reto más que suficiente. Sin embargo, este joven rumano usa la parte más alta de la vieja estructura como escenario para sus arriesgados trucos.

Entre ladrillos sueltos, madera podrida y metal enmohecido, el muchacho y su asistente usan palos de selfie para registrar sus movimientos, que son capaces de alterar los nervios al más pintado.

Durante su inquietante número circense, Cernescu se cuela directamente al vacío con una mano, y sus movimientos desprenden parte del estropeado maderamen. "Los objetos tardan unos diez segundos en caer desde aquí", informa.

Antes de regresar a tierra firme, el muchacho encarece al público a no imitarlo, y recuerda que su trabajo es "realizado por profesionales enun entorno controlado", desentendiéndose de responsabilidad por cualquier inconsciente que intente remedar sus movimientos.