Tantomán nace frente a la posibilidad de potenciar ´algo escondido´. De juntar rotos para descosidos. La posibilidad de juntar orígenes diferentes, rock, tango y folclore, pero sin duda con el Canto Popular como punto de unión.
El pasado común en esa Facultad de Agronomía, en un Uruguay con una situación política particular, y un tipo de música (independientemente del estilo) parafraseando protestas e incentivando a la movilización. Viglietti, Numa Moraes, Olimareños, Zitarrosa, etc. son los que marcaron en definitiva las voces de esa generación. Con un montón de exponentes nuevos para la época, algunos de canto fugaz y otros afianzados definitivamente en la memoria popular, aún cuando terminara la época de la canción con intención.
Es después de todo eso que empezamos a cantar, y obviamente no podíamos hacerlo con un estilo enteramente propio: estábamos muy marcados por lo señalado anteriormente, y éramos muy diferentes como para ponernos de acuerdo en un punto de partida y un camino a seguir.
Por eso, si somos críticos en el nacimiento de Tantomán, debemos decir que es azaroso, y que lo que hicimos fue aprovechar alguna de las oportunidades para sacar afuera un posible potencial. Y aprovechar tal vez, un hueco musical, en el que tanto público como cantores fueron responsables.
Sobre el disco
Cuando decidimos tomar este camino de andar cantando, nos propusimos hacerlo con nuestras pilchas. Sencillas, humildes, casi antiguas. Pero nuestras. Queríamos cantar a nuestros paisajes, a nuestros hombres y mujeres, sus esperanzas, sus problemas, como lo habían hecho nuestros mayores. Pero queríamos hacerlo con la mirada puesta en nuestro tiempo. Por eso fuimos tan porfiados. Y salimos con canciones propias.
¡Y seguimos con canciones
propias! A porfiados no nos gana un vasco.
La posibilidad de haber durado
o permanecido tanto tiempo, hizo que algunas canciones ahora sean
conocidas y nuestro sonido reconocido. Y por eso seguimos en esto.
Mientras ustedes nos aguanten…
Este nuevo disco se nos antojó que era como un montón de cuentos. Cantados. Pero cuentos: de viajar en tren, de ir a la playa, contar de pueblitos y estaciones… en fin. Nos gustó lo de canciones que cuentan. Pero además de contar historias, queremos que cuenten. Es decir: que sumen. Que aporten.
Hoy que el mundo está complicado, hoy que hay tanta desconfianza, tan poca comunicación, tanto exceso de información, tan frío y digital, queríamos que estas canciones contaran. Que arranquen una sonrisa al que escucha, que lo hagan pensar. Ojalá cuenten.
Fue grabado despacito, por eso llevó tanto tiempo. Lo grabamos en Estudio Inzen y Javier Longhi fue el culpable de hacerlo. Algunas de estas canciones son nacidas en Paysandú. Otras, ya son cosecha de esta tierra más al sur del Rio Negro. Santiago Echavalete y Martín Vila sacaron las fotos, allá en Costa Azul, mientras ensayamos.
Tenemos el orgullo de que nos
acompañen músicos entrañables. Y buenos músicos además.
Ramiro Della Valle con su bajo. Él es muy buen
músico, pero a veces no le queda otra que tocar con nosotros… Alejandro
Turibich y Mario Franceschini en la
percusión. En la guitarra eléctrica nos acompañó el querido Caco
Pauletti. Y queríamos a un argentino que tocara el
bombo en la chacarera y le pedimos a Carlos Paseggi.
Nos encantó. Juan Pablo Silva en
bandoneón. Y nuestro Luigi Lemes, que andaba por
acá y lo convidamos a cantar. Al Mosquito Macedo le pedimos
un toque de saxo y nos regaló bruta canción. Al piano pusimos a Javito
Gómez, que además tocó acordeón.
Realmente es un placer cantar
con esta banda. Tantomán.
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