En una luminosa y amplia sala del Auditorio Nacional del Sodre, como cada día, un grupo de jóvenes lleva a cabo un oficio en extinción: pintar a mano, ahora los últimos detalles, de un lienzo de 200 metros que se transformará en el marco que envolverá el ballet "La bella durmiente".
En este taller de telones, la tecnología no tiene cabida, pues como explicó su coordinador, Gustavo Petkoff, "todo es 100 % artesanal".
Tras un parón de casi dos décadas, el Auditorio retomó esta técnica en marzo del 2013 con la obra de "El baile de los cisnes" gracias a la iniciativa de los entonces director general de la institución, Gerardo Grieco, y director artístico del Ballet, Julio Bocca.
Petkoff subrayó que para aquella función tuvieron la ayuda de varios escenógrafos del teatro bonaerense de Colón, entre ellos Gastón Joubert, que fueron sus mentores.
Desde ese momento, el taller del Sodre no ha dejado de producir telones, y Petkoff anotó que en 2017 se confeccionaron bastidores para tres obras de ballet y una gala.
Además, destacó que para que un teatro o auditorio pueda llegar a hacer sus propias producciones "se tienen que dar ciertas condiciones", como que la institución cuente con "el suficiente espacio escénico" o que se dé una "apuesta clásica", como es el caso del ballet tradicional.
"Hoy se está menguando (la producción), pero hay talleres de pinturas de telones, por ejemplo, en Brasil, en Argentina, y en Chile", apostilló el experto.
Además, anotó que en Argentina, país que les ayudó a retomar esta técnica, se está bajando la producción de telones "por un tema de políticas culturales generales".
"Es un oficio que hay que ayudar a mantenerlo, porque hoy con las nuevas tecnologías...Esto es un estilo de escenografía súper viejo", añadió.
Para trasladar los planos que el escenógrafo Hugo Millán les entregó para "La bella durmiente", el equipo clava las telas de 20 metros de ancho por 10 metros de alto al suelo de madera y crea una cuadrícula gigante sobre ellas.
"Trasladamos todo por medio de cuadrículas, que vienen en el diseño de tamaño A3, donde un metro es un centímetro, y lo sacamos a la superficie", explicó el artista.
Otra peculiaridad es que en este taller todos pintan de pie, ya que esta técnica les permite tener una mejor perspectiva.
Razón por la cual todos los instrumentos -desde las reglas, hasta los pinceles- están unidos a un palo de un metro.
"Si bien parado uno va agarrando una buena práctica con respecto al trazo y a las terminaciones, no es tan relevante la terminación perfecta, porque todo se ve a la distancia", comentó Petkoff, que como sus compañeros tenía tanto las botas como los pantalones recubiertos de gotas de pintura.
En ese sentido, detalló que, en el caso de la pintura de los telones, no se da el "detalle minucioso" de la "del caballete", ya que se trata de "trasmitir la atmósfera que el diseñador está buscando".
Petkoff anotó que también se pueden hacer telones híbridos, que mezclen el sistema de trabajo tradicional con las nuevas tecnologías.
"En este caso Hugo Millán ha hecho interactuar los telones con algo de proyección", dijo haciendo referencia a "La bella durmiente", función que se estrenará el 15 de marzo.
EFE
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