Contenido creado por Manuel Serra
Cultura

Mucho más que uno más uno

Serrat y Sabina desembarcaron en Uruguay y renovaron sus votos con el público charrúa

Los españoles dieron un concierto de casi tres horas en el que repasaron clásicos y reafirmaron su relación de amor con nuestro país.

21.11.2019 10:32

Lectura: 6'

2019-11-21T10:32:00-03:00
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Por Manuel Serra | @serra_sur

Aunque la previa había estado signada por la polémica y no faltaron quienes criticaran sus declaraciones políticas, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina volvieron a subirse a un escenario en nuestro país y regalaron un emotivo espectáculo de casi tres horas, que tuvo en velo de principio a fin a los asistentes. Y lo hicieron apelando al mejor de los instrumentos: sus canciones.

El regreso de los españoles como dúo - como solistas, el catalán se había presentado en 2018 y el andaluz en 2017 - estaba pautado a las 21 horas en el Antel Arena. Desde temprano, la zona vivió el ajetreo propio de los grandes estadios y más de 5000 personas se dieron cita para ver a estas leyendas de la música iberoamericana.

El público, en su mayoría, era entrado en años y peinaban las canas, como era de esperarse, pero tampoco faltó algún joven que acompañara a sus padres o abuelos, o que simplemente quisiese vivir la experiencia de ver en vivo una música que no solo traspasó fronteras, sino también generaciones.

Pasadas las 21 horas, se apagaron las luces y apareció un telón rojo en las pantallas de atrás del escenario. Y, tras una presentación audiovisual de algunos minutos, que contó con Ricardo Darín como voz narradora, finalmente salieron a quienes todos habían ido a ver.

Entre aplausos, ovaciones y gritos de emoción, sonaron los acordes de "Esta noche contigo" y el buque a un emotivo viaje de más de cincuenta años de música y recuerdos compartidos finalmente izó vela y zarpó.

"Buenas noches, orientales", lanzó Serrat, apenas terminada la canción. "Y occidentales también", remataron, adelantando lo que sería un concierto con mucho diálogo y bromas constantes. Es que lo que hacen trasciende la idea tradicional de lo que es un recital y el intercambio con el público no falta en ningún momento.

Tras esto, se escucharon "No hago otra cosa que pensar en ti" y "Aves de paso", que se dio con la primera salida de Joaquín, en esa dinámica que hace que se vayan rotando y también canten canciones juntos. Y siguió "Las malas compañías" hasta llegar a "Lo niego todo", que tuvo el honor de ser la canción más reciente de toda la noche, colándose en el inmenso repertorio de clásicos.

A esta altura, agradecido por volver a estar en los escenarios con su compañía preferida, Sabina no dejó pasar la oportunidad de elogiar a su compañero de andanzas. "Nos separan dos cosas: mi envidia y su talento", dijo de su maestro.

"La magdalena" y "Es caprichoso el azar" fueron dos de las canciones más emotivas de la noche y permitieron lucirse a las coristas que acompañan la gira. Mara Barros, que desde hace años acompaña al oriundo de Úbeda dio rienda suelta a su voz en la primera y para la segunda se oyó la profunda voz de Sofía Mohamed, que, remitiendo a un canto arcaico, conmovió a los concurrentes.

Además de Barros, destacan Pancho Varona y Antonio García de Diego, los inseparables compinches del andaluz más madrileño, por nombrar algunos de los músicos que siempre acompañan sus giras solistas y le siguieron en esta gesta. Por parte de Serrat, es imposible no nombrar al maestro Ricard Miralles al piano.

En un espectáculo que le dio rienda suelta a la poesía, llegó el turno de un poema de Miguel Hernández, el poeta fallecido en el franquismo. Si bien el humor no dejó de ser parte fundamental del espectáculo, por momentos se adueñaron del ambiente trances más emotivos como este, cuando Serrat cantó una conmovedora versión de "Las nanas de la cebolla", un himno de la Guerra Civil Española.

Tras esto, Sabina dio un anuncio que emocionó a todo el público: contó que se sentía "muy culpable por no haber cumplido con lo que había prometido" y que en el hotel comenzó a componer una canción para Montevideo. Y, ante la euforia de la gente, recitó algunos versos de lo que será su primer tema dedicado a nuestro país.

Por si fuera poco, a la emoción de los asistentes, le respondieron con una metralleta de clásicos que dejó a todo el mundo sin aire. "Peces de ciudad", "Cantares", "Lucía" y el "Romance de Curro el Palmo" se sucedieron y las primeras lágrimas comenzaron a brotar.

Sin dejar respirar al auditorio, luego de una pequeña salida de pocos minutos, irrumpieron vestidos de bucaneros al sonido de "La del pirata cojo", que auguró el momento más rockero de la noche, en el que estos dos septuagenarios lucían como dos veinteañeros. Y sonó "Princesa" y también "Señora".

Al subidón, como suele ser en la vida, le siguió un momento reflexivo, que fue uno de los más emotivos de la noche, en el que recordaron a los amigos uruguayos ausentes y dejaron traslucir la tristeza y lo inexorable del paso del tiempo.

"He milongueado con Zitarrosa, desalambrado con Viglietti, conocido el río de los pájaros pintados con Sampayo y recitado con Benedetti y Galeano", recordó Serrat, visiblemente emocionado. Para luego hacer una versión musicalizada de "Una mujer desnuda", el hermoso poema de Benedetti, que dio como una bala en el pecho de los presentes.

Para la recta final del espectáculo, que se empezaba a terminar, siguió una andanada de clásicos. Y si ya habían lágrimas, el llanto se convirtió en un mar, mientras sonaron "Y sin embargo", "Hoy puede ser una gran día" y la clásica versión enganchada de "Y nos dieron las diez" y "Noche de bodas".

A esta altura, se adelantó el final con los créditos que como una película aparecieron en pantalla, pero, para deleite de los presentes, quedaba tiempo para algunas más, que fueron esperadas por un auditorio de pie y tomados por esa comunión colectiva que son los conciertos de estos mitos de nuestra cultura.

En "Contigo", Sabina aprovechó para darle un nuevo guiño al público uruguayo - país del mundo donde, proporcionalmente, es más popular, según sus propias palabras - y cambió los versos para dedicarnos: "Ni París sin aguacero ni Pocitos sin ti".

Siguió una de las canciones más emotivas, donde el andaluz se animó a acompañar a Serrat en catalán. Se trató de "Paraules d'amor" y ni la frontera idiomática pudo evitar que más lágrimas se asomaran por el rostro de un público agradecido de haber vivido una velada única.

"Pastillas para no soñar" y "Aquellas pequeñas cosas" se sucedieron para llegar a la canción que quizá mejor resume lo sucedido: "Fiesta". Con sus acordes beodos y su algarabía, despidió de la mejor forma posible a una noche que dejó bien en claro que dos no es igual que uno más uno.