Corría entonces la presidencia de Joaquín Suárez. Hijo de genoveses que quisieron afincarse en nuestras tierras prometedoras y maltratadas, al quedar huérfano de padre viaja -siendo un niño- al norte de Italia para ser educado por un tío jesuita.

De regreso en Uruguay, con 16 años, comienza su gran epopeya. Fundó más de setenta barrios en Montevideo y en el interior, también un pueblo: Joaquín Suárez; estableció una industria minera en el Cerro Pan de Azúcar, otra industria vitivinícola, construyó puertos, redes ferroviarias, palacios, castillos.

Soñó con una ciudad encantada, semejante a los pueblos de mar de la región de Liguria, donde se educó, entonces construyó Piriápolis-la Heliópolis de sus sueños. Fue el promotor número uno del turismo en el Uruguay, estableció fuertes vínculos con la Argentina, donde había comenzado a construir otra ciudad en Punta Lara: tenía entre sus planes levantar un puente que la uniera con Colonia. Viajó por el mundo.

Fue periodista, escritor, filósofo y ocultista. Su fortuna a base de trabajo y sin empréstitos llegó a ser la más grande del país. Amó intensamente a la dulce y generosa Magdalena Rodino, su primera esposa y madre de sus hijos. Luego, las historias de amantes de los más variados orígenes, alimentaron las leyendas populares. Luchó siempre con la incomprensión y con las trabas políticas y burocráticas.

Su inmensa fortuna fue difuminada como la arena del mar y en su megalítica obra Piriápolis, emergen apenas como lúgubres restos de un naufragio, los símbolos de la Sagrada Ciencia que él quiso legar a la humanidad. Y sin embargo con estos datos apenas si conocemos la vida de Piria. Estas páginas nos devuelven al hombre real.

Ni héroe, ni villano. Un hombre excepcional y controvertido que Yaraví Roig supo plasmar con tanta cercanía que el relato se vuelve apasionante.

(Ediciones B)