Contenido creado por Martín Otheguy
Música sin enemigos

Un rey

Música sin enemigos: B.B. King

Con B.B. King se va uno de los últimos exponentes de un momento histórico fundamental de la música popular. Andrés Torrón recuerda al rey en una nueva columna de "Música sin enemigos".

15.05.2015 19:09

Lectura: 6'

2015-05-15T19:09:00-03:00
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La figura de B.B. King enfundado en un saco dorado brillante y tocando una guitarra Gibson 335 ha sido por medio siglo la imagen ideal para ilustrar cualquier articulo sobre blues en los medios de todo el mundo.
El músico tenía un apellido ideal para que se lo considerara el rey del blues, pero aunque fue, sin duda, uno de los nombres fundamentales de ese género, su "reinado" fue más allá.

B.B King tocó incasablemente durante casis seis décadas alrededor de todo el mundo (Uruguay incluido), compartió escenarios con estrellas pop de todo calibre, fue premiado infinidad de veces y tuvo el gusto de ser uno de los pocos músicos negros estadounidenses en ser reconocido en vida y en disfrutar de un buen pasar durante una parte importante de su existencia. Su obra principal se desarrolló a lo largo de dos décadas -la de 1950 y 1960- marcando un mojón en la música popular estadounidense.

Su estilo como cantante y sus dotes de showman marcaron a cantidad de artistas del soul y del rhythm & blues estadounidenses. El inconfundible sonido de su guitarra fue un puente entre el blues eléctrico, el jazz y el rock and roll. Es obvio que sin B.B King no existiría Eric Clapton, pero aunque sea menos claro también es posible pensar que sin sus aportes a la guitarra eléctrica las carreras de Jimi Hendrix, Bill Frissell y hasta The Edge hubieran sido distintas.

Nacido en 1925 en Ita Bena, Mississippi, Riley B. King se mudó en 1949 a Memphis, donde comenzaría su carrera como músico profesional y disc jockey. Con esta última profesión comenzó a hacerse un nombre en el ambiente de la música negra (no hay que olvidar que se estaba en tiempos de segregación racial) y ganó el apodo por el que sería conocido el resto de su vida: las iniciales B.B. corresponden a Blues Boy, ya que King era conocido en la radio como "Beale Street Blues Boy".

King contó en varias entrevistas que esa etapa como disc jockey radial fue fundamental en su carrera. Escuchó música a la que nunca había tenido acceso en su vida (según él fue la primera vez que tuvo contacto con discos) y la aprovechó. En sus programas se podía escuchar mucho blues pero también una cantidad de música country, folk y muchísimo jazz, toda música que King hacía descubrir a sus oyentes mientras él mismo la iba conociendo. Count Basie, Louis Jordan, Charlie Christian y T-Bone Walker fueron alguna de sus principales influencias.

A comienzos de los cincuenta lograría su primer éxito a nivel nacional como músico con la canción "Three O'Clock Blues" de Lowell Fulson, lo que lo llevó a recorrer el país tocando en grandes teatros, siempre para audiencias negras. Durante toda la década del cincuenta grabó cientos de títulos y llegó a tocar hasta trescientas noches al año recorriendo los Estados Unidos de costa a costa.

Allí desarrolló su estilo único como cantante y guitarrista. Aunque heredero del blues eléctrico de pos guerra, King le dio un toque jazzero a la guitarra del blues. Sin perder en nada la fuerza y la agresividad del estilo, se apartó del sonido sucio y distorsionado del blues de Chicago, para desarrollar esas frases perfectas con muy pocas notas, con un sonido a la vez limpio y penetrante, que siempre parecían entrar en el lugar perfecto.

No sería sin embargo hasta bien entrada la década del sesenta que el músico se convertiría en una estrella, traspasando las barreras raciales. Los principales responsables de dar a conocer a las audiencias blancas norteamericanas la música de su propio país vinieron del otro lado del Atlántico. Cuando grupos británicos como los Beatles y especialmente los Rolling Stones comenzaron a hacerse masivos en los Estados Unidos, gran parte de su audiencia se sorprendió al escuchar que sus ídolos reconocían sus deudas musicales con artistas norteamericanos que eran desconocidos en su propio país. Entre estos músicos fundamentales estaba B.B. King por supuesto.

El discípulo más directo de King fue, sin dudas Eric Clapton, que continuó la línea de su maestro de tocar pocas notas en el momento adecuado y con el sonido perfecto. Pero fueron sin embargo los Rolling Stones los que lo llevaron al pináculo de su fama, cuando lo invitaron abrir su gira estadounidense en 1968.

King ya era desde hacía una década "el rey del blues" para el público negro pero tuvo que venir esa gira y un álbum con sonido más pop (Completely Well, que contenía el hit "The Thrill is Gone") para que hiciera valer su corona ante las audiencias blancas. Desde ese momento se convirtió en el embajador del blues, recorriendo el mundo entero, dando a conocer una música que había ayudado a desarrollar con su particular estilo guitarrístico y sus arreglos para grandes bandas, desde la década del cincuenta.

Como la mayor parte de los músicos nacidos del blues, King no fue un artista de álbumes, sino de discos simples, y su mayor atractivo estuvo siempre en las presentaciones en vivo. Por eso, aunque su discografía es abultadísima, uno de los mejores documentos de su música es el disco en vivo Live at The Regal de 1965, donde el músico acompañado por el formato en el que estaba mas cómodo -una banda con piano y sesión de vientos- muestra su mejor momento como cantante y guitarrista ante una audiencia en estado de éxtasis.

La noticia de su muerte a los 89 años no deja de ser una noticia triste, más que nada porque se va uno de los últimos exponentes de un momento histórico fundamental de la música popular. Pero B.B. King pudo hacer lo que le gustaba casi hasta el fin de sus días, dejando tantas cosas buenas que lo mejor sería despedirlo escuchando algo de su música con una sonrisa.

Por Andrés Torrón