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Por The New York Times

Los fragmentos digitales que dejamos después de morir

Cuando morían las generaciones mayores, las familias revisaban los viejos álbumes de fotos y las cajas de pertenencias.

30.05.2023 12:12

Lectura: 11'

2023-05-30T12:12:00-03:00
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Por The New York Times | Hanna Ingber and Leo Dominguez

Meses después de la muerte de mi padrastro, abrí la aplicación Fotos de su vieja iPad. Jeff no era un gran fotógrafo y sus fotos lo demostraban. Al explorarlas, vi imágenes que en su mayoría parecían tomadas sin querer, como primeros planos de sus pies. Pero Jeff se había ido y yo quería ver más, así que seguí buscando.

Entre las capturas de pantalla accidentales, encontré fotos que había tomado acostado. ¿Jeff —nuestro cascarrabias que pasaba su tiempo libre leyendo tomos de la Guerra de Secesión— se tomó selfis en el hospital? Seguí adelante. Encontré una imagen tras otra de mi madre, de pie en la cocina o en el dormitorio, posando con diferentes atuendos. Seguramente, le había pedido a Jeff que la fotografiara para decidir qué ponerse y él la obedeció.

Cuanto más miraba, más momentos dulces encontraba de mi madre. Imágenes de ella acariciando a los gatos de Jeff, que ella insistía en que no le importaban. Otras eran de sus gatos acurrucados con ella. Encontré una serie de mi madre pintando flores silvestres en su lago favorito de Maine. Jeff la había capturado desde todos los ángulos.

Encontrar estas fotos, incluso las de pies, me reconfortó. Las imágenes eran a la vez predecibles y sorprendentes: reforzaban todo lo que sabía sobre quién era mi padrastro y a la vez me mostraban más cosas.

Cuando morían las generaciones mayores, las familias revisaban los viejos álbumes de fotos y las cajas de pertenencias. Ahora, cuando muere un ser querido, tenemos muchas más cosas de su vida: mensajes de texto, correos electrónicos, listas de tareas, listas de reproducción, mensajes de voz. Estos artefactos digitales contienen la espontaneidad y el azar de la vida. Nos muestran detalles y pequeños momentos que de otro modo habríamos pasado por alto.

Pedimos a nuestros lectores que nos hablaran de los restos digitales que encontraron tras el fallecimiento de un ser querido. A continuación, una selección de sus respuestas, editadas para mayor claridad.

Hanna Ingber

—— No era un hombre sentimental. Tras la muerte de quien fue su pareja durante dieciséis años, en abril de 2013, Linda Lee, en San Francisco, encontró una nota recordatoria que él había escrito en una aplicación para iPad, la cual decía: Recordarle a Linda que la amo”.

Cuando Tom falleció, encontré una entrada en la aplicación Recordatorio de su iPad. Me sorprendió. Nunca pensé que la usara, pues no era una persona muy tecnológica. Me puse a llorar cuando la encontré.

No era un hombre sentimental. Me daba tarjetas que decían “Besitos” y cosas así. Pero nunca me dijo “te amo” verbalmente.

Ese fue el regalo más bonito que me hizo; un regalo eterno que atesoraré el resto de mi vida.

——

Nunca había pensado en capturar su voz. Sharon Koppel, de Mifflinburg, Pensilvania, perdió a su marido, Jeff, en 2020. Tenía 73 años.

No tenía grabaciones de la voz de Jeff después de su muerte. Entonces, encontré un video en el que iba en bicicleta a nuestro YMCA local y explicaba por qué el ejercicio y sus amigos de allí eran importantes para él, con su voz profunda, suave y amable. Sonreí al ver la camiseta que llevaba: una caricatura de un perro con vasos y las palabras: “Tomo decisiones di-vertidas”.

Estuvimos juntos casi 30 años. Tuve dos matrimonios anteriores que no fueron los mejores, así que conocer a Jeff fue como conocer a mi alma gemela. Todos los días eran divertidos.

Contrajo la enfermedad de Cushing ocho años antes y tenía un efecto debilitante en su cuerpo y músculos, así como todo tipo de síntomas. Decidió apuntarse al YMCA local y se convirtió en asiduo del lugar, pues iba en bici cinco días a la semana a su clase.

Hicieron el video como parte de una campaña de recaudación de fondos hace muchos años y hacía tanto tiempo que no pensaba en eso. Estaba en remisión y le iba tan bien que, de repente, dejó de estarlo. Tras siete semanas en cuidados paliativos, murió.

Murió en casa y fueron días muy ajetreados. Aproximadamente un mes después de su muerte, alguien me preguntó si había guardado alguno de sus mensajes de voz y yo había estado tan preocupada que ni siquiera pensé en eso. Tengo todas las fotos, pero nunca había pensado en capturar su voz.

Me encontré con la directora de la YMCA en el supermercado y le pregunté si, por casualidad, tenían algún video de Jeff en el que estuviera hablando. Me dijo: “Claro, tenemos el video de la campaña”, y se me salieron las lágrimas.

—— Nuestro lenguaje secreto. Allison Reeves, de Baton Rouge, Luisiana, perdió a su hermano menor, Jimmy, cuando tenía 25 años. Murió tras un accidente de bicicleta en Taiwán hace más de una década.

Encontré el último correo electrónico que le escribí a mi hermano antes de su accidente. Estaba aburrida un viernes por la tarde en el trabajo y le escribí: “Te quiero como a un niño gordo le encantan las tartas. Te quiero”, que era como nuestro lenguaje secreto para expresarnos nuestro amor.

Después de su muerte, mis padres me dieron su computadora, donde encontré una aplicación para ver su correo electrónico. No recordaba haber enviado el mensaje hasta que lo vi en su bandeja de entrada. Me sorprendió lo contenta que estaba de haber enviado el correo, de haber visto que lo había leído, de saber que le había dicho todo lo que tenía que decirle antes de su accidente.

——

Un espectáculo que había visto todas las noches. Sarah Chute en Toronto halló una foto de su padre en un viejo foro de discusión web.

Entre sus muchos logros creativos, mi difunto padre, Harvey Chute, dirigió dos foros de discusión a finales de la década de los 2000: uno, para usuarios de Microsoft Zune, llamado Zunerama, y otro, para usuarios de Kindle, llamado Kboards. Tenía muchas aficiones a las que se dedicaba por su cuenta, como escribir una novela histórica para jóvenes adultos y tocar la guitarra. Pero seguía involucrándonos en pequeños proyectos relacionados, como grabar videos de desempaquetado y en los que nos veía de niños abriendo los accesorios de Zune. Antes de morir, en 2015, nos enseñó a mi madre, a mis hermanas y a mí el funcionamiento interno de un foro. Esto nos dio un nuevo aprecio por todos sus años de duro trabajo que habíamos presenciado y desestimado como “solo el pasatiempo de papá”.

A principios de este año, busqué su nombre en Google, con la esperanza de encontrar un clip de audio o una entrevista con él que no hubiera descubierto antes. Añadí “Zune” para concretar la búsqueda y me topé con la publicación de un desconocido en otro sitio que documentaba un día en la sede de Zune para Microsoft Valued Professionals, un título que se le concedió en reconocimiento al éxito de Zunerama. Me desplacé hacia abajo y me emocioné al ver una foto de un grupo de ñoños trabajando en una pequeña sala de juntas. En el extremo derecho de la mesa, la reconfortante y familiar imagen de la cabeza calva de mi padre y su mirada concentrada en la computadora portátil me produjo un torrente de emoción. Era una imagen que había visto todas las tardes en nuestra habitación familiar, cuando jugueteaba con la parte de atrás de los foros que desarrollaba durante las horas libres de su trabajo.

De algún modo, saber que se había reunido con un grupo de desconocidos por un día —y que ellos habían sido testigos de sus modales, su afición de ñoño, su amable curiosidad, sus suaves bromas y, sin duda, uno de sus ingeniosos chistes— me hizo estar consciente del alcance de las vidas que había tocado y fue un recordatorio reconfortante de que su memoria perdura de formas pintorescas e inesperadas.

—— Descifrando un trozo del pasado. Madeline de Figueiredo, de Houston, perdió a su marido, Eli Aperin, en noviembre de 2021. Tenía 25 años.

Encontré un correo electrónico en la bandeja de entrada de mi cónyuge Eli que databa de la noche de nuestro primer beso en 2017. Se había enviado a sí mismo un mensaje en japonés esa noche con la nota: “Predicción: Cásate con Madeline [...]”.

Habíamos sido buenos amigos durante años, pero me sentí un poco abrumada cuando nuestra relación dio un giro romántico. Tres años después, nos casamos.

Dieciocho meses después, Eli murió de manera repentina en un accidente.

Encontrar ese correo electrónico en su bandeja de entrada fue como descifrar un trozo del pasado y descubrir un nuevo momento de nuestra historia de amor: Eli sabía que yo sería su esposa desde el principio. Qué regalo recibirlo de él en las primeras semanas de duelo.

Antes de que esto ocurriera, creía de verdad que, una vez que alguien muere, se acaba la relación. Después de descubrir esto, sentí que estaba conociéndolo mejor, incluso después de que se había ido.

——

Descubriendo otro lado de papá. Carolina Ramirez, de Denver, perdió a su padre en diciembre. Tras su muerte, encontró una lista de reproducción que él había creado.

Perder a nuestro padre fue una de las cosas más duras por las que hemos pasado. Lo perdimos de manera muy repentina. Le diagnosticaron cáncer de esófago el pasado mes de mayo y falleció en diciembre. Supusimos que tendríamos más tiempo.

En nuestro intento de encontrar recuerdos de él tras su deceso, mi hermana se acordó de su cuenta de Spotify y rápidamente puso su lista de reproducción de lo más escuchado en 2022. Tuvimos la sensación de poder vislumbrar un lado oculto de nuestro padre en sus largos trayectos en tráfico, mientras viajaba de casa en casa por su trabajo como pintor. Para nuestra sorpresa, a nuestro padre inmigrante de origen mexicano le encantaba la música country clásica y su artista más escuchada era Dolly Parton.

Mi madre, mi hermana y yo sollozamos y reímos mientras nos acurrucábamos alrededor de su teléfono, echando un vistazo a su último año con nosotros. Preparamos una lista de reproducción para su entierro y luego, escuchamos una cápsula del tiempo con sus canciones favoritas mientras bajaban su ataúd. Ahora, podemos conservar esta lista de reproducción y recordar al hombre increíblemente extravagante, bobalicón y orgulloso que era nuestro padre.

Te quiero mucho, papá.

——

Antes de que empezaran los problemas. Priscilla Dickerman, de Downingtown, Pensilvania, perdió a su hermano Malcolm hace un año. Tenía 62 años.

Mi hermano murió la pasada primavera. Sufrió una sobredosis tras años sin hogar, debido a una mezcla de traumatismo craneoencefálico, trauma familiar, enfermedad mental y adicción.

Mi hermano tuvo una vida dura; algunos de sus problemas se debieron a las malas circunstancias de su vida y muchos, a sus propias decisiones cuestionables. Pero era un alma cariñosa y dulce, y yo lo quería.

Meses más tarde, encontré un mensaje de voz suyo en mi teléfono, que había dejado cuando yo lo había bloqueado porque era bastante tóxico y estaba fuera de control. El mensaje era tan dulce, tan cariñoso, tan atento.

Su mensaje es a la vez reconfortante y doloroso de escuchar para mí. Era del alma tierna que mi hermano guardaba muy dentro de sí, la parte que pocos aparte de mí reconocerían, de hace mucho tiempo, cuando éramos niños, antes de que empezaran los problemas. Y me ha ayudado a sobrellevar el dolor de su pérdida.

—— ¿Hubo otros momentos así? Mike Johnson, de Cave Creek, Arizona, perdió a su madre en agosto de 2020. Tras su muerte, su hermano encontró una imagen en la computadora de su padre.

Nuestra madre era una controladora cariñosa que no tenía mucho sentido del humor. Así que es difícil imaginar qué la habría hecho reírse así en esta foto.

La conocía desde hacía 60 años y sabía que no se reía mucho. Estaba muy orientada a las tareas, no era un espíritu libre. Y ver esta foto en la que tanto ella como mi padre pierden la cabeza, me hizo pensar: ¿qué fue lo que provocó esa reacción? No la había visto reír así por nada. La había visto lanzar una risita, pero nunca la había visto perder el control riéndose tan fuerte.

Se te queda grabado. Y dices, vaya, ¿hubo otros momentos como ese que no conocimos? Una imagen que Sarah Chute encontró en internet de su difunto padre, Harvey Chute, a la derecha, con una camisa azul, durante una jornada en Zune HQ para Microsoft Valued Professionals. (Vía The New York Times) Captura de pantalla de un video que Sharon Koppel encontró de su difunto marido, Jeff, yendo en bicicleta a su YMCA local y explicando por qué el ejercicio y sus amigos eran importantes para él. (Cortesía de Greater Susquehanna Valley YMCA vía The New York Times)