La joven Sophie Geraci, residente en el estado estadounidense de Florida, publicó la semana pasada un video en el que se la veía con su pancita de embarazada en el hospital. “Esperando conocer a la bebé ‘grande’ de la que todos hablaban”, escribió la joven sobre la imagen.
Geraci, quien ya tiene otros dos hijos, declaró a la revista Newsweek que durante la gestación los médicos le insistieron en que el tamaño de Anastazja, su hija por nacer, “estaba por encima de lo previsto” durante cada ecografía.
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“Mi primer y segundo bebé también fueron bastante grandes (percentil 80 o superior) y mis médicos me explicaron que los bebés suelen crecer con cada embarazo”, dijo Sophie. “Con base en las medidas y mi historial, me prepararon constantemente para un bebé todavía más grande”, explicó la mujer, que acondicionó su hogar y su ajuar para recibir a un “pequeño gigante”.
Ante semejantes advertencias, el tramo final del embarazo de Sophie estuvo marcado por cierta ansiedad. También lidiaba con otra preocupación: había concebido a la niña antes del período de recuperación recomendado después de una cesárea.
Los médicos generalmente recomiendan esperar unos 18 meses después de una cesárea antes de volver a quedar embarazada. Este período permite que el útero y la incisión cicatricen por completo.
“Me preocupaba que llevar un bebé más grande de nuevo pudiera ser difícil para mi cuerpo y que afectara mis posibilidades de intentar un parto vaginal después de una cesárea”, dijo Sophie, quien finalmente necesitó una nueva intervención.
Sin embargo, a la hora de la verdad, todo cambió. Sophie dijo que recuerda haber visto a su médico levantar a su hija “como Simba de El Rey León” y darse cuenta al instante de que algo no iba bien.
“Me quedé boquiabierta. Estaba tan atónita que ni siquiera podía procesarlo. Lo primero que le dije a mi esposo fue: ‘¡Es tan pequeña y tiene tanto pelo!’”.
De hecho, la niña pesó al nacer 2,2 kilos, mucho menos de lo cacareado por los médicos, e incluso por debajo de la masa normal esperable en un neonato.
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“Tuve que comprar un montón de ropa y pañales para prematuros; usó ropa y pañales para prematuros durante las primeras cuatro semanas”, dijo Sophie.
Hoy, tanto ella como su hija se encuentran bien. Para la madre, la recuperación ha sido más difícil esta vez, pues el dolor de la segunda cesárea se prolongó más de lo esperado. En cuanto a Anastazja, está prosperando.
“Crece maravillosamente. Está feliz, sana, y es la más dulce y cariñosa de mis tres bebés”, dijo la orgullosa madre.