Por Martín Otheguy
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El 13 de marzo del 2020 la gente dejó de comprar libros. La gente dejó de hacer muchas cosas a partir de ese día, tras los primeros anuncios por la emergencia sanitaria, pero en el caso de la industria editorial el corte fue especialmente brusco, con las compras reducidas prácticamente a cero.
Con las librerías y los shopping center cerrados, las calles desiertas, la incertidumbre económica como factor paralizante y la cabeza de los lectores en otras urgencias, los primeros meses de la pandemia parieron la mayor crisis del libro uruguayo en muchas décadas. La venta online, una ventaja en estas épocas, fue al principio solo una curita para ese golpe que llegó prácticamente sin aviso.
Álvaro Risso, presidente de la Cámara del Libro, contó a Montevideo Portal que los primeros meses fueron "un golpe muy duro" para los socios, especialmente por el cierre de shopping y librerías. Se dejó de vender y, como consecuencia directa, se retrasaron o suspendieron los lanzamientos de nuevas obras.
Luego de tres meses, cuando se produjo la reapertura de algunas actividades y comercios, la criatura revivió parcialmente. "A partir de julio se retomó cierta normalidad que fue creciendo y nos llevó a fin de año con una actividad prácticamente normal", dijo Risso, aunque la arremetida de último momento no evitó que las ventas globales fueran entre 20 y 25% más bajas que en un año común.
Esta curva "buena" de ascenso, sin embargo, no fue igual para todos. El género que más crecimiento tuvo en los últimos años en Uruguay recibió un mazazo sin perspectivas de recuperación pronta. Si este género protagonizara un cuento de hadas, estaría todavía sumergido en la parte oscura de la trama, esperando a la criatura mágica que lo conduzca a su prometido final feliz.
Foto: Juan Manuel López
La historia sin fin
Según datos de la Cámara del Libro, de los cerca de 2.000 libros nuevos que se editan en Uruguay año a año, un 20% corresponde a la literatura infantil y juvenil (LIJ). Es un crecimiento notable, según Risso, ya que se duplicó en solo una década. "Llegar a un 20% de un solo género es una barbaridad y por algo es", comentó.
Sin embargo, a la literatura infantil esa reapertura parcial que revivió a la industria la ayudó muy poco, porque no incluyó las principales actividades de las que depende. "Se vio más afectada porque buena parte de la circulación y la promoción de la LIJ se da a través de charlas y actividades en centros educativos, sobre todo en escuelas. Además, muchas de las novedades se presentan en la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que en general tiene lugar a fines de mayo o principios de junio, y que este año no se hizo", cuenta a Montevideo Portal Estefanía Canalda, de Fin de Siglo. En el 2019 por ejemplo, las actividades de Fin de Siglo convocaron a más de 1.300 niños y jóvenes de 30 instituciones, algo que desapareció en este 2020.
Fin de Siglo optó este año directamente por no editar prácticamente libros infantiles, pese a que constituyen un 20% de su catálogo. Solo publicaron Vacaciones peligrosas: Terror en la garganta del Diablo, de Sandra Bentancor, porque es parte de una saga que los lectores ya conocen. El libro tuvo dos presentaciones por Zoom en el marco de la Feria del libro en tu casa, que organizó Fin de Siglo en colaboración con Criatura, Estuario y Banda Oriental.
Clara Amengual, encargada de la sección infantil de Penguin Uruguay, explicó a Montevideo Portal que si bien todas las divisiones de la editorial se vieron afectadas por la pandemia, la caída de la LIJ fue mayor. Se mostró de acuerdo en que esto se debió a la imposibilidad de realizar actividades en centros educativos y la suspensión de la feria infantil, que siempre es "una instancia interesante en cuanto a ventas".
"Muchos bibliotecólogos hacen compras institucionales y también los docentes eligen libros para trabajar en el aula a raíz de las actividades que se proponen con autores/ilustradores. A todo esto se le suma la competencia con otras formas de entretenimiento, como son las plataformas de streaming, que ya se venía dando pero este contexto la acentuó", dijo Amengual. Al igual que Fin de Siglo, la pandemia los obligó a recortar su plan editorial, aunque la LIJ comprende un 30% de sus ediciones (contando también libros extranjeros).
Según Silvia Soler, que además de editora de Banda Oriental es autora, el golpe a comienzos de año fue tan fuerte que hubo meses en que registraron cero venta de algunos de sus libros infantiles. Si bien en Banda Oriental la baja fue general porque la librería estuvo cerrada algunos meses, pasado ese período la literatura juvenil se vio especialmente resentida por la falta de actividades presenciales. En este 2020 publicaron un solo libro infantil (El cielo de día, el cielo de noche, de Silvia Soler y Tabaré Gallardo) y solamente porque ya llevaban trabajando en él dos años.
Soler dijo a Montevideo Portal que el fuerte de la difusión de la editorial es ir a las escuelas y que los investigadores se presenten allí (la editorial está enfocada a la divulgación científica para niños), pero eso no se pudo dar este año. "Otra limitante fue la presentación de los libros, que son importantes para la venta directa", apuntó.
La excepción y la regla
Distinto es el caso de Criatura Editora (que dedica un 30% de su catálogo al público infantil) pero por características que confirman más que desmienten la tendencia.
La editora Julia Ortiz explicó a Montevideo Portal que no notaron un descenso de ventas específico en el segmento ni una afectación especial por la pandemia, pero aclaró que el fuerte de Criatura no son las ferias específicas ni las actividades en escuelas, sino la venta en librerías. "Por ese lado defendemos, como siempre, la presencia y exposición de los libros nacionales en librerías, y el trabajo de libreros y libreras como promotores", explicó.
Sin embargo, sí decidieron posponer para el 2021 una novedad en libro álbum prevista para el 2020. Este año publicaron Nunca digas tu nombre, de Federico Ivanier (con una edición especial para docentes) y reeditaron otros dos libros álbum (Tambor tambora, de Jorginho Gularte y Andrés Silva, y El vestido de mamá, de Dani Umpi y Rodrigo Moraes).
Se publicaron pese a la pandemia otros libros para niños (esta nota no incluye lo sucedido con algunas otras editoriales grandes -por ejemplo, Planeta- y tampoco con la edición independiente) pero la ausencia de los canales de promoción más fuertes se hizo sentir para casi todos.
Con la limitación de la falta de actividades presenciales y ferias, el frente de difusión quedó limitado a la exposición en librerías y los medios de comunicación. Y ahí es donde la LIJ lucha también contra otros antagonistas que no son nuevos.
Foto: Gerardo Carrasco
A través del espejo
El presidente de la Cámara del Libro concuerda en que la literatura infantil fue la más golpeada justamente porque tiene carriles de promoción diferentes a los de adultos, que son los que no están permitidos por la emergencia sanitaria, pero agregó que a las obras juveniles les cuesta mucho además la difusión en medios.
Si a la ficción para adultos ya le resulta complicado lograr presencia en los medios masivos, para la infantil la dificultad es doble. "Si uno toma un libro como Herencia maldita, de Leonardo Haberkorn, por poner un ejemplo de este año, solo necesita de la promoción que obtiene radio, prensa y televisión. ¿Pero cómo se promociona allí la literatura juvenil? Es más complicado porque hay mucho menos espacio. El trabajo es presencial", dijo Risso.
"La LIJ cuenta con muchísimo menos espacio en prensa que la narrativa para adultos, por lo que el foco casi exclusivo de difusión son los centros educativos, la Feria del Libro Infantil y Juvenil y las actividades del proyecto Uruguay te leo, particularmente en el interior", coincidió Canalda.
Silvia Soler no solo concuerda con ambos en que hay un espacio reducido para la LIJ en los medios de divulgación, sino que asegura que este año eso se agravó. "En parte porque la COVID-19 acaparó casi todos los espacios, y también por la pérdida de algunos de ellos, por ejemplo el programa Había una vez, de Radio Uruguay. Esos no son espacios masivos pero son los pocos que hay para comentar la literatura infantil, y además el público que lo escucha es al que uno apunta. Pueden ser pocos pero son importantes, porque por ejemplo lo escuchan docentes", dijo.
Para Banda Oriental, enfocada en la divulgación de ciencia para niños, el problema viene por duplicado, ya que tampoco abunda sitio para la divulgación científica (más allá de los espacios ad hoc que generó la COVID-19 este año). También desapareció otro programa que frecuentaban los autores de sus libros, como Sobre ciencia de Radio Uruguay (que terminó no porque fuera cesado sino por el pasaje a Canal 5 de Gustavo Vila y la finalización del contrato de Alejandra Perrone, los dos conductores del ciclo).
¿Colorín, colorado?
Con la curva de contagios en pleno ascenso en Uruguay, no parece por ahora que el 2021 vaya a tener para la LIJ un final más feliz que el 2020. Mientras tanto, la edición de literatura infantil quedó parcialmente en suspenso.
"Hasta que no se retomen las actividades presenciales, será muy difícil publicar libros infantiles y juveniles", explicó Estefanía Canalda, sobre la decisión de "congelar" la edición de obras para niños. La editorial logró paliar parcialmente los perjuicios con la inauguración de su tienda virtual y las promociones de libros, pero en el género infantil no logran sustituir a las demás instancias.
La feria infantil y la feria internacional, suspendidas este año, son "instancias fundamentales" más allá de las ventas, apuntó Amengual, de Penguin Uruguay. Ante la falta de estas instancias y de los cientos de actividades en centros educativos, con consecuencias "muy significativas", la editorial busca acciones para paliar la situación en este 2021, aunque Amengual reconoce que "todo está atado a la incertidumbre" y "las reglas de juego cambian minuto a minuto". Están desarrollando una revista digital, PenguinKids, para difundir el contenido de la editorial, y PenguinAula, una página web para que los docentes puedan informarse, capacitarse y seleccionar libros del catálogo.
"Uno de los problemas es, si se sigue con esta situación, cómo se va a hacer para difundir libros que requerían ese trabajo de hormiga de ir a los centros. Ese es el gran desafío para este año", apunta Silvia Soler. Banda Oriental también está a la espera, sin preparar material nuevo.
"Si antes se necesitaban fondos para la divulgación de ciencia para niños, que no produce best sellers, ahora con esta incertidumbre es más trascendente que el Estado apoye los productos que no son Disney, que no son masivos; eso es importantísimo para mantener diversidad cultural. Si no hay apoyo de la cultura estatal, que tiene otra mirada que no es mercantil, va a ser difícil para productos diferentes que llevan cierto cuidado", anunció.
Como no hay miras aún para una normalidad razonable, que permita actividades en centros educativos y grandes ferias , la literatura infantil seguirá esperando por varios meses. Si estuviera protagonizando aún un cuento de hadas, entonces, sería la Bella Durmiente aguardando a que el príncipe llegue de una vez con las vacunas.
Por Martín Otheguy
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