Los piropos o "avances" callejeros son un fastidio para las mujeres. Un humorista francés decidió trasladar el problema a los "machos"... y puso en peligro su propia integridad física.

Las escaleras mecánicas de un centro comercial fueron el escenario elegido por el humorista francés Grégory Guillotin para su "experimento social".

Harto de ver el acoso callejero a mujeres, decidió ver qué pasaba cuando los hombres eran víctima de una situación similar, y por parte de alguien de su mismo sexo.

Tal como aprecia en las imágenes, el método de Grégoy y su cómplice es siempre el mismo: subirse a una escalera y esperar a que en la que se mueve en sentido opuesto pase un "candidato". Luego todo se resuelve con una breve caricia en la mano y al pasar, y algunos gestos de seducción más bien torpes.

La reacción de las víctimas de la broma fue la misma en casi todos los casos: un estupor que se transformaba en indignación, y que a menudo se traducía en insultos o amenazas gestuales.

Algunos de los burlados no dudaron en pegar la vuelta y encarar con violencia a los actores. Sin embargo, cuando se les enseñaba la cámara y caían en la cuenta de que se trataba de una broma, pasaban rápidamente de la ira a la risa.

El experimento fue todo un éxito en las redes, y suma casi dos millones de reproducciones en Youtube.