Contenido creado por Lorena Zeballos
Entrevistas

La rana hervida en la olla

Hernán Casciari: “Cuando leo gente en Twitter muy verborrágica me da vergüenza ajena”

En pleno cambio de vida después de un infarto, y a punto de ser papá por segunda vez, el escritor argentino habló con Montevideo Portal previo a las dos funciones de “Una obra en construcción” en La Trastienda.

26.01.2017 07:30

Lectura: 7'

2017-01-26T07:30:00-03:00
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Soy una gran sufridora de los casamientos, me irritan. Hace unos años caí en el mundo Orsai por el relato "El tipo aburrido de la mesa del fondo", y no me fui más. Me sentí comprendida por los nueve años que viví en Barcelona cuando las alegrías a la distancia me parecían tristezas; me hice más hincha de Peñarol porque era el único nexo que tenía con mi padre y terminé escribiendo notas de obras teatrales para que la gente les dé una oportunidad, aunque prefieran ver al hilo todas las temporadas de Game of Thrones.

Hernán Casciari construyó ese mundo. Primero en blog, después en libros, siguió en la radio y ahora arriba de un escenario.

Vuelve a Montevideo, ciudad que lo vio renacer después de un infarto. Junto a su mamá, Chichita, y varios integrantes más de su familia representan Una obra en construcción, donde están convencidos de que es imposible el papelón porque todo el mundo sabe que no son actores.

*


Los miembros de tu familia son personajes conocidos para los lectores de Orsai. Y desde afuera cualquiera pensaría que esto de compartir y repetir semana tras semana escenario con más de una decena de familiares podría ser un infierno. ¿Qué hace de esta obra una experiencia placentera?

Yo también pensaba que iba a ser un infierno. No un infierno... Pensaba que la íbamos a hacer dos semanas nomás. Entonces era un infierno chiquitito y superable. Pero después de la tercera semana empezó a venir mucha gente a Buenos Aires y paulatinamente decidimos seguir haciéndolo. Nunca dijimos "Vamos a hacer esto durante un año", porque yo me hubiera pegado un tiro si al principio de año hubiera sospechado que tenía que estar toda la semana con mi vieja en un camarín.

Por suerte no fue así, fue paulatino. Es como las ranas cuando las hervís, pero las metés en agua tibia y no se dan cuenta que las estás hirviendo y al final se mueren. Yo me estoy muriendo hervido pero no me doy cuenta. O sea que no es una experiencia placentera, es algo que no está saliendo del todo mal todavía. Yo todo el tiempo estoy esperando a que mi cuñado le pegue un sopapo a alguien pero no está pasando.

Un conocido suele decir: "Que la verdad no se interponga ante una buena anécdota". ¿En esta obra pesa más el valor de contar que la precisión de los textos?

Son cuentos que en algún caso yo relato exactamente igual a como están escritos en los libros, pero eso no quiere decir que lo que está en el libro sea absolutamente fiel a la verdad. Sí hay mucha verosimilitud. En ningún caso cuento narraciones, que tengo algunas, que son de ciencia ficción o que viene un tataranieto del futuro a visitarme. Pero en todos están mi vieja, mi cuñado, mi hermana, unos primos... A veces sube Chiri mi mejor amigo, mi hija... Entonces tienen que ser necesariamente verosímiles, pero en algún caso hay exageraciones como en mis libros. Nunca se cuentan mentiras. Nunca cuento que mi vieja dice o hace algo que no haya hecho, porque casi todo el tiempo está cagándome a sopapos arriba del escenario y eso es la pura verdad.

Después de 60 funciones, ¿Se convirtieron un poco en actores, aunque no lo tuvieran planeado?

Sí, sin duda. Eso empieza a pasar, más que nada, cuando te olvidás de que hay público o cuando le perdés el respeto al público o cuando estás muy cómodo arriba del escenario porque ves gente que son parientes. Nos empezó a pasar a todos. Vi grabaciones de las primeras funciones y éramos palos de escoba arriba del escenario leyendo literalmente lo que decía un guion, y hoy ya no está pasando eso en absoluto. Sobre todo estamos cómodos y convencidos, desde antes de entrar, de que es imposible el papelón porque todo el mundo sabe que no somos actores, entonces es mucho más fácil ser actor cuando nadie está esperando de vos una actuación.

La familia y Racing son dos temas viscerales en tu literatura. ¿También en la obra?

La familia sin duda, porque casi pura y exclusivamente se habla de eso. Y Racing es recurrente desde la presencia de mi viejo. Hay dos fantasmas en la obra: uno es mi papá y el otro es mi abuelo materno. Son dos personajes que no están presencialmente porque han muerto pero que todo el tiempo se nombran. Y en el caso de mi viejo, nombrar a mi papá y nombrar a Racing es casi lo mismo.

Volvés a Montevideo, la ciudad que casi te ve morir. Y por ahí estabas más preparado para que se terminara todo ese día que para que el médico te dijera "No, señor, si usted cambia de hábitos se va a salvar". Ya escribiste sobre el episodio. ¿También volcás esa experiencia arriba del escenario?

No, todavía. En Una obra en construcción hablo pura y exclusivamente de mi infancia. Sin embargo, tengo planeado que la segunda cosa que haga con mi vieja arriba del escenario y algunos parientes y amigos tenga como eje principal el momento montevideano del infarto. Pero no en este caso. Posiblemente en las funciones en Montevideo, por una cuestión emotiva, sí haga referencia a eso.

En octubre viniste a la Feria del Libro y en la charla dijiste que una vez que escribís un cuento, que el lector haga lo que quiera. ¿Qué sensaciones te quedan cuando "dejás ir" un cuento en el teatro?

Decir en voz alta un cuento es muy parecido a la primera época de los blogs. Me acuerdo que al principio cuando escribía cuentos para el blog, había del otro lado aquellas 200 o 300 "IP" conectadas que después se quedaban comentando el cuento. En este caso se quedan a la firma de libros, me cuentan lo que les parece... La única diferencia es que en vez de avatares hay personas reales, en vez de huevitos hay gente con cuerpos, pero tiene mucho que ver con dejar volar algo que después otros van a corregir de alguna manera.

Y ahora podés llegar a un público nuevo en Uruguay, con la columna en Todo Pasa de Océano FM. ¿Cómo surgió la idea?

Me lo propusieron ellos. Me imagino que después de oír las columnas que hago en la Metro [951 FM, programa Perros de la calle, conducido por Andy Kusnetzoff]. Me dijeron otros amigos uruguayos que Océano tiene el Target de la Metro, así que me interesó la propuesta. Me gusta mucho contar cuentos por radio, es algo que me sigue resultando extraño y al mismo tiempo prometedor, y poder hacerlo en mi segundo país está buenísimo. Además, me da la opción, justamente, porque se va a generar un caudal de nuevos lectores, nuevos oyentes o nuevos espectadores, para venir una vez cada tanto con un espectáculo a Montevideo, que finalmente es el objetivo.

Estás en un impase de escritura. ¿No tenés nada para decir?

No. Estaba pensando eso el otro día... No tengo mucho para decir. Estoy así como pensando cosas, pero no con ganas de propagarlas. De hecho cuando leo a otra gente en Twitter muy enérgica, muy verborrágica, me da un poco de vergüenza ajena. Pero es una etapa. Supongo que se me va a pasar y que en cualquier momento voy a ser yo el que le cause vergüenza ajena a otro.

¿Hacia dónde va el nuevo Hernán?

No tengo la menor idea. Voy a ser papá, supongo que tengo todas las fichas puestas en eso. Sé que voy a tener una chiquitita a la que hacer cagar de risa. Voy contentísimo y en patas para ese lugar.

 

Funciones de Una obra en construcción En Uruguay:
26 de enero, 22 h, Enjoy Conrad (Punta del Este); 27 y 28 de enero, 21 h, La Trastienda (Montevideo).

Montevideo Portal | Lorena Zeballos
lorena.zeballos@montevideo.com.uy