Con el impulso de quien cree que “el arte siempre se adelanta a plantear nuevas maneras de estar en el mundo”, Fernanda Trías vuelve al centro de la escena literaria con El monte de las furias, su nueva novela. Lanzada en Colombia, España y Uruguay, la obra marca un cambio de paisaje y tono respecto a su celebrada Mugre rosa, aunque mantiene el pulso con la crisis ecológica y los vínculos humanos complejos.
Escrita en Bogotá, en pleno confinamiento por la pandemia, la historia nació de una vista: los Cerros Orientales desde su ventana. Allí imaginó a una mujer aislada en lo alto de una montaña, en diálogo íntimo con el entorno. “La montaña mira a la mujer, y la mujer mira a la montaña. Ambas se narran mutuamente”, describe Trías sobre esta simbiosis narrativa que pone a la naturaleza y la protagonista “en pie de igualdad”.
Ambientada en un paisaje agreste y colombiano, la novela representa una década de inmersión en el país que la acogió y un giro respecto a la Montevideo transfigurada de Mugre rosa. En El monte de las furias, la coexistencia entre humanos y naturaleza no es conflictiva, sino utópica: un horizonte que, según la autora, puede invitar a repensar nuestro lugar en el mundo.
“Si yo quiero sobrevivir, tengo que cuidar de todo lo demás”, reflexiona Trías, convencida de que los relatos pueden abrir espacio a nuevas formas de habitar el planeta. Sin buscar ser un manifiesto ecológico, el libro propone un “giro de paradigma” sensible y poético, en tiempos donde la interdependencia global es innegable.
En paralelo, Trías retoma temas que atraviesan su obra, como los vínculos familiares y sus tensiones. “Esa mezcla de amor, ternura, violencia y destrato me parece muy fértil para la narrativa”, afirma.
Orgullosa de la tradición literaria uruguaya, la autora –premiada con el Sor Juana Inés de la Cruz y nominada al National Book Award– volvió al país para presentar su nuevo libro y no pierde oportunidad de nombrar a sus referentes: Onetti, Peri Rossi, Somers, Levrero. De este último dice haber aprendido a “trabajar la escritura desde todos los sentidos”.
Mientras corrige su obra finalista del Premio Ribera del Duero, Una mujer de su época, Fernanda Trías sigue apostando a una literatura que, desde el lenguaje, el cuerpo y el paisaje, imagina futuros posibles.
El libro
Una mujer vive en la ladera de la montaña, entre la neblina que baja y el follaje feraz. Su misión es cuidar los linderos, avisar al celador de cualquier anomalía. En sus cuadernos escribe sobre su rutina parsimoniosa y los recuerdos de una infancia marcada por una madre brutal y por el deseo insatisfecho de aprender. Al fondo, se escucha la cantera y el ruido de las camionetas blindadas sobre la destapada. Un día aparece en su jardín un cuerpo, y turbados y cuidadosos de no llamar la atención, con el celador deciden enterrarlo. Pero aparece otro. Y otro y otro y otro…
La escritura prodigiosa, característica de Trías, reluce en esta novela inquietante y atmosférica, en la que los tópicos de la madre, la violencia y la relación con la naturaleza reaparecen, y con cuánta fuerza estremecen al lector.
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