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Entrevistas

En la historia

Felipe Pigna: “Belgrano y Rivadavia parecen de Hollywood, pero esta historia fue real"

En entrevista con Montevideo Portal, Felipe Pigna habla de su primera novela, que cuenta la misión secreta de Belgrano y Rivadavia en Europa

25.08.2025 09:06

Lectura: 8'

2025-08-25T09:06:00-03:00
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Por María Noel Domínguez

Conocido por acercar la historia a miles de lectores, Felipe Pigna sorprende con su primera incursión en la ficción. En Conspiración en Londres reconstruye, con rigor y pulso de thriller, la misión secreta que unió a Belgrano y Rivadavia en Europa en 1815. En charla con Montevideo Portal, el historiador repasó cómo trabajó los personajes, la vigencia de Artigas y las tensiones políticas que aún resuenan dos siglos después.

Bueno, tu primera novela, ¿cómo te sentiste novelando?

Me sentí muy bien, porque fue como un descanso de tanto documento, de tanto rigor histórico. Para mí fue algo muy lindo poder hacer una novela.

El episodio de Conspiración en Londres es breve en los registros, pero vos construiste todo un mundo.

Sí, porque habilitaba un poco también la psicología de los personajes. Eran muy potentes y muy antagónicos, lo que me dio una posibilidad de dramaturgia interesante. Y además la época me parece fascinante: 1815, un año decisivo para América Latina y para el mundo.

¿Tenías un personaje preferido?

Sí, Belgrano, claramente: el elegido. Y además con la facilidad de tener una contraparte tan clara como Rivadavia, que era todo lo contrario. Me gustó mucho eso de dos que se odian, que no tienen nada que ver, pero deben cumplir una misión juntos. Algo muy de Hollywood, pero que en este caso era verdad. Y por momentos hasta se necesitan. Belgrano llega a sentir cierta compasión por Rivadavia cuando lo ve tan desvalido y tan torpe.

La novela describe un Belgrano inteligente, seductor, romántico.

Y era bastante así. Había sido doctor en Salamanca, economista, gran lector, apasionado por la música, por las novedades del prerromanticismo. Principalmente era un tipo honesto. De los pocos que podían decir que llegaron al gobierno con plata y volvieron sin nada.

Y de pronto se topan con la idea de un rey.

Lo más loco es que ellos no iban a buscar un rey. Van a ver qué pasa en Europa si en el Río de la Plata proclamamos la independencia. Pero al caer Napoleón todo cambió: vuelve la reacción, la Santa Alianza, y lo único que se acepta es una monarquía. Y aparece este personaje increíble, el conde Cabarrús, que les ofrece a Francisco de Paula, un borbón bastante incorrecto, casi un personaje novelesco. Ahí empieza la locura que termina casi en un secuestro.

Belgrano y Rivadavia eran dos que se odiaban, que no tenían nada que ver, pero debían cumplir una misión juntos. Algo muy de Hollywood, pero en este caso era verdad

La novela tiene algo muy fílmico.

Sí, yo lo pensé todo como una película. Lo escribí en registro de guion porque me parecía muy cinematográfico: barcos, viajes, romances, espías, traiciones. Inventé, por ejemplo, a Mariana, la mujer del barco, que me parecía una protofeminista de esos años.

También aparece Artigas, varias veces.

Sí, aparece siempre, como un fantasma que sobrevuela. Era el gran problema que tenía Buenos Aires. Artigas quería la reforma agraria, repartir la renta, trasladar la capital. Todo lo contrario de lo que quería el poder porteño.

¿La Banda Oriental estuvo contemplada en esas negociaciones reales?

No como algo separado, porque era parte de ese reino imaginario que se pensaba. Todavía no se había producido la segregación. Pero sí, Artigas estaba presente, y era un obstáculo permanente.

“Belgrano fue uno de los pocos que llegó al gobierno con plata y volvió sin nada. Era un tipo honesto, culto y apasionado"

Hay algo muy actual en esas alianzas, traiciones y estrategias.

Es gracioso, porque en ningún momento pensé en la actualidad. Estudié mucho la época, los barcos, el espionaje. Pero claro, después uno ve puntos de contacto. No era la intención, pero aparecen.

El tema de las comunicaciones también es clave, porque las noticias podían demorar meses en ser recibidas.

Claro. Acá en el Río de la Plata empezamos a armar la revolución porque llegaba una noticia que tenía cinco meses de antigüedad. Algo que había pasado en enero y nos enterábamos en mayo. Esa era la demora. Hoy en décimas de segundo sabemos lo que pasa en la India. Eso hacía que los tiempos fueran otros, que las urgencias fueran otras.

También aparece un duelo muy cinematográfico.

Sí, porque Belgrano no soporta que Cabarrús sea un estafador impune. Lo desafía en un duelo, defendiendo los intereses de la patria. Esa escena londinense, con la bruma, me parece muy cinematográfica. Los duelos eran actos típicos de la época, muy de machismo y de la honra. En Buenos Aires hubo duelos hasta los años 60 del siglo XX.

¿Viajaste a Londres para reconstruir escenarios?

Estuve dos veces durante la escritura. Busqué lugares citados en los documentos y muchos siguen existiendo. Eso me ayudó mucho a darle verosimilitud a la novela.

¿Te resultó fácil pasar de la historia a la ficción?

Sí, porque tenía mucha información de los personajes, y era cuestión de darles monólogos, pensamientos. Volví a leer a Borges, que se metía mucho en la psicología histórica. Trabajé un año y medio en este libro, distinto al ensayo, pero siempre con documentos. Me propuse respetar el lenguaje de la época y no hacer guiños fáciles a la actualidad.

Muchos lectores conocerán a Belgrano a partir de esta novela.

Sí, y me parece justo. Es un homenaje a alguien que se lo merece. Además me gusta aportar detalles del contexto cultural: qué se leía, qué música se escuchaba, qué componía Beethoven en ese momento. Me interesa que el lector entienda que la historia es parte de un todo.

Es la primera vez que siento cierto temor de publicar un libro. Con lo que vivimos hoy en Argentina, vuelven cosas espantosas que pensábamos superadas

¿Vas a seguir por este camino de la ficción?

Tengo pensada otra novela, aunque ahora hago una pausa, porque estoy escribiendo un libro sobre la dictadura, ya que se cumplen 50 años en 2026. Después quiero trabajar una historia ambientada en los años 60 del siglo XX.

¿Ese libro sobre la dictadura te genera un peso especial en un país tan radical en su forma de pararse ante casi cualquier hecho?

Mirá, es la primera vez que siento cierto temor de publicar un libro. Por lo que estamos viviendo en Argentina, con una especie de vuelta a cosas espantosas que pensábamos superadas. Hay mucha ideologización y cancelación rápida. Es una batalla cultural durísima, donde a veces hay que explicar lo obvio.

¿Cómo lidiás con esa presión en redes sociales?

Con dificultad. A veces opto por no contestar porque no tiene sentido. Pero sí creo que hay un fascismo que se está poniendo en práctica, y no solo acá: también lo vemos con Trump, Milei, Netanyahu.

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La misión más descabellada de Belgrano: buscar un rey borbón para el Río de la Plata

Venía de ser vencido. Manuel Belgrano, el general que se había ganado la admiración de todos, atravesaba uno de sus peores momentos. Las ruidosas derrotas en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma lo habían dejado en una mala posición, no solo política. Abandonado a su suerte y lejos de la gloria, estaba a merced de lo que sobre su persona decidieran los poderosos de siempre, aquellos que poco y nada sabían de las tragedias del campo de batalla.


No tenía opción: lo esperaban la cárcel y el escarnio, o aceptar a ciegas la misión que le encomendaba el gobierno de Buenos Aires en el Viejo Continente. Dijo que sí. Pero nunca imaginó que lo que tenía por delante era una de las misiones más descabelladas de la historia del Río de la Plata y que su compañero de viaje sería el siempre ambiguo Bernardino Rivadavia. En esa deriva alucinada, que se iniciaría en un Río de Janeiro imperial y seguiría en el Londres de la Regencia, tendría que lidiar a sol y a sombra con Lord Strangford, Manuel de Sarratea, el bufonesco conde Domingo Cabarrús y toda una serie de personajes brumosos, artífices de las más oscuras intrigas.


Viajes, complots, traiciones, amores fugaces, lealtades que duran lo que un soplo y otras que se firman con sangre. Con un pie en un hecho real –el affaire conocido como “el asunto de Italia”– y otro en las elucubraciones de aquello que bien pudo haber sido, la primera ficción de Felipe Pigna se lee con el pulso de un thriller de espionaje y la atención que reclaman, siempre, las grandes figuras históricas. Por eso, Conspiración en Londres es una novela única, un libro que solo uno de los más reconocidos historiadores argentinos podía escribir.

Por María Noel Domínguez